Por: Fredy Garzón – El Denunciante
La reciente campaña de desprestigio contra el Gobernador de Santander, el General Juvenal Díaz Mateus, orquestada por el Representante a la Cámara Álvaro Rueda y el exdiputado Ferley Sierra, es un claro ejemplo de la política de ataques personales y manipulación que tanto daño hace a nuestra democracia.
Ambos actores políticos, quienes sufrieron derrotas electorales a manos de Díaz Mateus, parecen no haber superado la amargura de la derrota y ahora buscan recuperar protagonismo a través de la difamación.
El vínculo entre Rueda y Sierra es notable: de orillas políticas antagónicas, ahora unidos en un esfuerzo por desacreditar a un Gobernador con vocación de servicio que lidera con integridad el Departamento de Santander.
Esta unión es, sin duda, una señal de oportunismo político. Ambos tienen en su pasado cuestionamientos serios que los inhabilitan moralmente para criticar a otros. Rueda, en particular, ha sido señalado por sus prácticas en el Banco Inmobiliario de Floridablanca, donde supuestamente estructuró contratos ilegales que favorecieron intereses particulares en detrimento del bien común, mientras prestaba sus servicios al exalcalde Miguel Ángel Moreno; según lo señaló el abogado Óscar Jahir Hernández Rúgeles en su columna de opinión e investigativa “Las andanzas de Álvaro Leonel Rueda Caballero”.
Las acusaciones de corrupción que pesan sobre él son un recordatorio de que no puede presentar una imagen de pureza en medio de sus ataques. Por su parte, Ferley Sierra no está exento de controversias.
Las insinuaciones sobre sus posibles vínculos con el Ejército de Liberación Nacional (ELN), según el Representante a la Cámara Luis Eduardo Díaz Mateus son alarmantes y generan dudas sobre su compromiso con la paz y la legalidad. Su doble moral se hace evidente cuando critica a otros por vínculos contractuales estatales, mientras su propia esposa se beneficia de un ´cargo en el Congreso Nacional de Colombia que, más que un servicio a la comunidad, es una estrategia para asegurar su futuro político.
El uso de tácticas de descalificación y desinformación por parte de Rueda y Sierra no solo es éticamente cuestionable, sino que también revela un desprecio por el proceso democrático y el desarrollo de Santander.
En lugar de enfocarse en propuestas y soluciones para la región, prefieren construir su narrativa sobre la base de la difamación, una estrategia que a la larga desgasta la confianza pública en los difamadores.
El General Juvenal Díaz Mateus, enfrentándose a estas artimañas, representa una oportunidad para la política en Santander. Su enfoque ha estado en el servicio a la comunidad, la gestión pública y como él le llama a la “Acción Unificada”, aspectos que son esenciales en un líder.
En este contexto, es fundamental que la ciudadanía no se deje llevar por los discursos populistas de quienes buscan desviar la atención de sus propias sombras. La política debe ser un espacio para el debate constructivo y la mejora continua de nuestra sociedad.
El oportunismo y las jugaditas de personajes como Rueda y Sierra no deben tener cabida en un entorno que merece más respeto y compromiso. La verdadera labor política consiste en contribuir al bienestar común, y, lamentablemente, sus acciones demuestran que están más interesados en destruir y en sus ambiciones políticas para llegar al Congreso Nacional, que en servir a Santander.