Por: Fernando Torres Mejía
La invitación es a que al menos por un día y en lo que resta de este mes, llevemos a cabo “un paro nacional” de todo el aparato productivo, llámese industria, comercio, transporte, educación, salud, justicia en fin de todos, para que este gobierno entienda que ante la amenaza global de una recesión, la reforma tributaria y la terquedad de no firmar nuevos contratos de exploración petrolera, nos conducirán a una situación economía peor que a la del resto del mundo. ¿Qué parte no entendemos?, ni las revocatorias ni las marchas producen los resultados esperados, al menos que estas últimas se tornen violentas.
¿Recuerdan todo el alboroto que se armó en tres de las principales ciudades del país y que duro varios meses?, se trataba nada más ni nada menos de la invitación para la revocatoria de los “tres mosqueteros”, Claudia López, Daniel Quintero y Jorge Iván Ospina.
Sin duda está demostrado que ese mecanismo no funciona por diferentes motivos, es que conseguir el 30% de las firmas del censo electoral, sumado a los inconvenientes para certificarlas, recogerlas, verificar su validez, donde muchas resultan inválidas, después las audiencias, sin contar el tráfico de influencias y claro, la que no podía faltar, la corrupción que se ha enquistado en todos los estamentos de la política, la justicia, y que no permite que se haga la voluntad de la ciudadanía.
Recordemos que la norma constitucional indica que la terminación del mandato de un alcalde o gobernador se podrá solicitar ante la autoridad electoral, la Registraduría Nacional y el Consejo Nacional Electoral, al inicio del segundo año del mandato.
En el primer trimestre de 2021, se habían tramitado 67 revocatorias de alcaldes, siendo Susa, un pueblo de Cundinamarca con 12.000 habitantes, en ser el primer municipio en donde se votó una revocatoria de mandato en el actual periodo, convirtiéndose en el segundo municipio en que se ha logrado la revocatoria, el primero fue Tasco Boyacá, el 29 de julio de 2018.
En Cali y Medellín fue donde más ruido causo y se intentó por todos los medios de adelantar este desgastante proceso, tanto así que en Cali, se formaron alrededor de cinco comités para la revocatoria, por cierto uno de los líderes de uno de esos comités, se “vendió” por un plato de lentejas a los caprichos y antojos del alcalde Ospina.
Medellín, en donde con mayor firmeza avanzo este proceso, al final tampoco prospero, pero lo curioso es que se sigue haciendo uso de este mecanismo improductivo e ineficiente que solo sirve para que esos mandatarios se atornillen, y salgan “victoriosos”, con lo cual pareciera más bien que esto de la revocatoria es un mecanismo de publicidad para mejorarles la imagen y se convierta en un trampolín para saltar a un cargo de mayor responsabilidad como la presidencia de la república.
Los colombianos no somos ni medio parecidos a los Ecuatorianos, a los Peruanos ni mucho menos a los Bolivianos, quienes no recurren a este mecanismo, y aunque les gustan las marchas y protestas, estas no se hacen para que los vean, ellos cuando recurren a este tipo de eventos, es porque tienen claro sus objetivos y que es lo que persiguen, no son como notros que vivimos pegados a las redes sociales, creemos que este es el mecanismo para cambiar de mandatarios y cuando salimos a las calles a marchar, pretendemos que con estas acciones, vamos a conseguir que se cumplan nuestras exigencias e incluso que logremos derrocar al presidente o mandatario de turno.
No sigamos esperando que elijan por nosotros y dejemos que los demás nos impongan sus alcaldes ni mucho menos presidente, porque tenemos que entender que en nuestra idiosincrasia y en nuestro país, “ni las revocatorias ni las marchas funcionan”.