Por: Fabio Arévalo Rosero MD
Gustavo Petro como presidente ha corroborado que es un político tradicional más, que no se ha diferenciado en las formas más cuestionables para llegar a sus posiciones. Hoy les está ganando hasta los más anacrónicos y connotados barones de la vieja política.
Su equipo “alternativo” ha venido encabezado nada menos que por Roy Barreras y Armando Benedetti, dos de los lagartos más cuestionados, conflictivos y vejatorios del país.
La cola es más larga, ya que pocos como Petro han logrado fichar a una diversidad de los más detestados y casi más repudiados agentes de la política colombiana.
Alguna vez nos hizo creer que era distinto, pero es más de lo mismo y hasta peor. Veamos algunos que hacen parte de su “staff” o apoyos de primera línea:
Samper presidente con apoyo del narcotraficante cartel de Cali; los Moreno (incluyendo al fallecido Samuel Jr. QEPD) elegidos por la izquierda, condenados por corrupción; Piedad Córdoba, emproblemada, investigada y con un hermano extraditado por narcotráfico.
Benedetti, en líos graves, citado por la Corte; León Muñoz embajador en Nicaragua, capturado con cocaína; Julián Bedoya, acusado de fraude documental; Mario Castaño, capturado, acusado de corrupción; el cura Hoyos, condenado por corrupción. Fabián Sanabria, acusado de delitos sexuales; John Calzones, condenado e inhabilitado; Ramiro Suárez Corzo, condenado por homicidio; Aida Merlano, doblemente condenada y con nuevas imputaciones; Nicolás Petro su hijo negado de crianza, señalado de recibir ilícitamente millones de oscuros personajes; Timochenko y demás secuaces, sin palabras, etc.
Además de los extraditables que se beneficiarían con la no extradición y todo el staff de bandidos pendientes del ‘perdón social’.
Pero hay más: los “Petrovideos” revelaron que hasta agresores internacionales lo asesoraron, entre ellos el condenado y prófugo de su país Vinicio Alvarado. Ni hablar del pasado de Xavier Vendrell (exconvicto), el otro asesor de Petro, que militó en un grupo terrorista en España.
Según una investigación de La Silla Vacía, el colectivo digital “Activistas por el cambio” nació después de la campaña de Petro a la Presidencia y está dirigido por Xavier Vendrell, español nacionalizado por el mandatario, quien enfrentó juicio por corrupción en su país e investigado por delito de desórdenes públicos.
Así como vamos, esto es un cambio al pasado; lo de Petro no es revolución, ni evolución, es involución, es regresivo.
Su incapacidad le da para proponer soluciones elementales: imprimir billetes para erradicar la pobreza y liberar delincuentes para descongestionar las cárceles.
Quiere disponer de los ahorros de toda la vida de la gente en las AFP, que a la mayoría rinden generosamente.
Sus nociones de economía son básicas, en una pelea con gremios por la reforma laboral aseveró que en los países desarrollados al aumentar los salarios no hay desempleo y que en Colombia debe pasar lo mismo. Absurdo, son regiones ricas, con alta productividad con un PIB elevado que respaldan cualquier mejoría de los trabajadores. En Colombia el aumento aleatorio de salarios, podría llevar a los empresarios a la quiebra o a la recesión, con pérdida significativa de empleos aumentando los índices de miseria y pobreza (tal vez ese sea un interés prioritario del presidente).
Son los primeros puntos que reafirman con contundencia que Petro no es un presidente de izquierda. Hablamos de una izquierda genuina, saludable democrática, de avanzada. De eso Petro no tiene nada, es anacrónico, polarizante, lleno de odios y de comportamiento fascista.
Pero hay mucho más. Habla de “cambio climático” como si fuera autoridad, al parecer considera incautos a sus seguidores, que cree le comen cuento ciegamente. El consumo y los hábitos particulares de cada persona generan un impacto sobre el medio ambiente. Determinan lo que se llama la “huella de carbono”, como principal indicador del aporte a mitigar el efecto invernadero.
Pero semiológicamente Petro es un hombre sobrepesado, de papada, abdomen globuloso. Su sedentarismo es rampante, con una facies de males crónicos que no puede disimular. Esto da indicios de un pésimo autocuidado, que está a tono con hábitos no saludables consigo mismo y el planeta, con una baja capacidad funcional. Se ha mostrado devorando carnes rojas, grasa y evidencia sus afectos por el alcohol en público (lo vimos con generosas demostraciones en campaña).
Sin rubor acepta su ingesta, que es un tema de efecto ambiental. La coherencia no es su fuerte. Impulsa por ejemplo la producción de panela que solo es azúcar (el azúcar añadido mata más que la cocaína), cultivo con riesgo ambiental. A los campesinos hay que generarles oportunidades para diversificar su labor en otras líneas a tono con el medio ambiente y la salud pública.
Punto en contra, que reafirma que no es de izquierda genuina, sólo retórica barata.
Fanfarronea con los carísimos zapatos Ferragamo, de piel animal, igual que sus cinturones. Si tuviera consideración por la vida animal y el planeta los evitaría, con alternativas amigables y reciclables. Sus compinches como Bolívar se muestran envalentonados comiendo en Miami suculentos bistecs con colas y bebidas azucaradas, que tienen detrás un grave daño ambiental.
En campaña, importándole un pepino la huella de carbono contrató avión privado para contaminar mucho más, en vez de viajar humildemente en transporte público coadyuvando en la reducción de la huella de carbono. Viajó a España a arrodillarse a los Reyes, desnudando a un presidente con ínfulas de burgués reaccionario.
Despotrica del imperio norteamericano, apoca a la iglesia y critica a las realezas. Pero él y su mujer se mueren porque los reciba Biden, el Papa y el Rey de España, rendidos a sus pies.
Nada tiene que ver con una izquierda verde, propositiva y constructiva. No evidencia compromiso ni coherencia con el ambiente, no tiene autoridad para hablar de cambio climático, cuando es el peor ejemplo de mostrar.
No es político de izquierda democrática, su comportamiento y actitud lo hacen ver como un anarquista, extremista, agresivo, intolerante, soberbio, falto de humildad, que se cree ser superior e inspirador de violencia. Habla de “política del amor” pero insulta al contrario (los mafio-periodistas por ejemplo), una versión Hitler Siglo XXI. Hoy está continuamente atacando y quejándose de los medios de comunicación, ya que al parecer quiere sean un coro de ángeles a sus pies. Petro se desenmascara como dictador y un tirano tipo Maduro, nunca será un demócrata.
El mejor presidente que ha tenido América en los últimos años fue de izquierda, el doctor Tabaré Vásquez, cuya bandera fue la salud pública. Dos veces gobernó a Uruguay, siendo adorado por su pueblo. Totalmente opuesto a este dirigente criollo.
El mejor alcalde que ha tenido Madrid (E), el profesor Enrique Tierno de izquierda es el más querido y recordado, es la antítesis de Petro. Uno de los grandes alcaldes de Suramérica, Raúl Pont (Porto Alegre Br) también de izquierda, muy distinto a Petro.
Su comportamiento y actuar se asemeja más a Trump que a Pepe Mojica con su sutil estilo para promover desórdenes y anarquismo en las calles.
El paro en medio de la pandemia que promovió, agravó la crisis sanitaria con miles de muertos que jamás debieron ocurrir (¿a él le importó?) de no ser por las insalubres aglomeraciones que respaldó. ¿Esas víctimas de quién son responsabilidad?
Pero si quiere estar en la izquierda genuina debería emular (no nombrar) a José Mujica, Pedro Sánchez (PSOE), Felipe González, Anne Hidalgo (París), Jacinda Ardern (N. Zelanda) y, tal vez, en Colombia por esa línea Bernardo Jaramillo, Jorge Robledo y Carlos Gaviria (quien lo detestaba), notables personajes de la izquierda nacional que jamás votarían o apoyarían a Petro. Ello confirma que no es de esa ideología.
A quienes hacemos parte de esa izquierda moderna, fraterna y fresca, Petro no nos representa, tiene el mismo discurso de Chávez de hace 20 años, con un populismo extremo. Es tan extremista que uno de sus mejores amigos es Nicolás Maduro; Petro es alumno avanzado de Chávez. Que no hubiera alcanzado la presidencia, hubiera significado una catástrofe política. Lo invirtió todo y ha hecho pactos con todos los demonios.
Petro y su corte no representan un cambio o poder transformador del país hacia una modernidad legítima y soñada. Su ambición por el poder ha sido desmedida, lo busca a cualquier costo o con quien le asegure hasta las más oscuras maniobras para lograrlo (los «Petrovideos» lo reconfirman).
Por todo ello, nunca podrá considerarse de un movimiento de izquierda alternativa, democrática y saludable, es un político tradicional más, con altísimo riesgo de incompetencia.
Apostilla: los partidarios petristas van por su línea. Su comportamiento alienado es bizarro, débiles en lo personal, con baja capacidad de soportar críticas. Muy buenos y envalentonados para insultar en su momento a la oposición. Ahora son sensibles por todo, ejemplo de ello es la morena vicepresidente Francia Márquez, que no puede ser cuestionada por nada so pena de ser acusado de racismo, la mujer se cree intocable. Otro caso es una activista de apodo ‘Lalis’, que al parecer es obesa o de aspecto poco agraciado, pero ella insulta y vocifera al que se le da la gana. Pero si la referencian como hace poco lo hizo Vicky Dávila (es autoridad en consumo de pan), se sienten ofendidos y hablan de bajezas, poniendo el grito en el cielo. La síntesis precisa de este proceder bárbaro, la hizo el tuitero @elminarca: “Te metes con Lalis, eres gordofóbico. Pero si te burlas de Duque eres gracioso e irreverente. Te metes con Francia, eres racista y clasista. Pero si te burlas de Polo Polo eres un crack. Te metes con Irene, eres misógino. Pero si le dices bruta a Cabal, eres cool”.