Por: Fredy Garzón – El Denunciante
Gustavo se fue de viaje a Uruguay, donde condecoró al exguerrillero Pepe Mujica con la Cruz de Boyacá, como si el pasado de ambos no tuviera un par de cadáveres y recuerdos dolorosos en el camino.
Pero el broche de oro del acto fue cuando, en un épico descuido protocolario, apareció en el escenario la bandera del M-19, detalle simpático, porque claro, quién necesita la bandera de Colombia cuando se puede celebrar a un grupo armado que sembró terror en los 70s y 80s.
No importa que para estos actos oficiales sea la bandera tricolor la que debería ondear. Petro, en su infinita sabiduría, decidió que, para la ocasión, el M-19 era el verdadero símbolo de unidad. Después de todo; ¿Qué importa la memoria histórica y el respeto por las víctimas cuando el mensaje es “yo hago lo que se me da la gana”?
Para los colombianos con memoria, esa bandera recuerda el asalto al Palacio de Justicia, esa mañana de noviembre de 1985 cuando el M-19, en su alianza con Pablo Escobar, arrasó con todo a sangre y fuego, dejando cientos de muertos y un país traumatizado; claro está que el ejército de Colombia también hizo lo suyo, y tanto la toma como la retoma fueron igualmente sangrientas.
No hay que olvidar el asalto a la Embajada de la República Dominicana en Bogotá en1980 donde se produjeron varios muertos y heridos, los numerosos secuestros y extorsiones para financiar sus actividades, el secuestro de la periodista Diana Turbay, secuestrada en 1985, quien luego fue asesinada durante una operación militar, la toma de la Catedral Primada de Bogotá en1973, secuestro que duró varios días y culminó en una intervención militar que dejó varios muertos, las acciones violentas en las regiones donde hubo enfrentamientos que involucraron ataques a bases militares, secuestros de civiles, asesinatos selectivos y las alianzas con el narcotráfico.
Así, mientras el presidente se toma tan en serio su papel de condecorador internacional, los colombianos nos quedamos con la sensación amarga de que hay un país que nunca termina de sanar porque algunos insisten en que el pasado debe ser olvidado, a golpe de una bandera equivocada. Quizás, hay símbolos que deberían ser tratados con un poquito más de respeto… o al menos con un poco menos de sarcasmo.