Por: Jaime Arturo Restrepo. El Patriota.
La Comisión de la “Verdad” negociada en la Habana, obedece a la franquicia continental de la izquierda carnívora y sanguinaria bautizada como “PROYECTO NUNCA MÁS” edificada como un modelo para lavarles la cara a los terroristas de las organizaciones revolucionarias alzadas en armas, para enlodar al Estado, a las Fuerzas Militares, en conexidad con algunos sectores.
El 2 de octubre del año 2016 el Constituyente Primario desaprobó por mayoría, la totalidad de los acuerdos de la Habana mediante un plebiscito, que fue desconocido por el gobierno Santos, la oposición política y la Corte Constitucional. En ese acuerdo espurio, se negoció la impunidad rampante para los terroristas de las FARC, violentando el precepto de penas apropiadas y adecuadas de que trata el Estatuto de Roma, se negoció la elegibilidad política para criminales de lesa humanidad; además del control territorial, mediante la creación de un fondo de tierras, de un programa de desarrollo agrario integral con enfoque territorial, conocido con las siglas PDET y con la implementación de zonas de reserva campesina, que sirven como bastión, trinchera y cultivo para la violencia terrorista.
En ese mismo paquete de dadivas al terrorismo, se negoció la creación de una Comisión para el Esclarecimiento de la “Verdad”, la Convivencia y la no Repetición, que se nutrirá principalmente del informe sesgado de la Comisión Histórica del Conflicto y sus Víctimas, para construir una verdad oficial a la medida de las FARC y de la izquierda. (Acuerdos de la Habana, página 118, punto 5.1.1.1, página 123, punto 5.1.1.1.3).
Ese domingo 2 de octubre del año 2016, seis millones cuatrocientos treinta y ocho mil quinientos cincuenta y dos (6.438.552) ciudadanos colombianos votamos NO en el plebiscito, desaprobando las 297 páginas de los Acuerdos de la Habana por mayoría de votos, incluyendo la creación de la Comisión de la “Verdad”, que nos fue impuesta mediante el despojo de la voluntad democrática.
Para esta Comisión de la Mentira, se nombraron 11 comisionados entre el gobierno Santos y la organización narcoterrorista FARC, birlando los principios orientadores de imparcialidad e independencia, empezando por su presidente, el jesuita Francisco de Roux, cura de la misma estirpe del obispo Darío Monsalve o del cura Javier Giraldo, lavadoras vivientes de imagen para el terrorismo revolucionario. Los comisionados “guardianes de la verdad”, son probados militantes de la izquierda, quienes con claridad diamantina realizarán un informe de deconstrucción histórica en favor de sus camaradas de las FARC, con excepción de un militar retirado que matricularon allí como legitimador y garantía de la supuesta objetividad e imparcialidad. (Acuerdos de la Habana, página 120, punto 5.1.1.1.1, Página 124, punto 5.1.1.1.5, página 125, punto 5.1.1.1.6).
Con toda razón afirmaba el célebre escritor George Orwell “Para hacer cumplir las mentiras del presente, es necesario borrar las verdades del pasado” y con este objetivo nació la Comisión de la Mentira, mediante el Decreto 588 del 5 de abril del 2017 expedido por el gobierno del presidente Juan Manuel Santos para implementar los acuerdos con el terrorismo.
El prisma analítico de esta Comisión de la Mentira obedece a una receta, a una franquicia internacional de deconstrucción histórica, que ha sido prodiga en acomodar la memoria histórica para distorsionar el pasado tendenciosamente con objetivos políticos en favor de la izquierda. El revisionismo histórico ya ha sido probado eficazmente como método revolucionario en la Comisión para la Verdad para el Salvador, la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación en Chile, la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas de Argentina, la Comisión para el Esclarecimiento Histórico de Guatemala, la Comisión para la Paz en Uruguay, la Comisión Valech en Chile, la Comisión de Verdad y Reconciliación del Perú y la Comisión de la Verdad de Bolivia.
No es casual ni fortuito entonces, que miembros de la Comisión de la Mentira en Colombia, vengan de edificar informes de manipulación histórica en otros países de la región, verbo y gracia, el señor Alejandro Castillejo desde la Comisión Peruana de la Verdad, o el señor Carlos Martin Beristaín, desde la Comisión de Recuperación de la Memoria histórica de Guatemala. Experimentados deconstructores de la historia, para mover la sugestión colectiva, el contagio emocional, en torno a los objetivos políticos de la izquierda latinoamericana. Pensemos que las guerras no siempre las ganan los vencedores, sino el bando que escribe su historia.
Actualmente la Comisión de la Mentira en Colombia organiza una zarabanda de todos los actores de la confrontación armada, para ponerlos a cantar y bailar templados por un solo tono y listos para un solo acorde, en torno a blindar de legitimidad y notarizar su credibilidad frente al imaginario colectivo. Para sortear esa brecha de evidente parcialidad, invitan a participar no solo a combatientes desmovilizados de las autodefensas, sino también a miembros de la Fuerza Pública incursos en delitos, para construir la espina dorsal de un informe final, en donde serán las FARC y las organizaciones rebeldes las victimas justificadas de la confrontación armada, y los otros, sus victimarios. La conclusión de ese método de geometría deconstructiva no será otra, que erigir la responsabilidad principal al terrorismo de Estado, como una estocada de muerte institucional al valor del Estado Nación.
El talante de esta Comisión de la Mentira, a la que se le pretende dar un carácter de ciudadela amurallada, como los dueños, amos y señores de la “verdad”, ya han dado muestra evidente de su parcialidad y mezquindad, cuando han escuchado en sus audiencias privadas, mediante confesionario, con sigilo y compartimentación a las FARC indultadas, y a contrario sensu, en audiencias públicas y con megáfono hacia los medios de comunicación, el dicho de militares y de excombatientes de las autodefensas postulados a Justicia y Paz.
Otro precedente que ratifica y corrobora la parcialidad, la pluma sesgada y politizada de esta Comisión de la Mentira, fue el ejercicio piloto realizado en el “Informe del Proyecto Narrativas de Excombatientes de Organizaciones Insurgentes y Autodefensas para la Comisión de la Verdad”, financiado por el Centro Internacional para la Justicia Transicional – CIJT (para la impunidad). Donde se intentó relatar prolijamente un documento que favorecía los intereses de las FARC, organización que se incorporó estratégicamente a última hora para ese trabajo.
La calidad servil de la Comisión de la Mentira (hija de los acuerdos de la Habana) a su madre las FARC y a la izquierda fratricida, advierten sin temor alguno de dudas, que la verdad se sumergirá en terreno movedizo y que jamás por cuenta de esa Comisión, el país y la comunidad internacional conocerá la verdad sobre sus organizaciones políticas, como el Partido Comunista Colombiano y la Unión Patriótica, sobre los menores reclutados por las FARC que jamás fueron entregados, tampoco conoceremos sus socios en el narcotráfico, testaferros, ni sobre las caletas y tesoros bien guardados en paraísos fiscales, sobre sus “organizaciones o movimientos sociales y populares” que hacen parte de las Uniones Solidarias de Base, que constituyen la red de organizaciones políticas clandestinas de las FARC (líderes sociales – ONG de las FARC), mucho menos sobre el Movimiento Bolivariano por la Nueva Colombia, los Núcleos Bolivarianos, Milicias Bolivarianas, Milicias Populares, Redes urbanas, el PC3 (Partido Comunista Clandestino Colombiano de las FARC), la participación de la Unión Patriótica (UP) en el genocidio contra Esperanza Paz y Libertad, la Comisión Internacional de las FARC o sobre los 100 sabios de las FARC tan mencionados en el Caguan de Pastrana.
En lo relacionado con el inventario de crímenes masivos y sistemáticos contra la humanidad, estos serán manejados, mimetizados, diezmados y justificados en favor de las FARC y de las organizaciones revolucionarias, en una asimetría siniestra para recargar la infamia y la perversión en los crímenes de Estado y de sus “colaboradores”.
Conociendo pues la génesis y el origen de esta Comisión de la Mentira y de sus comisionados, se tendría que ser muy incauto, inocente o cándido, para ofrecer credibilidad a semejante exabrupto y bodrio institucionalizado; pero como dicen en mi tierra “primero se acaba el helecho que los marranos”. No faltarán quienes obedeciendo a intereses económicos del pasado o del presente, presenten su matrícula incondicional; o los expertos sacrificados en cargar el arma, afilar la cuchilla de la guillotina, hilar la cuerda para la horca y abrir el hueco para facilitar la tarea de su verdugo.
El carácter extra judicial de la Comisión de la Mentira, será la carnada que muchos morderán, en un nudo gordiano, que de la mano con la JEP y una administración de justicia cooptada por la izquierda, será el punto de partida para la inseguridad jurídica y la persecución judicial de los enemigos de la revolución, en aplicación del derecho penal del enemigo como fórmula gramsciana. En síntesis la combinación de todas las formas de lucha sigue vigente y esa Comisión de la Mentira es uno de sus caballos de batalla.
Para finiquitar les dejo esta reflexión de Winston Churchill: “Intentar mantener buenas relaciones con un comunista es como cortejar a un cocodrilo. Cuando abre su boca, no puedes decir si está intentando sonreír o preparándose para engullirte”