Por: José Félix Lafaurie
“Ese tipo Villavicencio que se tenga de las orejas, porque que me lo clavo”. Semejante vocabulario es de la exsenadora, excandidata presidencial y consentida de Maduro y Correa, Piedad Córdoba, alias “Teodora” en las Farc…, aunque lo niegue.
¿Por qué tan brava Teodora? Porque fue mencionada en el documento que Fernando Villavicencio, presidente de la Comisión de Fiscalización de la Asamblea Nacional de Ecuador, le entregó oficialmente al presidente Duque y al presidente del Senado Juan Diego Gómez, sobre la red de corrupción de Alex Saab en Venezuela y en su país, donde desfalcó a la reserva nacional.
Ahora resulta que Piedad no conoce a Saab, no viajó en sus aviones ni ha hecho negocios con el testaferro de Chávez y Maduro, diplomático venezolano en África y negociador en México, nombramientos que no lograron detener su extradición. Curioso que ni lo conozca, porque Saab hizo parte del círculo cercano de los dictadores, donde Piedad es bien recibida.
Gerardo Reyes, director de Investigación de Univisión, publicó un libro sobre Saab, en el que reseña sus negocios y cercanos vínculos con Chávez, Maduro y Piedad, quien hasta le “palanqueó” la devolución de ¡30 millones de dólares!, dizque de buena gente. ¡Uhm!
La negación es expresión de la traición. Samper negó a Botero, su jefe de campaña; Santos, negó a Uribe en la JEP y hasta lo acusó de propiciar los falsos positivos. El mismo Santos, en 2011, no sabía quién era el empresario colombiano -Saab- que, en solemne ceremonia con Chávez y Maduro, firmó millonario y tramposo convenio.
Petro, o mejor, “Aureliano” no niega al M19, pero nada tuvo que ver con asesinatos, secuestros ni alianzas con narcos para atacar a la justicia. El exjefe de inteligencia de Chávez, en la Audiencia Nacional de España, incluyó a Petro entre los políticos “receptores de dinero” del gobierno venezolano, acusación que ya le había hecho Diosdado. Como era de esperarse, Petro reconoce amistad con Chávez, pero no conoce a Carvajal y no es amigo de Maduro.
No hay hechos aislados en la izquierda. El senador Bolívar equipa a los vándalos de la Primera Línea, pero lo niega; el alcalde de Cali le entrega la ciudad al ELN, pero lo niega, mientras la de Bogotá niega la acción abnegada de la Policía y el apoyo evidente a “sus pelaos”, y los senadores farianos callan ante el narcoterrorismo de sus disidencias, mientras añoran a Tirofijo, Márquez y Santrich.
Santos niega haber traicionado la democracia en el plebiscito y negociado el Estado con unos bandidos, por una paz que no llegó. Para los neocomunistas, la negación es un escudo para seguir atacando; por eso el disfraz de “progresistas” mientras dan el zarpazo a la democracia.
¿Qué esperar de consumados traidores, si hasta Pedro negó a Jesús tres veces? Solo nos queda negarlos en las urnas y salvar a Colombia.