Por: Fernando Álvarez
El expresidente Juan Manuel Santos en una jugada de póker pretende terciar en el debate graduando a Petro como de extrema izquierda y Uribe como de extrema derecha
La estridente aparición de Juan Manuel Santos en la arena política de las elecciones presidenciales del próximo año tiene un objetivo principal, frenar a Abelardo de la Espriella, quien sorpresivamente se ha apoderado del escenario mediático como el candidato de la derecha y quien amenaza con propinar una contundente derrota a izquierda, al presidente Gustavo Petro, al Pacto Histórico y a los santistas, Roy Barreras y Armando Benedetti, en fin, a todas las formas de mamertismo moderno que componen ese sancocho mal llamado progresista. Aunque no han sido públicas, se ha conocido que las encuestas registran un inusitado aumento de seguidores y simpatizantes de Abelardito, como le dicen en su tierra, ese candidato “outsider”, expresamente uribista, representante de la provincia, corroncha para los cachacos, que hoy preocupa a las elites tradicionales y mucho más a las nuevas castas políticas porque se sale de todos los libretos.
Tirios y troyanos ven en De la Espriella pasos de animal grande. Y algunos quieren prender las alarmas tempranas porque ya lo empiezan percibir como el tigre que él mismo pregona ser. Santos estaba tranquilo allá en el convento, como el lobo de Francisco de Asís, porque confiaba en que sus con sus jugadas a tres bandas con candidatos como Roy Barreras, Juan Fernando Cristo y Luis Gilberto Murillo, le pegaría al tablero, cabalgando tanto en la popularidad del 25% de Petro como en el descontento del centro izquierda con el presidente, por temas de corrupción en su gobierno y por su ineptitud para gobernar, asuntos que han dejado muy mal parada a la izquierda y al mamertismo de todos los pelambres en el poder. Santos hubiera pasado de agache moviendo sus fichas en los clubes nocturnos y a oscuras en lujosos apartamentos, pero no puede ignorar que la decepción con Petro ha aumentado porque este se ha dedicado más a la tribuna internacional, a la figuración como líder planetario y a cazar peleas que afectan a los colombianos y que solo sirven para alimentar sus barras bravas.
Y Juan Manuel Santos, que considera que el triunfo de la izquierda se le debe a él, cree que hoy tiene como pasar factura. Por eso se atreve incluso a graduar a Gustavo Petro como de extrema izquierda para colocar al expresidente Alvaro Uribe como de extrema derecha y así poder jugar con un discurso tercerista en el propósito de terminar en la cancha como la inspiración salvadora del centro en contra del candidato uribista, así tenga que llevarse de calle al candidato petrista. Aunque Santos está eternamente agradecido con Iván Cepeda por su papel en el estruendoso juicio al expresidente Uribe, sabe que para esos efectos tiene que dejar tendido en la lona, a cualquier costo, a quien lo llama “el Tartufo” y quien se ha encargado a cuatro vientos de mostrarlo como el responsable de la debacle que vive hoy el país, después de su tramposo acuerdo de paz que dejó literalmente a la extrema izquierda con curules y con impunidad total. Santos le teme a De la Espriella porque es el único que se atrevería incluso a llevarlo a juicio por su responsabilidad directa en los falsos positivos.
Como buen jugador de póker Santos ha sacado algunas de sus cartas, pero sabe que las que se mueven por debajo de la mesa son las contundentes. Por eso ha promovido sotto voce la candidatura de Juan Carlos Pinzón, quien se mueve hábilmente en la cuerda floja de ser al mismo tiempo santista y uribista. Ya logró que Uribe contra viento y marea lo recibiera, aunque muchos uribistas piensan que el expresidente lo hace tácticamente con la lógica de neutralizarlo porque saben que es mejor que orine para afuera y no para adentro, como se dice en mi barrio. Pero Pinzón ya se le ha metido por los ojos a José Obdilio Gaviria y por poco logra que se desbarate la consulta uribista, que de lejos favorecería a María Fernanda Cabal, a quien Santos no quiere ni poquito por el papel que jugó su esposo José Felix Laforie enfrentando a Santos cuando con juego sucio trató de controlar a Fedegan. Y de seguro cuando Cabal gane la consulta será también un objetivo santista con el mote de exponente de la extrema derecha.
Los santistas han jugado siempre a la doble, como es su esencia. El partido de la U, que fue un partido creado para lamberle a Uribe y terminó expropiado por Santos, ha sido el principal factor de apoyo del petrismo en el Congreso. Bajo la conducción de Dilian Francisca Toro, la exgobernadora del Valle, no solo ha sabido donde ponen las garzas, sino que sabe cómo se ponen y se quitan ministros al estilo de fichas de parqués a cambio de votos por las reformas irresponsables de Petro. Pero a Santos le llegó la hora de salir del closet y pasarse al bando de la oposición, porque ser hoy petrista ya no vende. Un presidente que se muestra cada vez más desesperado y ha utilizado todas las formas de transgredir la Constitución, e inventado cuanto recurso populista se le ha ocurrido para intentar generar una especie de estallido social 2,0, esta vez a su favor, no ha sabido cómo coger ese trompo en la uña, cómo ser gobierno y oposición al mismo tiempo.
Santos aparentemente comienza a traicionar a Petro, que no le queda nada mal, pero la verdad es que va a por De la Espriella y las jugadas apenas comienzan. Por esta razón han comenzado a surgir toda clase de runrunes sobre las estrategias del santismo, del petrismo, y/o del petrosantismo para debilitar al resto de candidatos uribistas, utilizar los medios masivos de comunicación para desprestigiarlos y ridiculizarlos y aprovechar sagazmente que De la Espriella se ha disparado en popukaridad. Según esta versión, la idea consistiría en que Abelardo De la Espriellla siga su vertiginoso ascenso y llegue al final contra un candidato Petrosantista y en ese momento dedicarse con toda a la más virulenta campaña de desprestigio que se haya visto en Colombia. Esta guerra sucia contra el candidato más radical antipetrista se hará golpeando diariamente con un titular que deje en el ambiente que Abelardo está untado. No importa de qué pero que quede en el imaginario que está untado de algo apelando a toda clase de calumnias.
De acuerdo con estos cálculos, que parecen diseñados por el padre de correr las líneas éticas en la campaña del 2022 que dio el triunfo a Petro, Sebsatian Guanumen, cuando De la Espriella sea el candidato oficial del centro derecha y la derecha buscarán exponer mediáticamente toda clase de falsedades con poderosos efectos sonoros y multiplicidad de versiones virales que incluyen joyas como buscar testimonios de Alex Saab, de David Murcia y de varios otros antiguos clientes de De la Espriella, que no deben haber quedado contentos con su defensa, para que digan las mentiras que sean suficientes para que el santismo usando su poder mediático se encargue de multiplicar la imagen desfavorable, con el fin de generar el voto en contra de Abelardo de la Espriella. La consigna es clara: no importa qué digan, ya sean mentiras viejas, que digan cosas que parezcan conductas reprochables así no lo sean en estricto derecho, que usen calificativos y acusaciones así sea sin fundamento.
Lo importante es lograr supuestos testimonios, que redunden en escandalosos titulares para que el “tocona” prenda. Que el todos contra Abelardo se respire así no se entienda por qué. Videos de Alex Saab o David Murcia o muchos otros diciendo lo mismo que han dicho, pero en nuevas piezas virales que serán suficiente para sembrar la duda en vísperas de elecciones. Esta es una apuesta del todo por el todo, y puede sonar un poco suicida pero en póker eso a veces funciona. Por lo menos en esta cruzada contra Abelardo de la Espriella parecen hacer causa común tanto la presidencia como el Ministerio del Interior con los agasajos a los exparamilitares Salvatore Mancuso o Diego Murillo alias Don Berna a los que Armando Benedetti a conminado a “decir la verdad” para que se sepa “Cuáles bandidos son canditados”, que traducido al buen romance significa “digan las mentiras que empapelen a Abelardo”.
Se revive la máxima de la guerra sucia: “Calumniá, calumniá, que de la calumnia algo queda”. En estas también andará la senadora Isabel Cristina Zuleta, que se la pasa metida de lleno en la cárcel de Itaguí. Y qué habrá detrás del aterrizaje forzoso de Verónica Alcocer, la “segunda dama”, en La Picota?. Pacto de la Picota 2.0?




