Por: El Expediente
En las últimas semanas, figuras clave del gobierno de Iván Duque —como la exjefa de gabinete María Paula Correa y la ex directora del ICBF Lina Arbeláez— han intentado un reingreso al ruedo político acercándose a la precampaña presidencial de Juan Carlos Pinzón para 2026.
Fuentes internas confirman que ofrecen ‘apoyo técnico’, pero el gesto es visto con desconfianza: Duque arrastra una impopularidad histórica (aprobación final por debajo del 25 %, según encuestas de Invamer y CNC), y sus excolaboradores no controlan votos ni maquinaria.
En el Centro Democrático el partido del expresidente Uribe los ven con desconfianza y en la oposición los rechaza por igual. Duque no es de buen recibo ni en la derecha ni en la izquierda.
En el equipo de Pinzón, la consigna es clara: “Si entran, nos colgamos solos”.
Aceptar el aterrizaje del expresidente más aislado del país podría contaminar la imagen de independencia que busca proyectar el exembajador, y sepultar prematuramente sus aspiraciones en 2026.
El rechazo se extiende al Partido Verde Oxígeno de Ingrid Betancourt, que el 28 de octubre le otorgó aval unánime a Pinzón como su candidato “para rescatar una Colombia huérfana de rumbo”.
Fuentes del partido —revivido en 2021 tras el letargo por el secuestro de Betancourt en 2002— ven en estos emisarios un veneno letal para la narrativa de oxígeno fresco que busca proyectar Pinzón.
“Son fantasmas tóxicos sin votos; si tocan la campaña, la entierran antes de la consulta de centroderecha”, sostienen fuentes de El Expediente.




