Por: Carlos Eduardo Gómez
Colombia se encuentra en un estado de expectativa constante 20 meses después de la elección de Gustavo Petro como presidente. Su discurso ha estado constantemente marcado por promesas de grandes obras públicas, proyectos de infraestructura, reformas sustanciales y política social pero la realidad parece evidenciar una historia distinta.
Desde que inició su campaña, Petro y su movimiento, se comprometió a realizar un cambio radical en la forma de gestionar los proyectos en el país. No obstante, a pesar de los anuncios constantes, el progreso y crecimiento del país parece haberse detenido. Mientras la administración Petro parece estar más centrada en la red social X y en el discurso, que en las acciones. Los colombianos esperan día a día, con mayor desilusión, ver materializadas sus elocuentes ideas o las míticas obras que pronuncia en sus alocuciones y que parecen calcadas de los viejos discursos de Hugo Chávez.
Este gobierno parece estar constantemente distraído. Cada vez que se pregunta sobre la ausencia de avance en los proyectos anunciados, la respuesta parece ser un nuevo anuncio, más colosal que el anterior. Sin embargo, estos parecen insuficientes para construir carreteras, hospitales o escuelas y, no contribuyen a la creación de empleo ni al mejoramiento de la calidad de vida de los colombianos.
Y es que muchos continuamos aguardando estar montados en el tren eléctrico entre Barranquilla y Buenaventura, recibiendo la condonación de las deudas del Icetex, o al menos, tener un acetaminofén para quitarnos la fiebre que nos produce el veneno cada vez más frecuente del mordisco de Iván o de imaginar cumplidos los trinos en X del culebrero de Ciénaga de Oro.
Colombia ya olvidó que hace seis años, Gustavo Petro, en su intento por llegar a la casa de Nariño en 2018, ¿hizo doce compromisos que parecían escritos en mármol y llevaban su firma?
¿Ya se olvidaron de la escritura pública que reposa en la Notaría 17 de Bogotá D.C., en la que juró, hace dos años en compañía de su fórmula vice presidencial, que no iba a expropiar a ningún colombiano pero ya mandó intervenir dos EPS?
Si bien no existe una norma en nuestro ordenamiento jurídico que haga vinculantes las anteriores promesas, sí resulta algo enfermizo venderse como el «alternativo» durante toda la vida y terminar haciendo lo mismo del dictador ya fallecido.
Presidente Petro, es momento de abandonar las redes sociales, es tiempo de concentrarse a concretar el plan de desarrollo, es el momento de convertir las promesas en acciones. Al final del día, un país se construye con acciones, no con palabras.
Adenda:
Las marchas son una forma válida de expresión democrática, pero no son la única ni la más efectiva para redirigir al país. Se requieren políticas efectivas, una implementación eficiente de las mismas y una ciudadanía activa y participativa. De esta manera solamente se logrará preservar el orden y reencaminar el país hacia un futuro más prometedor.
Con todo y ello, ojalá la convocatoria para el 21 de abril, lejos de ser organizada, bonita y pacífica, tenga interlocutores que sean escuchados y tenidos en cuenta por el gobierno para conciliar temas de interés general.
¿Sí el gobierno nacional, se sienta a escuchar a los grupos armados, por qué no escuchar y conciliar también con los ciudadanos que son los que reciben las balas y ponerse de acuerdo en lo fundamental?