Gran Crisis de Confianza

Por: Andrés Villota

La Tulipmanía en el siglo XVII, la Crisis de los Bonos de Deuda Soberana de las nacientes repúblicas Hispanoamericanas en 1825, la Crisis de las Empresas de Ferrocarriles en 1857, el Crack de 1929, la Crisis de las Punto Com en el año 2000 y la Crisis Sub Prime en el año 2008, han sido, todas, grandes crisis de confianza. La caída en el precio de los activos que precipitaron la debacle que degeneró en una crisis económica, no fue motivada por hechos que afectaran de manera grave la operación productiva de esos activos o afectara, de manera directa, al entorno productivo.

Los cultivos holandeses de tulipanes en el año 1634, por ejemplo, no fueron afectados por una plaga o por una inundación. A las viviendas en los Estados Unidos en el año 2008 no les pasó nada, no hubo un terremoto, los miembros de los grupos terroristas BLM o ANTIFA no quemaron o destruyeron las casas como acostumbran a hacerlo.

El precio de esos activos se cayó porque se rompió la confianza que se tenía sobre la ocurrencia de las expectativas que habían soportado la toma de decisiones de inversión. Es decir, la percepción de riesgo aumenta sobre la probabilidad de que ocurran los hechos que no se esperaban que sucedieran en el momento de tomar una decisión de inversión.

La confianza es el motor de las decisiones de inversión que se basan en las expectativas creadas por la percepción de riesgo que se tenga. Esa confianza se rompe cuando hay cambios estructurales en el entorno que logran afectar la percepción que se tiene sobre el riesgo asociado a la ocurrencia de hechos presentes o futuros que van a ser determinantes en la asignación de valor, afectando el proceso de formación de los precios que, para el caso de los activos financieros, son primas de riesgo.

La caída en el precio de los TES en el mercado de deuda pública local y de los Bonos de Deuda Soberana de Colombia en los mercados mundiales de deuda, es la lógica consecuencia de la absoluta falta de confianza de los grandes tomadores de decisiones de inversión en el manejo de la economía colombiana de la mano de un ex terrorista y ex convicto como Gustavo Petro.

La percepción sobre el riesgo de que Colombia no cumpla con sus obligaciones financieras aumenta cuando ven al equipo económico que rodea al presidente Petro y a los miembros de la bancada del gobierno en el Congreso de la República por donde pasan todas las decisiones económicas del país.

Ante esa percepción negativa, los inversionistas salen despavoridos a vender sus inversiones en TES que, por el aumento de la oferta, hace que los precios caigan de manera dramática. A Colombia no le cayó una bomba atómica encima, pero la confianza en Gustavo Petro no existe y eso hace que la percepción de riesgo aumente. Riesgo de que Colombia no pague lo que debe porque no va a tener los recursos necesarios para cumplir con sus obligaciones financieras.

Esa caída en los precios se ve reflejada en el aumento de la tasa de interés que compensa el alto riesgo que se asume al prestarle plata a Colombia. Los costos financieros para Colombia aumentan porque los especuladores consideran que asumen un mayor riesgo al prestar su plata a Colombia para que sea administrada y malgastada por esa pléyade de ignorantes, esa caterva de ineptos que ha demostrado ser los miembros del alto gobierno y de la bancada del gobierno en el Congreso de la República.

Es decir, pago menos por los activos más riesgosos, y ese menor valor que desembolso, hace que la rentabilidad de mi inversión aumente. El precio como prima de riesgo. Por ejemplo, una referencia altamente líquida como los TES B de julio del 2024, pasaron de tener un precio del 107,15 (6,38% ea) el 30 de diciembre del 2021, a tener un precio de solamente el 94,28 (13,80% ea) el 20 de octubre del 2022. José Antonio Ocampo piensa que la gente lo percibe como un anciano adorable que sabe mucho de economía, cuando, en la realidad, lo percibe como un burócrata peligroso que no es digno de confianza porque siendo el Ministro de Hacienda del presidente Ernesto Samper Pizano, llevó a la economía colombiana a la debacle, ayudado por su Vice Ministro, Leonardo Villar Gómez, que hoy es el Director del Banco de la República.

El Dúo Dinámico, Ocampo-Villar, es el manda más en la economía de Colombia, recibiendo las órdenes desde la sombra oscura de Ernesto Samper Pizano. Y si a ese dúo le sumamos otro Dúo Dinámico integrado por Jorge Iván “El Sabio” González en Planeación Nacional y José Roberto “Bombin” Acosta en Crédito Público, pues apague y vámonos. ¿Qué persona medianamente sensata podría confiar en los que manejan la economía colombiana? Acusando a los empresarios de crear pánico económico, el Ministro de Hacienda, José Antonio Ocampo, se comporta igual a Herman Munster que, con su presencia, lograba que todos salieran despavoridos, asustados, muertos del miedo, aunque el ingenuo Herman, nunca entendía que la reacción de la gente era por verlo igualito a Frankenstein.

Para recuperar la confianza en Colombia, Gustavo Petro se tiene que ir. O Colombia debe ingresar a los BRICS, tiene que volver a adoptar el Patrón Oro y el Peso Colombiano lo deben volver digital para desaparecer todo el efectivo. Sin embargo, nada de eso va a suceder. La Crisis de Confianza tiende a perpetuarse.

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