Por: Andrés Villota
BlackRock y Vanguard, los más grandes administradores de portafolios de inversión del mundo, están reconsiderando su estrategia de inversión responsable ante la degeneración corporativa, mostrada por un creciente número de empresas en el mundo, sobre el uso, el sentido y la aplicación de los elementos propios de la sostenibilidad.
Los temas ambientales, sociales y de gobernanza están siendo mal entendidos por los empresarios, de manera deliberada por lo visto, por ende, las compañías están dilapidando sus recursos, arriesgando su reputación por verse inmersos en conductas criminales de lavado de activos y financiación del terrorismo, y afectando negativamente sus ingresos futuros.
El concepto de la sostenibilidad, mal entendido y mal utilizado, resultó convertido en malas prácticas corporativas que afectan de manera grave y negativa la permanencia de la actividad empresarial en el largo plazo.
No hay que ser un experto administrador de portafolios de inversión, ni tener altamente desarrollado el sentido común para saber que se va a quebrar, que va a desaparecer, que no es sostenible, una empresa que no utiliza sus ingresos para desarrollar y reinvertir en su objeto social.
La sostenibilidad corporativa es fácilmente identificable en los Estados Financieros. El crecimiento, la mayor productividad, la eficiencia sobre el capital y la administración de riesgos, se ve en las cuentas del Balance General o en las del P&G.
La sostenibilidad mal entendida, es la que toca incluir en las Notas a los Estados Financieros, eso pasa, la mayoría de veces, cuando encargan de la sostenibilidad corporativa a alguien que no sabe qué hace la empresa en la que trabaja.
Las políticas corporativas de sostenibilidad, más que políticas, se han convertido en algo parecido a los dogmas de una secta de alienados que se escaparon de un frenocomio.
Dejaron de lado la esencia corporativa y la generación de crecimiento, productividad y utilidades para privilegiar la irracionalidad económica que significa destinar recursos para actividades que no tienen nada que ver con la gestión de la empresa, creando ineficiencias y distorsiones en la administración de los recursos corporativos.
Por ejemplo, están condenadas a desaparecer, por no ser sostenibles, las empresas que usan sus recursos para pagar los abortos de sus empleadas, o para contratar a ignorantes e inexpertos solo por ser negros o aborígenes o mujeres o travestis, o para encontrar la cura a los dolores menstruales de los empleados que se creen empleadas, o para lo del clima.
El precio de la acción de Facebook, que hoy se llama Meta Platforms, Inc (META), ha caído en el último año el -62,60%. El precio de la acción de The Walt Disney Company (DIS) ha caído en el último año el -42,40%.
Pérdidas inmensas para los inversionistas desubicados que creyeron que una empresa como Facebook, es sostenible porque la colombiana Catalina Botero censura a todos los que no son comunistas, a todos los que afirman que el cambio climático es una estafa y a los que dicen que los Rockefeller se inventaron que el petróleo es fósil derretido.
O, los incautos que creyeron que Disney es sostenible porque los protagonistas de sus películas son miembros de la comunidad LGBTIQ+, porque dicen “todes”, porque sus parques temáticos son una oda a los hombres que se creen mujeres, porque promueve el aborto o porque fomenta la castración química de los niños.
Tesla, Inc. (TSLA), el principal fabricante de vehículos eléctricos del mundo, fue eliminado del Índice de Sostenibilidad de Standard & Poor’s (S&P) por haber regalado $6.000’000.000,oo de dólares a oenegés no identificadas. Es obvio que descapitalizar a una empresa, independiente de su actividad, va en contra de la sostenibilidad corporativa.
En la canasta de este índice, Tesla, Inc. fue reemplazada por Exxon Mobil, un mensaje claro para los que todavía insisten en que solo son sostenibles, las empresas que no se dedican a la industria de Oil & Gas o a la minería.
Los recursos públicos de 19 de los 50 Estados de los Estados Unidos, todos gobernados por miembros del Partido Republicano, conscientes de la necesidad de proteger los recursos públicos que no son del gobernador, cómo creen los gobernadores del Partido Demócrata, sino de todos los ciudadanos, retiraron los fondos invertidos en BlackRock y Vanguard.
Kevin McCarthy el nuevo speaker de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos, que podría ser el próximo presidente de los Estados Unidos, y que llegó a ese cargo de la mano del liderazgo del presidente Donald Trump, va a acelerar las investigaciones que los miembros del Partido Republicano proponen realizar sobre la actividad y el verdadero uso de los miles de millones de dólares entregados a los fundamentalistas que pertenecen a los Grupos Climáticos, que se han lucrado de la sostenibilidad mal entendida.
Vanguard, para evitar verse involucrado en pesquisas incómodas y preguntas sin tener cómo responderlas con argumentos creíbles, anunció que se retira de la iniciativa Net Zero Asset Managers (NZAM).
NZAM es una iniciativa de fanáticos, lanzada a fines del 2020 con el objetivo de obligar, a los administradores de Fondos de Inversión, a no invertir en las empresas que la secta de los cambioclimáticos, consideren que afecta el clima.
Ha llegado tan lejos la mala utilización de la sostenibilidad que, la implementación de esas políticas terminaron destruyendo valor porque se convirtió en una ola de esquizofrenia corporativa que atenta contra la libre competencia de los mercados.
Decisiones de inversión manipuladas que solo favorecen a unos pocos sectores y que atenta contra otras industrias que terminaron siendo satanizadas como la industria de las fibras naturales.
La producción de lana, cuero, fique, caucho, lino y algodón, fueron consideradas como industrias altamente contaminantes para darle paso a las fibras sintéticas de la industria petroquímica, lo que aumentó de manera exponencial los márgenes de utilidad de la industria de la ropa y del calzado, por ejemplo, porque la materia prima proveniente de los derivados del petróleo es muy barata.
Los empresarios le cobraban más a los consumidores incautos porque usando ropa hecha con lycra, terlenka, spandex, rayón y el resto de fibras sintéticas, les decían que estaban ayudando a salvar el planeta de la extinción. El petróleo contamina pero vestirse con petróleo es maravilloso.
Esas contradicciones que rayan en la aberración, llevaron a calificar a la degeneración del concepto de la sostenibilidad como un gran Barómetro de la Estupidez del ser humano.
En este punto, entonces, cabe preguntar: ¿En qué acciones concretas han invertido los miles de millones de dólares que ha recibido Greta Thunberg, Al Gore, Colombia y todas esas oenegés dedicadas a tratar de modificar el clima, contra toda evidencia y conocimiento científico?
La pregunta tiene más relevancia porque, permanentemente, esos mismos que recibieron muchos miles de millones de dólares advierten que, el calentamiento global, aumenta y aumenta, y los polos ya casi se van a derretir y se van a ahogar todos. Hasta el presidente Iván Duque, prohibió hacer un puerto en el Chocó, por el clima.
Según Greta Thunberg y Al Gore, los seres humanos modifican el comportamiento del clima, contradiciendo a Aristóteles, a Voltaire, a Hume, a Montesquieu y a Pinna que, en sus Teorías del Clima dicen todo lo contrario, que el clima modifica el comportamiento del hombre.
Tal vez, invirtieron sus inmensas fortunas en hacer que nevara en Arabia Saudita, en Miami y en Bogotá, en inundar a Petra en Jordania, en lograr el invierno más frío en los Estados Unidos en toda su historia y en aumentar la superficie de los polos.
Ya no importa la censura, ya no importa la corrección política, ya no importa las amenazas de Greta. El que hable hoy de calentamiento global, contra toda esta evidencia, empieza a ser visto como un perfecto idiota. O como un estafador, un extorsionista peligroso que amenaza a la gente con el clima para que le den mucha plata a cambio de salvarlos.
Elon Musk, revelando los archivos de Twitter, probó que existía una gran mafia que financiaba la censura de todas las voces contrarias a la narrativa de la Sostenibilidad degenerada.
El FBI y la CIA, financiaron con recursos públicos la censura, generando señales de alerta sobre la existencia de un gran carrusel de la corrupción, asociado a la financiación de la sostenibilidad degenerada que no eran cuestionadas por su, supuesta, noble intención.
La sostenibilidad, mal entendida de manera deliberada, ha empezado a generar enormes interrogantes sobre el destino real de esos recursos entregados por las empresas administradas por los más cándidos. ¿O por unos no tan cándidos?