Por: Carlos Eduardo Gómez
La llegada de Salvatore Mancuso a Colombia ha generado una tormenta de opiniones y emociones en nuestro país. Este exjefe paramilitar, conocido por liderar el temido Bloque Catatumbo de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), regresa con una misión inusual: convertirse en Gestor de Paz. Pero, ¿qué significa esto para los colombianos? ¿Es posible reconciliar su pasado siniestro con un futuro de justicia y verdad?
Mancuso, también conocido como Santander Lozada o Mono Mancuso, fue responsable de innumerables crímenes durante los años más oscuros de nuestro conflicto armado. Desde masacres hasta desplazamientos forzados, su huella de violencia es imborrable. Sin embargo, su sometimiento ante la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) nos plantea una paradoja: ¿puede un verdugo convertirse en arquitecto de la paz?
La participación de Mancuso en las audiencias de la JEP ha revelado conexiones turbias entre los paramilitares, políticos y empresarios. La verdad, aunque dolorosa, es esencial para sanar las heridas de nuestra nación. Pero, ¿estamos dispuestos a escucharla? ¿Podemos enfrentar la realidad de nuestra historia sin titubear?
La condena pendiente de 32 años de cárcel para Mancuso por crímenes como homicidio, tortura y tráfico de drogas nos recuerda que la justicia no puede ser negociable.
¿Será su papel como gestor de paz suficiente para redimir su pasado? ¿O es una burla a las víctimas y sus familias?
La balanza de la justicia oscila, y el país observa con expectación y aprehensión.
Colombia enfrenta un futuro incierto. La paz no es un destino, sino un camino que requiere valentía, transparencia y compromiso.
La verdad debe ser el cimiento sobre el cual construimos una sociedad más justa. La justicia, no solo para Mancuso, sino para todas las víctimas, debe ser nuestra brújula. El tsunami de la verdad y la justicia se avecina, y nuestra respuesta definirá el rumbo de nuestra nación.
En este torbellino de emociones, recordemos que la paz no es un acto aislado, sino una cadena de decisiones y acciones. Salvatore Mancuso, con su pasado tenebroso, se convierte en un eslabón crucial.
¿Será la redención posible? ¿O solo una ilusión en el horizonte? ¿podría llegar a ocupar una curul en el congreso?
El país se sostiene en la cuerda floja, y un tsunami de la verdad y la justicia amenaza con arrastrarnos hacia un nuevo amanecer o sumirnos en la oscuridad perpetua.
¡Bienvenida sea una vez más esta nueva ilusión de Paz!