Por: Roberto Ortiz
Los sucesos de los últimos días en la ciudad de Cali en los cuales bandas de delincuentes se han visto saqueando locales, extorsionando ciudadanos en los bloqueos, y en ocasiones haciendo uso de armas de fuego; y de otro lado, las acciones de ciudadanos del sur de la ciudad defendiendo sus intereses e impidiendo los bloqueos, en el cual resultaron heridos con rocas y machetes ciudadanos de ciudad jardín; así como miembros de la minga indígena impactados con armas de fuego, ha llevado a que la falta de autoridad estatal convierta la ciudad en tierra de nadie.
Reitero que la violencia hay que condenarla venga de donde venga. Las autoridades deberán judicializar a los vándalos, que han convertido sectores de la ciudad en campos de batalla, de la misma manera, deberá proceder contra quienes a nombre de la libertad, han procedido a usar armas y a hacer justicias por mano propia, reemplazando el papel de las autoridades que están investidas para garantizar la vida, los bienes, y la honra de los ciudadanos.
Pero hay que preguntarnos, ¿que hay en el fondo de todo este desorden social que estamos viviendo? De un lado, hay en Cali, como en el resto del país, una sociedad profundamente fragmentada y desigual, con altos índices de desempleo e informalidad, acrecentados con el problema de la pandemia que sorprendió a todas las economías del mundo. Los índices de pobreza que alcanzan 21 millones de colombianos, 7 millones de ellos en la miseria, explican parte del desespero social que hoy se ve en las calles.
De otro lado, Cali ha sido sumido en el total desgobierno y falta de planificación y orientación del gasto público hacia los más olvidados en esta administración del señor Jorge Iván Ospina. El alcalde ha prometido a la ciudadanía cambiar el curso de su administración sin anunciar, hasta ahora, las medidas que va a implementar.
En varias ocasiones, le he propuesto al alcalde que deberá ajustar el plan de desarrollo, dando prioridad a las inversiones que permitan reactivar la economía de la ciudad y hacer inversiones significativas hacia el emprendimiento y la generación de oportunidades a miles de jóvenes desempleados, que constituyen el más importante sector social del desempleo y subempleo en la ciudad.
De la misma manera, le he expresado la necesidad, que los 650 mil millones de pesos del empréstito sirvan para diseñar ese plan de reactivación económica de la ciudad , que permita créditos, alivios tributarios y renta básica por un tiempo a sus trabajadores; así mismo, destinar parte de esos recursos para fortalecer el sistema de salud, contribuir con los recursos de matrícula cero en la universidad pública, y para la reactivación de la infraestructura del sistema de trasporte masivo MIO, deteriorado por los desórdenes del Paro Nacional.
Pero lo primero que debemos hacer es detener la violencia. Reitero el llamado al gobierno nacional y local para que profundicen el dialogo con todos los actores sociales del paro, que cesen de manera inmediata los bloqueos, y que se atiendan en la medida de lo posible las demandas sociales, en particular, aquellas que contribuyan a combatir el desempleo y la pobreza; y a no tomar medidas que deterioren más el bolsillo de los trabajadores colombianos con mayores tributos.