Por: Laura Pinzón
La declaración Universal de los Derechos Humanos dicta que “la libertad es un derecho sagrado que todos los seres humanos poseen”. Sin embargo, en la isla que tiene una extensión de 104. 945 km2 y alrededor de 4.200 cayos e islotes, el comunismo ha despojado de todos los derechos fundamentales a sus ciudadanos, los cubanos. Incluso, si alguien es visto con este documento fundamental, es puesto en prisión, pues allí es un delito, porque es considerado material subversivo.
Remembrando, Fidel Castro traiciona la Revolución, porque cabe aclarar que este criminal lideraba solamente el Movimiento 26 de Julio, que ostentaba al igual que los otros movimientos revolucionarios, restaurar la Constitución de 1940. Pero, subsiguiente a la fuga del dictador Batista, Castro da un golpe militar a esta, para implantar su propia dictadura. Muchas fueron las actuaciones cometidas por Castro, pero, en resumen, son las palabras pronunciadas por su compañero de “fórmula”, el “Che Guevara” ante la ONU en 1964, las que encierran el proceder del nefasto comunismo en la isla: “Sí hemos fusilado, fusilamos y seguiremos fusilando”.
Sin embargo, son muchos los incrédulos extranjeros que aseguran que Cuba es un paraíso, pero durante años son sus ciudadanos, aquellos que han vivido realmente la situación, los que desesperados han intentado salir de allí a como de lugar. El 28 de septiembre de 1965, Castro anunció en sus comunes discursos en la tribuna de la Plaza Cívica (Plaza de la Revolución) que todo aquel que tuviera familia en el extranjero podría irse si ellos venían al puerto de Camarioca a recogerlos. En cifras, para mediados de octubre de ese año, 300 cubanos llegaban diariamente a Florida, en noviembre ya había 2979 exiliados y, para el 1 de diciembre se transportaron 45 mil cubanos a Estados Unidos.
Años después, el 1 de abril de 1980, más de 10 mil cubanos llegaron a la embajada de Perú solicitando con desespero asilo, en búsqueda de la vida que el tirano Castro y el cáncer comunista les arrebataban día tras día. Esta situación hizo que Castro se viera obligado a abril el Puerto de Mariel para que los ciudadanos salieran hacia Estados Unidos, fue así que, durante casi seis meses, hubo un éxodo de más de 125 mil cubanos. Cabe mencionar que dentro de los ciudadanos que se fueron de Cuba, Castro aprovechó para vaciar las cárceles con violadores, asesinos, torturadores, ladrones, todo tipo de delincuente y hasta los manicomios, lo que trajo consecuencias fatales para Miami y, para todos aquellos ciudadanos de bien que migraron, pues, como consecuencia, han tenido que cargar con el apodo de “marielitos”, un término peyorativo por la actuación de los criminales que Castro aprovechó para enviar a Estados Unidos.
El 5 de agosto de 1994 en la Explanada de la Punta, en la Habana, sus ciudadanos gritaban ¡Abajo Fidel, Abajo el comunismo! Lo que sucedió desde ese día y durante casi un año, fue que 32.362 cubanos escaparon de la isla improvisando todo tipo de balsas hechas de madera, icopor, llantas de vehículos, cualquier material que pudiera flotar en la marea con sólo la esperanza de poder escapar del Régimen comunista que los estaba ahogando.
Bueno, como dice la canción de Willy Chirino (prohibido de ser escuchado en Cuba) “cuando era un niño allá en la Antilla, mi padre me vistió de marinero, tuve que navegar noventa millas y comenzar mi vida de extranjero”; pues, hoy por hoy, aún miles de ciudadanos quieren buscar con desespero huir de Cuba, y que, paradójicamente, otros quienes no han tenido que dejar todo para tener una vida libre, buscan seguir navegando ciegamente en las aguas de las falsas promesas que el comunismo brinda.