Por: Andrés Villota
¿Y cómo lo hacen? ¿Cuál es el negocio?, preguntó Frankie Ruiz en su canción, tratando de entender el origen del dinero de toda esa pléyade de nuevos ricos que apareció, de repente, en un país tan pobre como Colombia.
Ese repentismo millonario, llevó a que todos esos pobres diablos, anónimos, analfabetas, sin fama o fortuna, se convirtieran, de un día para otro, en excéntricos magnates.
Ese arribismo instantáneo fue catalogado como algo hecho por un mago. Mágico, es hacer aparecer miles de millones de dólares, de la nada, cómo sacados de un sombrero de copa de un mago, algo propio de alguien que hace magia.
Estos fueron los miembros de la primera generación de “Los Mágicos”, que apareció en la sociedad colombiana, un grupo de gente muy rica que nadie sabía cómo o cuándo, había amasado enormes fortunas de las que hacían alarde con excesos y excentricidades que rayan en el mal gusto.
Hace 40 años, Pablo Escobar Gaviria alias “El Patrón”, le regaló 443 viviendas a los recicladores que trabajaban y vivían en un enorme basurero de la ciudad de Medellín, Colombia. Hoy, Jimmy Donaldson, mejor conocido en el microcosmos de las redes sociales como Mr. Beast, regaló 100 casas, distribuidas en cinco países de Hispanoamérica.
Dos situaciones diferentes en modo y lugar, pero idénticas en su objetivo. En su momento, Pablo Escobar Gaviria, dijo que se dedicaba a la construcción y a la agroindustria cuando le preguntaron por el origen de su inmensa fortuna, y montó en cólera, cuando una periodista le insinuó que era un narcotraficante.
Los “Nuevos Mágicos”, dicen que se dedican a “crear contenidos”, un amplio objeto social que incluye todas las formas posibles de imbecilidad del ser humano.
Unos contenidos que, supuestamente, generan un tráfico inmenso en las redes sociales de los que hacen esas publicaciones porque el coeficiente intelectual del colombiano promedio, al parecer, lo hace proclive a considerar como una pieza audiovisual de alto valor, ver cómo alguien se alarga las piernas porque tiene un complejo de ser bajito o ver cómo alguien tira fajos de billetes sobre la ciudad de Bogotá desde un helicóptero alquilado.
El volumen de la visualización de esos contenidos, es remunerado por las redes sociales, dijeron en un primer momento para justificar las astronómicas cifras que resultó recibiendo una pléyade de semianalfabetas, que les permite tener ingresos mensuales infinitamente superiores a los que tienen los más altos ejecutivos de las empresas más grandes de Colombia.
Las redes sociales, preocupadas porque recibieron una avalancha de reclamos, aclararon que pagaban sumas irrisorias a los titulares de las cuentas por millones de visualizaciones, Entonces, salieron a aclarar, los nuevos Mágicos, que eso solo era una parte de sus ingresos pero que el grueso de esos millones de dólares, lo obtenían por asistir a eventos y por contratos de publicidad.
Sin embargo, esa justificación es bastante dudosa si tenemos en cuenta la capacidad de consumo de su audiencia, no solo por tratarse de menores de edad o desempleados que tienen el tiempo disponible para ver estos contenidos muchas veces en el día, sino por el bajo coeficiente intelectual de sus seguidores que, obvio, no les permite conseguir empleos bien remunerados.
Mejor dicho, el público objetivo de las empresas que pautan en esas cuentas, no tiene capacidad de consumo. ¿Están dispuestas las empresas a dilapidar sus recursos en publicidad que no cumple con su objetivo?
A los miembros de la familia Kardashian, les pagaban jugosas sumas por asistir a la inauguración de un bar que, la racionalidad del que paga esas enormes fortunas, lo hace esperando un retorno de muchísimas veces lo pagado.
Es decir, si un empresario le paga un millón de dólares a cada miembro de la familia por ir a tomarse fotos en su bar, es porque espera recibir cien millones de dólares en ingresos, mínimo, vendiendo licores y cobrando una entrada al lugar. Un imposible en términos de racionalidad económica.
Los carros que hoy se ven por las autopistas de Colombia, son los mismos que se ven en las calles del principado de Mónaco. Y a muchos les parece normal porque los propietarios de esos lujosos autos son creadores de contenidoo contratistas y políticos del gobierno del cambio.
Tienen una permanente protección en contra de las suspicacias, alegando que “todo lo del pobre es robado”, para salirle al paso a los que consideran que son envidiosos de las inmensas fortunas que amasaron personas que hace tan solo unos pocos años, vivían en la miseria absoluta.
Eso mismo dicen los que se volvieron millonarios desde que Gustavo Petro llegó a la Casa de Nariño. Que no sean envidiosos, que todos tienen derecho a ser ricos, porque ya lo hicieron sus antecesores y, además, dicen, que por lo menos no gobierna la derecha. Esto, creen, les da una Patente de Corso social, roban a manera de indemnización por no haber dejado llegar a la derecha al poder. Se auto perciben como unos mercenarios de la democracia.
Los nuevos Mágicos, resultaron siendo propietarios de lujosas mansiones ubicadas en La Calera, en toda la región sabanera y a orillas del mar, haciendas en los Llanos Orientales, lujosos pent-houses en los más exclusivos sectores de Bogotá DC, comprando entradas costosas para ver partidos de fútbol, abriendo depósitos en bancos boutique ubicados en paraísos fiscales y guardando fortunasen las billeteras virtuales de criptoactivos.
A los nuevos Mágicos, no les pregunta nada la prensa tradicional sobre el origen de sus fortunas. Así como a la primera generación de Mágicos, no les pasó nada y la justicia nunca actuó, los nuevos Mágicos, tampoco van a caer y seguirán haciendo magia de manera vitalicia.