Por: Alejandro Ramírez
Después de una arremetida tan fuerte como la que ha enfrentado nuestra Policía Nacional en estos 18 días de paro, arrojando la alarmante cifra de 887 agentes lesionados, 727 de ellos agredidos con objeto contundente, 99 con arma cortopunzante, 19 por activación de artefacto explosivo, 12 con arma de fuego, 5 con arma traumática y uno con agente químico; no deja de sorprender que los medios, y sectores imbuidos de populismo, sigan calificando la protesta de “pacífica”.
Estos sectores alegan en nuestra Policía un uso desproporcionado de la fuerza, generalizando casos muy específicos aún sin decisión judicial, a la vez que omiten los graves ataques de milicias, colectivos, etc., que se han escudado en estas movilizaciones para crear caos, vandalizar los bienes públicos y atentar contra la vida de sus agentes. Y en la última de sus propuestas audaces, englobaron la reforma a la Policía, sin dejar a un lado que el comité del paro distribuyó en redes sociales un “pliego de exigencias” cuyo punto tercero establece el desmonte del ESMAD. No es una simple coincidencia que las farc hayan planteado esta propuesta desde la mesa de concesiones en la Habana. Más allá, la JEP planteó la reforma de todas las Fuerzas Armadas. Conscientes que nuestra Policía Nacional y fuerzas militares han sido un aliado de la institucionalidad, quieren dejar el camino libre para imponernos un modelo de Estado que no han podido conquistar en las urnas.
Sin el Esmad, los colombianos en las ciudades quedaríamos a merced de la devastación de marchas que sobrepasan los límites de la protesta pacífica; quedaríamos con las vías bloqueadas, sin alimentos para consumir, bajo la compasión y escasa comprensión de unos pocos camioneros, quienes evitaron solventar las necesidades de las misiones médicas, vulnerando los derechos humanos a los pacientes en las más graves condiciones, como vimos en estas más de dos semanas. Quienes piden la eliminación del ESMAD, lo hacen aún cuando conocen que su operación responde a principios de derecho operacional en entornos de DDHH y que por esta razón, son escogidas para capacitar las de otros países. Quienes piden la eliminación del ESMAD, han pedido previamente que nuestros agentes de policía no porten armamento, inclusive, se manifiestan en contra del armamento de letalidad reducida, porque saben que quedan indefensos. Pero todos sabemos la contradicción que entraña tener agentes del orden sin medios para protegernos, así como defenderse de las agresiones de los violentos.
También les escuchamos que la Policía Nacional no debe estar en el Ministerio de Defensa, porque son conscientes que en el proceso de fortalecimiento de nuestra fuerza pública, las operaciones conjuntas, así como las operaciones coordinadas, permitieron vencer la elevada criminalidad que llevaba a Colombia a ser un Estado fallido. Y les escuchamos igualmente que la Policía Nacional no debe estar bajo el fuero de la Justicia penal militar y policial, bajo el argumento de ser una fuerza civil. Desconocen que nuestro fuero penal militar y policial tiene esta gran ventaja, permitiéndole a las fuerzas militares valerse de los adelantos que en materia de policía judicial ha desarrollado este cuerpo civil; que al ser un cuerpo con capital humano de todas las fuerzas, permite lograr imparcialidad y conocimiento de las diferentes circunstancias operativas, según sea el contexto que se instruya.
Lo más grave, es que a estas voces se sumara el ex director de la Policía general Óscar Naranjo, para quien no es desconocido un momento coyuntural, donde un fallo del Consejo de Estado ocasionó en 2019 el retiro voluntario de más de 16 mil uniformados; donde Colombia padece las consecuencias de la crisis migratoria más grande del mundo, protagonizada por Venezuela, así como la pandemia que más fuerte ha golpeado a la humanidad, obligando a establecer turnos en la policía para evitar la propagación del virus en quienes prestan servicio. Para el General tampoco es extraño que en este contexto, la Policía Nacional adelanta el proceso de Modernización y Transformación Institucional (MTI), con mejoras en el proceso de incorporación así como en el sistema educativo, entre otros, de cara al año 2030.
Seguiremos llamando a la unión de todos los colombianos, para salir de esta grave crisis, apoyándonos en nuestra fuerza pública. Confiemos en su capacidad: la policía que estos sectores populistas han querido mostrar en la deformación de la narrativa, no corresponde a la policía moderna que tenemos los colombianos, más cercana a la ciudadanía, como nos han dejado ver en esta dura pandemia.