Márquez, Murillo y Chaverra

Por: Fernando Torres Mejía

Hablar de Francia Márquez no es tarea fácil, porque como no faltan los que quisieran hacerle una estatua para venerarla y otras que con solo verla o escucharla les producen repudio total, no la soportan y por eso curioso lo que hoy les quiero a comentar en esta breve columna.

Cuando Francia empezó a mostrarse como una figura “fuerte” y sonar como posible candidata a la vicepresidencia, personalmente empecé a documentarme sobre quien era esta “fascinante” mujer y debo confesarles que sentí mucha alegría, admiración y respeto hacia ella, pues como era posible que alguien de la nada, una “nadie” como ella mismo se autoproclama, humilde, entregada a sus labores sociales, que había trabajado como empleada del servicio, proveniente de una región olvidada que cuando se tienen noticias de allá, estas están relacionadas con tomas guerrilleras y enfrentamientos con la fuerza pública, entonces ¿cómo no despertar y tener esos sentimientos, cuando en este país, aún persiste el machismo y una mujer con estas condiciones estaba a punto de ocupar tan alta dignidad?, siendo quien era y viniendo de donde viene.

Pero esa “envidia” de la buena que sentía, muy rápidamente se desvaneció, se opacó y sentí una desilusión profunda e incluso me pregunte, ¿“como pude ser tan estúpido e imbécil de dejarme maravillar y cautivar tan absurdamente de alguien como la Márquez”?, pues bien, como dicen por ahí “dura más un pandebono en la puerta de un colegio” que lo que duro mi “romance” con esa mujer quien prometía un verdadero cambio y que una gran cantidad de Colombianos creíamos en que haría un buen trabajo no solo para las mujeres de este país, sino para su comunidad, para su región, para las personas más vulnerables y humildes, pero no, todo fue una triste y muy corta ilusión, su arrogancia, su lenguaje virulento, su prepotencia, el solo pensar en ella, quedarle mal a los que la apoyaron, creerse la reina, considerase mejor que los demás, su grosería, patanería, su lenguaje corporal, en fin, todo lo que muestra y representa, son hechos que corroboran que es una más del montón y que afortunadamente en poco menos de dos años se le acabará su cuarto de hora.

Cambiemos de personaje porque con el siguiente me estaba pasando igual que con la primera de esta historia, pero gracias a Dios, pude darme cuenta a tiempo para no cometer un segundo “HORROR”, y para empezar a contextualizarlos, les pregunto a mis queridos lectores, ¿qué podría resultar si en una licuadora echamos a Juan Manuel Santos a Gustavo Petro y a Luis Gilberto Murillo”?, se los dejo en la imaginación a ustedes, el posible resultado de esa espeluznante mezcla, por lo pronto les anticipo que en mi caso, tengo claro que sería algo peor que el gobierno de Santos y de Petro, sin duda así será una presidencia de Murillo.

Es que el señor Luis Gilberto, ha resultado ser una persona falta de criterio, que se dejó manosear de sus dos padrinos porque está empeñado en llegar a la presidencia al precio que sea, y es que empezó a mostrarse como un gran señor, un político distinto, que al igual que Francia, viene de muy abajo, con un alto nivel de superación, quien por sus propios méritos y tenacidad logro ocupar altas e importantes dignidades como la embajada en Washington y la Cancillería, pero por congraciarse con uno de sus jefes, le dio por apoyar las dictaduras de Venezuela y Cuba, así como estar a favor el grupo terrorista Hamás, pero además se dejó arrastrar por el escándalo de los pasaportes y como si fuera poco demostró que también le gusta el derroche y la burocracia al permitir la creación de nuevos cargos en la Cancillería, apoyar nombramientos de embajadores y cónsules donde solo prima el factor político sin preocuparse de los resultados que se puedan obtener ni mucho menos la imagen de Colombia.

Lo anterior da pie a reconsiderar y volver a retomar aquella frase “ojo con el 2022” que más de 11 millones de ingenuos no quisieron entender y se creyeron el cuento del “cambio”, por eso nuevamente es importante advertir “ojo con el 2026”, porque la sociedad Petro Santos, está trabajando para repetir presidencia en cuerpo ajeno y Murillo es un buen elemento maleable para este propósito.

Los que queríamos ver en 2026 el Obama Colombiano en cabeza de Murillo nos hemos decepcionado y, aunque no sería el primero de origen afrocolombiano, ya que 1854 tuvimos al señor Juan José Nieto como el primer mandatario del Estado Soberano de Bolívar. Por último y con el que estoy seguro no me estoy ni me voy a equivocar es con ese gran señor, con ese “negro conservador” como lo llamo Petro, una persona educada, humilde que no se ha dejado deslumbrar por su cargo ni por ser quien es hoy, el Magistrado Gerson Chaverra Castro, primer presidente afrodescendiente de la Corte Suprema de Justicia, digno representante de su color y quien ha demostrado que se puede llegar a tener una gran representatividad sin perder sus orígenes y a quien respetamos y valoramos como un gran ser humano.

Sin duda, existe una diferencia muy notable entre Márquez, Murillo y Chaverra.

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