Por: David Meza Pretelt
Estamos ante la primera elección en la historia reciente de Colombia, en la que un candidato independiente, sin jefes políticos, sin deudas con financiadores, sin maquinarias y sin pelos en la lengua como Rodolfo Hernández, llegará a la presidencia de Colombia. En medio de esto la ciudadanía extraña las opiniones, consejos y análisis del Gran Colombiano y bastión contra el populismo “progre” en el continente.
La gente se cansó de los corruptos que se han robado todo, desde los alimentos de los niños hasta las grandes obras de infraestructura. El ciudadano de a pie está molesto y votará rechazando la política tradicional desde lo más profundo de su corazón. El congreso, la justicia y el ejecutivo ya no representan ni defienden al pueblo y muchas veces actúan en contra del electorado.
El ejecutivo desde hace décadas es un barril sin fondo para las finanzas del país y la connivencia con el legislativo le ha hecho un gran daño a Colombia: si no hay auxilios del tipo “mermelada” y burocracia no hay apoyo al gobierno; pero si por un lado llueve por el otro no escampa porque la Contraloría, Fiscalía, Procuraduría y Defensoría se volvieron un apéndice del ejecutivo y un mal ejemplo que se irradió en los órganos territoriales.
Hoy en las asambleas, concejos, personerías y contralorías locales se mueve la corrupción a baja escala que se replica en centenares de municipios y departamentos, con la participación de alcaldes y gobernadores, sin importar su tinte político.
La justicia perdió credibilidad y las altas cortes palidecen a raíz de los odios de magistrados que son militantes de izquierda, para quienes la imparcialidad de la justicia es solo un discurso, porque en la práctica usan sentencias para perseguir a quien no piense como ellos: si está en contra del aborto, a favor del glifosato para acabar la maldita coca o si tiene en general posiciones contrarias a las de ellos: condénenlo.
En cambio a todos aquellos que no aguantarían la investigación de un juez municipal pero hoy pertenecen a la filas del pacto histórico, las altas cortes los absuelven como premio por sus servicios al régimen y también les hacen la “jugadita” de congelar los procesos hasta que la gente se olvide -o al menos hasta después de elecciones-: Plinio Olano, Armando Benedetti, Roy Barreras, Julián Bedoya, Antonio Correa y sigue la lista… más arriba Santos y Samper.
La ciudadanía ya está abriendo los ojos, casi todas las encuestas dan al Ingeniero ganador. El enemigo es grande, perverso, no le teme a nada y cuenta con un registrador al que le conocen sus viejas andanzas en el Casanare y hará lo que tenga que hacer para remontar 100 o 200 mil votos. Así que a sufragar masivamente y dialogar sobre todo con los más jóvenes, presentarles argumentos y comprometerlos con defender la democracia.
Para difamar a Uribe, el régimen santista del que Petro era aliado, empleó durante 8 años los recursos del Estado y puso en marcha una estrategia gigantesca de soborno a medios, líderes de opinión, influenciadores y periodistas, para que construyeran el montaje con estrategias iguales a las que usa hoy la bodega petrista.
Este complot se llevó por delante muchos amigos y ex colaboradores del ex Presidente que terminaron enredados en persecuciones políticas y judiciales; pero jamás han podido con él a pesar de la detención a todas luces ilegal que se ejecutó por orden de magistrados “progre”.
Es doloroso ver que hoy en día Álvaro Uribe debe permanecer en silencio cuando su criterio es tan valioso para guiar esta barca a la deriva llamada Colombia. La persecución política contra él que se da desde la alianza entre la izquierda –junto a otros enemigos de Uribe- y una rama judicial infiltrada por ellos, ha sido feroz.
Pero aún así es él quien está definiendo de nuevo la elección presidencial, ya que el proyecto político de Petro solo alcanzó la relevancia que tiene hoy como contraparte del uribismo y en esta segunda vuelta sin el adversario natural que les ha dado sustento por años, se ven descolocados y perdidos, disparando para todo lado, peleando entre ellos y a punto de perder nuevamente las justas electorales.
No en vano la futura Primera Dama de Colombia, doña Socorro Oliveros dijo en televisión, asumiendo el riesgo de quedar en la mira de los “cuarteles operativos de campaña B” petristas:
“Es una mujer que admiro: Lina Moreno de Uribe. La admiro enormemente, ese es mi perfil, además”, haciendo referencia a esa mujer ejemplar, que ha mantenido distancia de la política ejerciendo como Primera Dama sin opulencia, sin show mediático y asumiendo retos con estoicismo.
No se entiende lo inaudito de este proceso electoral: que haya que esconder a un viejo más brillante aún. Que salvó a Colombia de los peores hampones del mundo (AUC, FARC, ELN, etc.), y gobernó con el corazón: Álvaro Uribe Vélez.
P.s. Si usted rechaza la violencia le advierto: Petro quiere la presidencia, para perseguir y acabar con la vida del ex Presidente Uribe y todos los que compartimos un acuerdo sobre lo fundamental con él, votar por Petro es convertirse en su cómplice.
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