Por: Roberto Trobajo
Mi onda es la David, y no lo digo por aquella primitiva arma –honda- con la que el bíblico David le dio una pedrada mortal al gigante Goliat; hablo de la onda (sin H) de David Barguil, el senador y candidato presidencial del Partido Conservador.
La buena onda de David es que no polariza ni anda tras alianzas con políticos enfocados en fundirse en coaliciones y el pacto protagonizado por Petro. Lo de Barguil es llegarle a la gente, sobre todo a los jóvenes no contaminados con odios, rencores, exclusiones; la juventud que quiere junto a él, joven de bien al fin, son esos que anhelan un futuro en paz y mejor para todos ¡ya!
Creerle a David Barguil es muy fácil: durante su paso por el Congreso logró que se les de una nueva oportunidad a millones de colombianos en las centrales de crédito y que se les facilitarán accesos a los créditos, que se le aplique una sobretasa impositiva a los bancos, el no pago de intereses a beneficiarios del Icetex de estratos bajos; reformas que benefician bolsillos al pueblo colombiano.
¿Y los demás candidatos qué han producido durante años de congresistas?
Petro lleva años incendiando al país y dividiendo a la gente que manipula con sus “propuestas” en perenne campaña cada vez más populista.
¿Y los otros? Dónde están los resultados, reales, palpables, comprobables, motivadores del voto popular.
Simpatizo ideológicamente con presidenciables, demócratas probos a quienes les duele y preocupa el país, pero… poniéndome en los zapatos de la gente de a pie: los resultados logrados en el pasado y presente son los que hacen creer.
El mundo y Colombia cambiaron tras está pandemia, los colombianos necesitamos empleos, comida, emprendimientos, inversiones; eso es lo que motivará a elegir.
Las maneras de hacer política también son otras, pero la inmensa mayoría de los candidatos no se enteran, ni quieren cambiar; y qué está pasando: las encuestas muestran cada vez mayores tendencias al abstencionismo y hacía el voto en blanco que supera a los porcentajes alcanzados por los actuales candidatos.
Imaginen que por primera vez en la historia, en las próximas elecciones el voto en blanco supere a los candidatos: ¡Quemados!, y a buscarse otros postulantes porque se supone que el pueblo no les quiere presidiendo el país. Sé que hoy pocos me creen está idea, argumentándose que eso no nunca a pasado, pero puede pasar y sería un tremendo caos para la democracia colombiana.
La realidad, palpable, apunta a que la gente no come cuentos ni traga entero, y que si los candidatos no cambian sus discursos y el comunicarse, corren el riesgo, muy latente, de una quemadura tenaz, y cuánto habrán perdido. ¡Y a esa hora se culpará a la Registraduria, fraudes de jurados, etc… de nuevo culpándose a la vaca!
¡Pilas! La lucha no es entre contrincantes ni fuerzas políticas; los esfuerzos tienen que ser por demostrar que se pueden satisfacer las necesidades de la gente, mayorías que ya no piensan en no votar o hacerlo en blanco. Las personas, hoy por hoy, muchísimos más cada día, no votarán en contra “de”, en la actualidad pandémica están tendiendo por no votarse si no es por quien sepan que resolverá los graves y acuciantes problemas que nos tienen al borde de la quiebra o ya pobres a casi la mitad de los colombianos.
David Barguil -conservador puro- es un defensor de principios como el orden, la seguridad, la familia, el desarrollo económico fomentándose el emprendimiento y la libertad de empresas-mercados, la democracia, y la solidaridad… valor que tanto necesitamos para salir de esta cruenta crisis. Él tiene muy claro que sólo vinculándose a la gente, untando de pueblo, es como realmente podrá coronar la presidencia del país. Y en eso anda: uniéndose a la gente, la coalición que sí vale, sin prometerle a nadie (político que promete, miente) ni “pactar” a la manera de ese susodicho pacto populista que mueven Petro y sus pingos.
Con David así, voy con él, porque habla claro al decir que su lucha es contra la pobreza, para sacar el país adelante, sin polarizar ni atacar a nadie, le duele el país y a mí también, por eso mí onda es la de David.