Por: Fernando Álvarez
Las recientes encuestas sobre las preferencias electorales para las presidenciales del 2022 reflejan que Colombia puede estar a punto de perder el rumbo democrático principalmente por los errores conceptuales de la derecha, el oportunismo del centro tanto de derecha como de izquierda y por el aventurerismo de los sectores medios desencantados con la clase política tradicional. En este contexto sobresalen las actitudes reaccionarias de subestimación a la mujer incrustadas en el Partido Conservador y en el propio Centro Democrático, las cuales al final solo terminan por alimentar las posturas leninistas y mesiánicas enquistadas centenariamente en todas las fuerzas revolucionarias para al final de la partida generar las condiciones del triunfo del Socialismo del Siglo XXI en nuestro país.
El tradicional machismo conservador y las posiciones misóginas alojadas atávicamente en los sectores retardatarios del Centro Democrático le quieren cerrar el camino, a toda costa, a la única posibilidad que tienen de hacer un contrapeso real al candidato de la izquierda, Gustavo Petro, simple y llanamente por el hecho de que María Fernanda Cabal es mujer.
No se necesita ser lince para comprender que las concepciones según la cual el sexo femenino es el débil y las damas están llamadas a seguir las orientaciones de sus machos fueron clavadas hasta el tuétano en los segmentos más radicales y fanáticamente conservadores. Y hoy ante las serias posibilidades de que Cabal se alce con el favoritismo de los sectores populares del uribismo y que las bases del partido del expresidente Alvaro Uribe opten por la visión femenina de país como salida a la crisis de credibilidad y de liderazgo masculino, habría que esperar el coletazo del machismo ultraconservador para intentar atajar esta perspectiva femenina en el poder.
Si María Fernanda Cabal perteneciera a un partido de centro o de izquierda, hace rato marcaría de primera en las encuestas. Es mujer, tiene coraje, es coherente y leal a sus principios. Pero sobre todo hoy genera tanto simpatías como antipatías porque resultó ser un palo no sólo en lo mediático sino en lo estructural. Es profunda y estudiosa y esa virtud hasta hace poco era cualidad masculina, por lo menos visiblemente.
La presencia femenina en la política es una conquista democrática, pero Colombia, en ese terreno, aún no ha dado el paso de país moderno que valore el liderazgo femenino de manera contundente. Este tipo de avances en democracia y en equidad casi siempre se ha asociado a la lucha de las fuerzas menos conservadoras del país y del mundo, por lo que hasta el machismo izquierdista está de plácemes con los mero machos de la derecha. Los machos machotes de la política tradicional están acostumbrados a las primeras damas y casi siempre les delegan tareas grises, relacionadas con la solidaridad social o con las actividades que se registran en las páginas sociales, pero imaginarse una mujer en el poder es tan remoto como que Colombia entre al mundo de enviar astronautas al espacio sideral. Y si a esto se suma que las mujeres por atajar a sus congéneres se ponen en el papel de la cuña del mismo palo, a Cabal le queda aún más cuesta arriba su pedaleo. Ella lo sabe y su mérito se agranda cuando a pesar de todo se le mide al reto con todas sus colateralidades.
Pero de seguro, además, que si hubiera un hombre candidato de derecha con los pantalones, la valentía y la profundidad de María Fernanda Cabal, hace rato estaba disputando los primeros puestos de las encuestas con el candidato de la izquierda unida, Gustavo Petro.
Pero falta mucho para que los defensores de la familia, la tradición y la propiedad privada se hagan a la idea de que el avión sea conducido por una mujer piloto. Y falta mucho pelo para moño para que los encorbatados de las altas esferas políticas imaginen que Colombia puede tener su propia dama de hierro. Y como María Fernanda Cabal es la única que ha demostrado que le pararía el macho a las FARC, al ELN y a todas las izquierdas con sus pelambres, asusta.
Y por los túneles del machismo de izquierda y de derecha la cosa política para escoger la representación presidencial dentro del Centro Democrático puede terminar en manos de cualquier hombre, así sea aguas tibias, pusilánime o capitulacionista con el leninismo, antes que en una mujer con los pantalones bien puestos y con capacidad para poner un Dique al comunismo.
El hecho es que en esta época de disfraces en la que antes del 31 pasado todo el mundo se había puesto la máscara que le conviene según el escenario que se le acomoda y los antiaborto de siempre ahora son abortistas y los ateos de toda la vida ahora invocan a la Divina Providencia, no sería raro que hasta los más modernos terminen asumiendo posiciones medievales en las que la mujer es vista como un ser inferior. Porque hoy todos a una se agarran hoy de un avión cayendo y se enredan sin ruborizarse en el mundo de las incoherencias y las autocontradicicones.
El candidato Gaviria, el de los expresidentes Gaviria, Samper y Santos se ha vuelto como la Chimultrufuia, que lo mismo dice una como la otra. El candidato de la izquierda unida se ha contaminado del voltiarepismo de Roy Barreras y los mismo es ateo que religioso, ataca el aborto y lo defiende y el candidato de las bancadas uribistas lo mismo quiere continuar la paz con impunidad y criticar a la JEP como defender el Acuerdo de la Habana que tanto ha mortificado a las bancadas del Centro Democrático.
Y para completar este escenario machista- leninista, donde prima la pasión y no la reflexión, los inconformes, los decepcionados y los cansados de más de lo mismo, hoy vuelcan sus afectos hacia un candidato que no se quedó en la frase uribista de “le rompo la cara marica“, sino que ha demostrado que es un macho alfa que le da en la jeta a los concejales que le controvierten su discurso ético populista así su hijo sea el protagonista de la fabrica de coimas en su administración.
A María Fernanda Cabal sólo le queda encomendarse a la Virgen del agarradero porque los machos escogerán santo para pregonar sus neoposturas religiosas, o se les verá subiendo a Monserrate para colgarse del Señor Caído, o insistiendo en compararse con Jesús y a la vez poniéndole velas al diablo Jesús Santrich, o muy pronto enfilándose con los pastores aunque queden como el pastorcito mentiroso.
A María Fernanda le dejarán el señor de Buga porque por allá los machos no se van a enfrentar a la Primera Línea. Y de repente su fe en la Virgen de Guadalupe, ese ícono religioso que le dejaron los españoles a los nativos americanos porque no era blanca y tenía rasgos de indígenas, puede hacer el milagro para que los machistas y los leninistas no se salgan con la suya. En ese
momento se podrá decir que los hombres del Centro Democratico se amarraron el cinturón y aceptaron que cuando el rey está en jake la dama puede ser la salvación.
En todo caso en la Colombia del realismo mágico y del país del Sagrado Corazón tanto en la izquierda como en la derecha una mujer asusta. No en vano Petro se vio en calzas prietas con su fórmula vicepresidencial de 2018 y tuvo que deshacerse de Ángela María Robledo. Y a la luz del machismo atávico, que aún corre por las venas de personas cultas e incluyentes, por alguna razón unos pocos Uribistas entraron el el juego sucio con Cabal. Tanto que lo notan hasta los machistas de izquierda. Porque punteros derechos y zagueros de la punta izquierda saben que cuando un equipo de fútbol recurre a las patadas en la canillas es porque se ha quedado sin argumentos futbolísticos.
Ojalá la bancada Uribista le apueste a su credibilidad y al rescate de la confianza por encima de sus cuentas electorales y sus cuentos machistas. Que comprenda que su clientela y sus pequeñeces dependen de que sobreviva la democracia o si no desaparecerán por sustracción de materia. Y que sus temores machistas le abran la puerta a talento sin reparar que sea femenino o no y su óptica sea correspondiente con el conocimiento moderno porque si no es así habrá que prepararse para la estruendosa derrota y empezar a recoger las cenizas para renacer, que a juzgar por el experimento venezolano, la democracia colombiana será un ave fénix en más medio siglo, si nos va bien.