Por: Argiro Castaño
Comencemos por decir que vengo de la época donde la palabra era un documento y un apretón de mano cerrando un negocio era una escritura.
De la época donde las distancias se medían con tabacos y tener pecueca era algo natural.
Les contaré que a través de los años he capado varios caballos y que este arte hecho por “teguas” es tan antiguo como las mismas guevas. En Mi Pueblo viven unos personajes a los que les decimos los “malos” tal vez porque siendo muchachos eran bastante pelioneros pero hoy en día de malos no les queda sino el apodo, porque son muy queridos y buenas personas. son los que manejan el negocio popular de los caballos.
Los amansan, los montan y hasta los sacan a exposiciones, también los alquilan, compran y venden cualquier tipo de equino, ágiles pa´ la lengua pero hombres de palabra al cerrar un negocio con ellos. También son los encargados de caparlos, varias veces he necesitado sus servicios y llegan puntuales con la navaja en la cintura y el “Guayacolato en una jiquera” si le puso la antitetánica don Argiro? claro ome malo! y sin mucho misterio lo están durmiendo y tirándolo al suelo con el guayacolato, y comienza la faena con la navaja con la cual son bastante agiles, una vez abierto con una caña brava enredan el cordón donde van agarradas las pelotas del pobre animal y de un solo envión van para afuera… Listo! Ahí le quedo capao el caballo don Argiro.
Al rato, el caballo se para todavía Mareado por la anestesia y lo veo sangrando mucho y les pregunto: eso es normal mijo? pues claro don Argiro! Hágale tranquilo que no le pasa nada y si se muere pues no volvemos a capar a ese ifueputa! sueltan una carcajada contagiosa y se van cagaos de risa y preciso; nunca pasa nada. A los 2 días tienen la silla puesta y con agua fría se les controla la inflamación. A mí me caparon 4 estos vergajos, pero creo que han capado cientos en su vida.
Todos los caballistas y más los de estas tierras paisas soñamos para nuestra vejez tener una mula o un macho bien sabroso pa´ nuestras cabalgatas, porque desde que queden bien amansaos son animales seguros y muy inteligentes pa´ andar por caminos de herradura y trochas.
Hace un tiempo me compré una yegua pinta y la hice preñar de un Burro pinto americano con la ilusión de tener una mula grande y pintada como las veo en Brasil. A los 12 meses tiempo que dura la preñez de Burro por yegua me nació un macho la cosa más linda y soñada. Un muleto totalmente negro con las 4 patas blancas desde los cabos, era una pintura de animal. Quedé más feliz que marica con 2 culos y soñando con mi compañero de cabalgatas en mi vejez, lo bauticé Tizón.
Al mes alguien me dijo: Argiro, lindo tu muleto pero… hay que caparlo! como así guevón? Le dije un tanto confundido. Tan pequeño? Si ome Argiro ellos esconden las guevas después de unos meses y más adelante se te pone bravo.
Como he sido experto en comer hilo pero nunca tragarme la carreta y desconocer totalmente de la crianza de mulas llamé unos amigos muy conocedores del tema y todos coincidieron… hay que caparlo! Me acordé de mis amigos los malos y sus técnicas salvajes de castración y me dije: las guevas, yo a mi muleto no lo capo con esos guevones. Llamé a mi veterinario de confianza y le pregunté si el capaba… me dijo: no don Argiro pero tengo un veterinario amigo que se lo “opera” con mucho gusto. Ya pasamos de capada a operación y eso me sonaba menos traumático.
Listo Dr. será que podrá el sábado? Claro, yo lo voy asistir y que sea el sábado. Era miércoles…
Llegó el sábado y llegaron los profesionales con ayudante, todos con guantes y muy bien trajiados pa´ la ocasión, sobre una manta esterilizada durmieron a Tizón y comenzaron el procedimiento. Con instrumentos muy nuevos y completamente brillantes lo cortaron y pacientemente le buscaban las bolitas, yo me retiré por que vi que la cosa estaba como demorada y terminaron 45 minutos después. Listo don Argiro!
Ya el muleto en la pesebrera lo vi sangrando mucho pero me dijeron los doctores que era normal.
La cirugía fue como a las 10 a.m.
Como a las 4 regresé a darle vuelta y le ví un goteo que no me gustaba nada. Llame al Dr. él subió y le puso una droga. Algo así como un coagulante y me dijo que estuviese tranquilo, ustedes son los que saben doctor le dije y nos fuimos para la casa. Al otro día me sonó el teléfono a las 6 am. y era el muchacho que los cuida. Me dijo: venga don Argiro que yo veo mal al muleto. subí y el escenario que me encontré era bastante lamentable, al muleto se le había salido el intestino por la cortada de la cirugía y estuvo colgando toda la noche. Se me va a morir el muleto! le dije a Sebitas. llamé al veterinario un poco ofuscado y subió inmediatamente, lo vio, me miro y me dijo: hay que sacrificarlo! quedé como con ganas de darle en la jeta pero me contuve… y le dije: Dr. el que tiene caballos se le mueren caballos. Hágale que son cosas que pasan.
Ahí se acabaron mis ilusiones y las ganas de criar una mula, después de sacrificado le hicimos un hueco en el potrero y ahí quedó mi Tizón “operado” por profesionales y muerto por de malas.
No quiero con esta columna estigmatizar el trabajo de los veterinarios ni mucho menos poner en duda su profesionalismo, los aprecio y muchas veces he requerido de sus servicios. Un par de veces me han salvado de morir a mi querido caballo arrogante.
Pero solo quiero dejar como mensaje esta reflexión a mi esposa, hijos y familiares “si algún día y por alguna razón me tuvieran que capar” que me duerman con guayacolato y que me capen los “malos”
Argiro Castaño.