Por: Andrés Villota
En la mitad de una clase de arte, en el colegio, oí gritos e insultos. Mi compañero iraní, uno de los hijos del embajador de Irán en Colombia, tenía en la mano una revista a la que gritaba. La tiró al piso y la escupió. Arrancó con furia una foto de Mohammad Reza Pahlavi, el último Sha de Irán, y la hizo trizas. Ese señor debió ser muy malo, pobre esa gente en Irán, menos mal llegó el Ayatollah Khomeini que se ve serio pero debe ser buena persona porque es religioso, por fin sacaron al tirano, ahora sí los pobres iraníes van a ser libres, pensé en mi mini cabecita de adolescente, en esa etapa de la vida en la que el criterio es poco y la emoción es mucha, tiempo de poco seso y de mucha víscera.
Con el tiempo entendí que el Sha Reza Pahlavi, había emprendido un proceso de modernización del país y de apertura a occidente, y que los líderes religiosos se sintieron amenazados de perder sus privilegios, que eran muchos, por lo que asumieron una posición crítica frente al Sha que fue capitalizada por la minoría de la extrema izquierda iraní, siempre minoría, siempre al acecho, como todas las Izquierdas en el mundo, buscando excusas para iniciar un proceso revolucionario.
El maridaje perfecto para una catástrofe social y política: fanáticos religiosos con fanáticos comunistas, extremismo y fundamentalismo puro. Terror y violencia cuando no existen los argumentos ni la razón, es lo único que queda para llegar al poder y no irse jamás porque, por las buenas, en las urnas es imposible y toca quedarse para que nunca se den cuenta de todas las atrocidades que hicieron, de todo lo que se robaron y de todo lo que explotaron y esclavizaron al pueblo que aseguraron haber liberado de la tiranía y de la opresión del Sha.
Fidel Castro lo hizo igual. También dijo que tumbaba a Fulgencio Batista para liberar al pueblo cubano de la opresión y ahí se quedó siendo peor que Batista, para siempre, hasta que se murió rodeado de lujos y de excesos, sin haber hecho nada para que Cuba fuera libre y próspera. Solo logró volverla una isla miserable, enviar a la cárcel a los que no pesaban igual a él, perseguir a los homosexuales como Reynaldo Arenas y montar en un barco a los criminales más sanguinarios y enviarlos a Estados Unidos en el Mariel. Esclavizó a los cubanos en nombre de los dogmas del comunismo. Le siguió su hermano Raúl y ahora está uno que resultó ser igual de perverso y tirano que se llama Miguel Díaz-Canel.
La cúpula de la Dictadura Islámica de Irán es intocable por tratarse de la élite religiosa. Esos religiosos llevan 42 años dedicados a esclavizar sistemáticamente a los iraníes, suprimiendo todas sus libertades y derechos lo mismo que, supuestamente, decían que había hecho el Sha. Todos guardan silencio porque los religiosos jamás harían algo perverso, algo macabro, algo sucio. Eso explica que, cuando dijeron que a todos los hampones de cuello blanco más corruptos de Latinoamérica les guardaba su botín el papa Francisco, nadie creyó. ¿Cómo podría un venerable Jesuita, igual de venerable que el reverendo padre Francisco de Roux, ser capaz de tamaña atrocidad?
Teherán se volvió el centro financiero de los tiranos y de los aspirantes a tiranos, usando el dinero de todos los iraníes del que se apropiaron desde hace muchos años. Hasta que los iraníes se hastiaron de tantos atropellos, represión, esclavitud y muerte. El derecho a la protesta social, allá no existe, por eso han masacrado a miles de jóvenes indefensos cuyo único delito fue salir a las calles y levantar su voz de protesta contra la tiranía. Las marchas en contra de la dictadura se han incrementado desde que, supuestamente, ganó la presidencia Ebrahim Raisi, en unas elecciones igual de transparentes a una Coca-Cola. Raisi, es un reconocido fundamentalista antisemita que también está acusado por crímenes de lesa humanidad. Fue uno de los cuatro jueces que, en los primeros años de la revolución islámica, organizó una purga, necesaria para afianzarse en el poder, y supervisó la ejecución de miles de miembros de la oposición iraní, incluyendo a mujeres y niños.
El pasado 28 de junio del 2021, en Irán, empezó un paro de los trabajadores de las refinerías y de las empresas proveedoras de energía. Un paro de verdad, no el remedo de paro impuesto e inducido con bloqueos, la decapitación de trabajadores y la destrucción de los medios de transporte para que el pueblo no pudiera ir a trabajar como el que organizaron los sindicalistas colombianos, los alcaldes de la extrema izquierda de Bogotá, Cali y Medellín, y Gustavo Petro y sus secuaces.
En Irán hablamos de un paro, de verdad, al que se le han unido casi todos los sectores de la economía iraní. Hoy, en este momento, el pueblo iraní está volcado en las calles, reclamando justicia y el final de su esclavitud. El hijo del depuesto Sha, Reza Pahleví y su mujer Yasmine Etemad-Amin, se han convertido en los líderes de la resistencia civil y en grandes activistas que luchan para que la democracia se implante en Irán. Las manifestaciones pacificas, cada vez son más multitudinarias y más fuertes. Han llegado a un punto de no retorno. La dictadura tiene que caer.
En Cuba el pueblo permanece en las calles, hastiado, saturado de la miseria, del hambre, de la pobreza, de la cleptocracia que los mal gobierna. En las cinco principales ciudades de Cuba, las marchas pacíficas parecen no tener fin. La dictadura, cobarde, movilizó al ejército para bloquear las principales carreteras, y bloqueó el 60% de la señal de internet en todo el país para evitar que los cubanos se enteren de la fuerza de las protestas en todo el territorio. Los gritos de “Libertad”, “Patria y Vida” y “Abajo la Dictadura” cada vez se oyen con más fuerza. La dictadura que completa 62 años de barbarie y de esclavizar al pueblo cubano, tiene que caer.
Estas verdaderas revoluciones que se están gestando en el mundo, son imparables. Si caen las tiranías de Irán y Cuba, cae la dictadura de Venezuela por un efecto dominó. Caen, también, las FARC y el ELN y sus patrocinadores en la sombra que, han esclavizado a los colombianos por más de medio siglo, usando los mismos argumentos que usaron en su momento los tiranos de Irán y Cuba para tomarse el poder y nunca dejarlo. El mundo sigue cambiando, aunque los empleados de los medios de comunicación tradicionales colombianos no se hayan dado cuenta, todavía.