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Las implacables amenazas a las Fuerzas Militares

por El Expediente
febrero 9, 2025
en Opinión
Tiempo de leer:7 mins read
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LA INVOLUCIÓN DE GOBIERNO DE IZQUIERDA 
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Por: T. Coronel (r) Gustavo Roa C

“Los guerreros superiores están combatiendo, mientras los enemigos, están proyectando sus ataques”. Sun Tzu. 

El conflicto colombiano, por su naturaleza variada, contempla diferentes agentes de desestabilización institucional, que deben ser analizados cuidadosamente, para lograr la mitigación de los efectos colaterales de esas acciones siniestras, en contra de la democracia.

Los enemigos que las fuerzas de seguridad tienen por delante, se han ido remozando, como efecto de la evolución constante de la tecnología, las tendencias sociales, la reingeniería social, las  nuevas creencias y costumbres, pero especialmente por el fortalecimiento de ideologías, que han ido calando, en el espíritu de los militares, como consecuencia de una labor cuidadosamente ejecutada, por los enemigos que hoy enfrentan, estos enemigos son bastante diferentes, a los conocidos en otros tiempos. 

La involución o evolución del pensamiento y la personalidad humana, (tema propio de expertos sociólogos) los constantes avances tecnológicos, las novedosas estrategias utilizadas para vencer al enemigo, la política partidista como fundamento de la protección o aniquilamiento del estamento militar y otros factores intangibles, hacen que nuestras fuerzas militares y policía, se enfrenten a nuevos y rigurosos retos en la preservación de su integridad, disponibilidad y confidencialidad institucional.

En Colombia particularmente, las ideologías, importadas de diversas latitudes del globo, su capacidad de persuasión, convicción y adoctrinamiento, a través de la desinformación social, asociada a la utopía, el engaño y la mentira, han calado profundamente en las selectivas mentes de jóvenes y adultos, cuyos sentimientos han sido alimentadas por la desesperanza, resentimiento y rencor, alimentadas por promesas y metas incumplidas.

La explotación de estos condicionamientos, han convertido a estos ciudadanos adoctrinados, en enemigos del Estado, las instituciones que lo componen y el denominado establecimiento.Lo que se conoce, como el “the establishment” que, según la definición de la sociología y ciencias políticas, le describen como un grupo social dominante, que ejerce el control sobre el sistema político, sistema económico, financiero y social. 

Este establishment, ha generado conceptos irreflexivos, irracionales e inconscientes, en los ideólogos y contradictores arropados por ideologías “progresistas”. Según ellos, el establecimiento ha sido el culpable de toda clase de daños a los Estados, a pesar de las estadísticas económicas, sociales y productivas, que indican lo contrario, a lo manifestado por el progresismo, recalcitrante.

Sin duda, toda organización humana, es imperfecta y se tendrá que revisar permanentemente su estructura, operatividad y funcionamiento, para mejorar su aplicación social y hacerla más eficaz y eficiente, como herramienta de desarrollo.

Los enemigos de los sistemas capitalistas, agrupados desde hace años bajos los preceptos del comunismo, socialismo y recientemente como ‘progresistas”, término acuñado como parte de su reciente y remozado maquillaje, han relacionado una estrecha identidad y vínculo entre las fuerzas de seguridad del estado y el establecimiento.

En el caso de nuestro país, las Fuerzas Militares, ideológicamente independientes y ajenas a temas partidistas, han recibido también el embate de los enemigos del establecimiento, pues finalmente estas fuerzas, hacen parte de la institucionalidad, tal como lo establece nuestra carta magna.

Los años aciagos, donde la Policía Nacional de Colombia fue una fuerza evidentemente politizada ha sido superada. Las fuerzas militares y la policía, entienden hoy que su misión y su labor principal están enfocadas y regidas por la Constitución nacional, en la defensa de la Nación, el orden, la justicia y la soberanía nacional, independientemente del gobierno de turno y de los intereses de éste. Este último renglón, ha hecho que muchos fanáticos “progresistas”, consideren a las fuerzas de seguridad del estado, como contrarias a sus proyectos políticos, siendo en la realidad y en la práctica, una organización monolítica en su pensamiento y en la defensa de la ley y el orden.

Con el fin de debilitar la doctrina militar, se han generado, acciones de infiltración y penetración, por parte del pensamiento marxista, dirigido a las instituciones militares y de policía, no como una evolución de la conducta militar, sino como una herramienta de peligrosa “transformación”, generando, de esta manera, la desmotivación de la misión constitucional y la irrevocable defensa de la democracia, a cambio de convertirse en un instrumento armado, al servicio, del régimen de turno. Hemos visto como en varios países, como sus fuerzas de seguridad, se han convertido en violentas herramientas de represión política, para sostener y mantener, a toda costa, los regímenes dictatoriales, sacrificando incluso el bienestar, el progreso y el desarrollo de sus pueblos.

Es pertinente reconocer que este fenómeno no ha sido evidente solo en la extrema izquierda, también ha ocurrido en la extrema derecha, tal como podemos observar en diversos ejemplos ocurridos al sur del continente americano.

Colombia, en este momento con un gobierno autodenominado “progresista”, el cual muy seguramente no está interesado en desaparecer las fuerzas como instituciones, pero sí, muy probablemente, en realizar una trasformación profunda, para convertirlas en un instrumento, que le permita mantener la solidez de su proyecto y   alcanzar la politización de éstas, a través de la ideologización de sus hombres.

Este es la génesis del problema que se ha empezado a percibir, en este punto es donde el mando militar, debe mantener la observación permanente, en el cumplimiento de la misión constitucional, de igual manera observar la imparcialidad ideológica, a través de medidas de capacitación e instrucción, que permitan blindar, este propósito y fortalecer la doctrina institucional.

La principal arma, que han utilizado a lo largo de los años, tanto la extrema izquierda, como la extrema derecha, es simple, sencilla pero efectiva, y consiste en utilizar una dialéctica que perfora la mente y el corazón de los soldados y policías, enfrentándolos al Estado democrático y legalmente constituido, como su principal oponente, en el desarrollo del proyecto populista.

Adicionalmente esta labor la complementan, los denominados brazos armados de las extremas, en el caso de la extrema izquierda,conformada por esos anacrónicos grupos narcoterroristas, como las Farc, el Eln, el Epl y el M19, y otros, que vienen adelantando un trabajo de psicología social, para pasar de ser terroristas como realmente lo son y ser rebautizados, como supuestos grupos “rebeldes”, donde el actual gobierno izquierdista, ha pretendido exaltarlos y convertir a sus cabecillas en héroes y mártires nacionales.

Estos grupos narcoterroristas, han sembrado de violencia a Colombia por años y han sido reconocidos, como tal, a nivel internacional. El trabajo conjunto, de estas organizaciones delictivas y sectores políticos de izquierda, han adelantado una guerra sin cuartel, tanto en lo operativo como en la acción psicológica, manteniendo con vida un proyecto de identidad ideológica y de expansión social, para sectores de la sociedad, específicamente identificados.Cuando se empiezan a notar los primeros éxitos de esta siniestra estrategia, es cuando se avizora la desmotivación, la incomprensión de la misión, el debilitamiento psicológico, operativo, logístico, administrativo y las continuas fallas y desastres en las operaciones militares, que terminan convirtiéndose en noticias cotidianas sin ningún tipo de impacto. 

La reducción presupuestal, el desmejoramiento de las condiciones sociales de los integrantes, la afectación en la infraestructura de los sistemas de salud, bienestar y honorarios, la pérdida de priorización en mantenimiento de armamento y equipo, así como el debilitamiento de la inteligencia y la contrainteligencia militar, que le generan riesgos y profundas amenazas, a la defensa de la constitución y la ley. 

El nombramiento de ministros y mandos proclives y en ocasiones abiertamente adeptos al proyecto ideológico y partidista de un gobierno, por encima de su misión constitucional, bien sea por convicción, por temor o por conveniencia, hace que se incremente el pavor al disenso y la prevalencia del cumplimiento de las órdenes del gobierno de manera incontrovertible y ciega, en ocasiones violatorio de la Constitución y la ley.

Cuando surge un mando que respete los preceptos constitucionales, por encima de los intereses ideológicos, los “progresistas”, lo consideran como una traición a su proyecto y califican este comportamiento como indigno para permanecer en las filas, pues este miembro de la institución no cumple con los propósitos del gobierno de turno.

Por esta razón vemos centenares de brillantes oficiales y suboficiales, que han sido retirados del servicio activo, sin ninguna fórmula de juicio y sin aparente violación, a los reglamentos disciplinarios de las institucionesEstas son entre otras las armas más contundentes para debilitar y reemplazar a las instituciones que deben observar el mandato constitucional.

Esta guerra es mucho las letal, rápida, agresiva y contundente, que la convencionalmente conocida.Concluimos de esta manera, que las instituciones militares y de policía, tienen enemigos mimetizados, en casi todos los sectores de la sociedad, incluyendo el mismo Estado, el Congreso, la justicia, el gobierno en ejercicio y lamentablemente, en algunos integrantes de sus cuerpos de tropa, incluyendo a estos infiltrados, perteneciente a todas las jerarquías militares, que podrían ser utilizados en un futuro, como complacientes servidores, con los proyectos  tanto de extrema izquierda, como de extrema derecha.

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