Por: Hernando Cortés Luna
Lo cierto es que más temprano que tarde, el gobierno Petro ha empezado a perjudicar la calidad de vida de los colombianos. Los invito a pensar: ¿cuándo fue la última vez que este gobierno ha dado una buena noticia? El petrismo vive de escándalo en escándalo y el tema económico no pinta bien. En momentos de crisis es necesario sacar la mejor versión de cada uno de nosotros entonces me pregunto: ¿dónde está la mejor versión de la oposición?
Salvación Nacional es un partido pequeño, con limitaciones operativas y con una personería jurídica recientemente recuperada, pero con un legado ideológico inconmensurable. El legado de Álvaro Gómez Hurtado llegó cuando más se necesitaba: el acuerdo sobre lo fundamental y la importancia de las formas en la política. Llegamos justo a tiempo para plantar cara a la falacia progresista, a los pseudo demócratas, a los irresponsables. No obstante lo anterior, reconociendo con humildad nuestras limitaciones, hemos intentando contribuir a coordinar a la oposición sin ningún afán protagónico pero ha sido imposible. “¿Por qué no se unen?” Preguntan innumerables veces en Twitter y la verdad es que no hemos sido nosotros quienes hemos puesto el palo en la rueda. En la política colombiana todavía pulula la pequeñez de tener que pedir permisos a los “jefes”, la minoría de edad eterna de algunos líderes de la oposición los ha dejado maniatados mientras el país se derrumba y a otros nuevos liderazgos se los ha comido el tacticismo vulgar, la conveniencia.
Lo cierto es que Salvación Nacional sigue ahí, con humildad y vehemencia, trabajando en construir su propuesta de cara a las elecciones regionales de octubre. Sirviendo de hogar al conservatismo no vergonzante y ondeando la bandera del Acuerdo sobre lo fundamental. Acá no hay “jefes”, acá los únicos jefes son nuestros principios. No hay espacio para el caudillismo, hay espacio para el ciudadano que quiere vivir mejor sin negociar la ley, la ética y apostándole al desarrollo económico sostenible.
Como coordinador nacional de jóvenes del Movimiento de Salvación Nacional, sólo me queda invitarlos a hacer de Salvación Nacional el partido que los conservadores y demás facciones de la derecha nos merecemos, a que pongan sus nombres en nuestras listas a los concejos municipales y distritales, a las juntas administradoras locales, a alcaldías, gobernaciones y asambleas. No podemos seguir insistiendo en partidos caducos que viven traicionando a sus bases, sacrificando a sus lideres, o acomodando sus principios para caerle bien a todo el mundo. En este momento de crisis necesitamos sacar la mejor versión de la oposición. Hagamos de Salvación Nacional la casa de la oposición, de la mejor oposición posible, cuidando el fondo como las formas, sin ofender a nadie ni enfrascándonos en peleas pueriles, presentémosle a Colombia un programa de salvación y progreso.