Por: Andrés Villota
El pasado 22 de junio del 2021 se votó en el Congreso de los Estados Unidos una ley presentada por la bancada demócrata que pretendía institucionalizar el fraude electoral ocurrido el 3 de noviembre del 2020 en las elecciones presidenciales y el 5 de enero del 2021 en las elecciones al Senado del estado de Georgia, lo que hubiera asegurado al partido Demócrata el triunfo en todos los procesos electorales futuros.
En nombre de una supuesta defensa a la democracia y una promoción de la participación electoral para evitar el racismo, se iba a imponer la legalización de todas las malas practicas electorales que viciarían para siempre la elección integra, democrática y transparente en los Estados Unidos. Que votaran los muertos. Que votaran sin identificación todos los que quisieran votar, incluidos los extranjeros y los estadounidenses que no vivieran en el Estado en el que tienen registrada su residencia y sitio de votación. Y que una sola persona pudiera votar miles de veces por correo, eran los delitos electorales que se pretendía legitimar al incluirlos en una Ley que necesitaba de 60 votos para su aprobación y solo obtuvo los 50 votos de los Demócratas.
El grupo minoritario de los republicanos llamados RINOS por apoyar iniciativas de los Demócratas, no iba a votar a favor de una Ley que, evidentemente, los dejaba sin posibilidades de ser elegidos en el futuro porque estaba diseñada a la medida de los militantes del partido Demócrata que demostraron no tener ética, ni escrúpulos y que aceptan que todo se vale cuando se trata de lograr sus objetivos personales, incluso la trampa, la estafa, el fraude.
Joe Biden, desde su llegada a Washington, había intentado evitar por todos los medios que se realizaran en los diferentes Estados, auditorias forenses a la votación en la que milagrosamente le aparecieron 80 millones de votos a su nombre, lo que sirvió para confirmar la ocurrencia de un fraude electoral a gran escala, o cómo explicar que un candidato que hubiera obtenido de manera diáfana sus votos, se opusiera a que probaran la legitimidad de su triunfo si lo hubiera obtenido de manera real y transparente.
El fiscal general de Estados Unidos, Merrick Garland, anunció que demandó al estado de Georgia por aprobar una ley en la que se le exige una identificación a los votantes por considerarla “racista”. El gobierno de Biden se opone con vehemencia a esas leyes estatales porque sabe que significa la ruina electoral demócrata. Ya no van a poder manipular los resultados y no van a poder hacer que les aparezca más votos que votantes a los candidatos de su partido. Lo contradictorio y mentiroso del argumento de Garland es que según una encuesta de la Universidad de Monmouth el 84% de los votantes no blancos piensan que las personas tienen que demostrar su identidad para poder votar.
El robo de las elecciones lo vio todo el mundo en tiempo real. Demoraron el proceso de escrutinio en los condados considerados como demócratas, esperando la finalización de los escrutinios en los condados que históricamente votan por republicanos. De repente, empieza a cambiar la tendencia cuando faltaba por contabilizar un porcentaje mínimo de votos, lo que hacía irreversible la tendencia a favor del presidente Donald Trump con base a los principios básicos estadísticos y a las normas elementales del sentido común.
Desde los medios tradicionales de comunicación, como CNN, justificaban ese cambio imposible en términos estadísticos porque, según los periodistas, estaban contabilizando los votos de las zonas urbanas en las que “todos” votarían por Joe Biden porque, se supone, los demócratas citadinos son más inteligentes que los granjeros republicanos. Y también dijeron que por correo solo llegarían votos por Joe Biden porque los demócratas, por ser tan inteligentes, se cuidaban de no contagiarse con COVID19, por lo tanto, evitaban salir de sus casas a expresar su apoyo a Joe Biden en la plaza pública y para asistir a votar personalmente.
Curiosamente, sospechosamente, coincidencialmente, Fernando del Rincón de CNN en español dijo el día de las elecciones presidenciales del Perú, cuando quedaba un porcentaje muy pequeño por escrutar y la candidata Keiko Fujimorí llevaba una clara ventaja irreversible del 5% sobre su rival, que no era claro el triunfo de Fujimori porque faltaban los votos de la selva peruana y que allá, “todos” iban a votar por Pedro Castillo. Medios de comunicación como CNN y mercenarios de la información como Fernando del Rincón, van por el mundo diciendo cualquier sandez y participando activamente en fraudes electorales porque ya no tienen nada más que perder, su seriedad y credibilidad la perdieron hace mucho por sus posiciones radicales y abiertamente sesgadas. Solo es cuestión de tiempo que sus dueños decidan liquidar un medio cuya audiencia registra una caída del -70%.
Los votos por correo, solo llegaron después de las 2:00 am del 4 de noviembre del 2020 en un país en donde se envía un sobre desde Seattle a Miami y llega el mismo día, pero no, el correo con los votos marcados todos por Joe Biden, enviados dentro del mismo Estado con varias semanas de anticipación, llegaron después de que se había cerrado todos los sitios de votación y permanecían abiertos, casualmente, solo algunos lugares en condados supuestamente demócratas que tuvieron problemas eléctricos y tecnológicos. Problemas eléctricos y tecnológicos en el país donde nació nació Thomas Alva Edison y Steve Jobs suena a gracejo. Eso no se lo creyó nadie, solo los fanáticos demócratas que, por lo visto, son todos.
Ante la avalancha de acusaciones por fraude electoral, la estrategia de defensa de Joe Biden y del partido Demócrata fue asumida por el movimiento radical WOKE que actúa como su Guardia Pretoriana porque con Joe Biden está haciendo realidad todas sus propuestas para cambiar al mundo. Vivir del Estado sin tener que trabajar, estar a favor del aborto, luchar contra el cambio climático, defender la teoría critica racial y promover la participación de los hombres que se creen mujeres en el deporte femenino, entre muchas otras propuestas inútiles, son las propuestas con las que Joe Biden le está haciendo realidad todos sus sueños, por eso hay que defenderlo y evitar que lo lleven a un juicio político que lo saque de Washington y termine preso, en el mejor de los casos, en Guantánamo o en Tierra del Fuego.
Lo primero que hizo WOKE fue difundir un rumor que habla de un “cambiazo” de Joe Biden por un doble, por un actor, por un clon. Joe Biden, no es Joe Biden, dicen. Pretenden evadir las responsabilidades, no solo del fraude electoral que es considerado un crimen de traición a la patria por ser la elección presidencial un asunto de seguridad nacional sino para evitar, también, ser acusado de la grave crisis económica y social que está llevando a la destrucción de Estados Unidos en solo un par de meses.
Conscientes que esa debacle puede significar el final del partido Demócrata y acabar con las aspiraciones presidenciales de Michelle Obama en el año 2028 por ser considerado Joe Biden como la marioneta de los Obama al reencauchar el 80% de los funcionarios del gobierno Obama en su administración, el grupo de rock llamado “Okay Boomer” (copia de la expresión que identifica al movimiento WOKE) hizo un video musical que tituló “Michelle Obama is a Man” basado en un lapsus que tuvo el ex presidente Barack Obama cuando dijo en un discurso “Michael and I” (Miguel y yo). También se basa en un comentario hecho por Joan Rivers días antes de su sorpresiva muerte, cuando afirmó que Barack Obama era gay y Michelle Obama era un transgénero.
Los WOKE convierten en intocables a todos los que consideran como elegidos, ungidos, de los suyos, por su afinidad de credo político, raza, y condición social y sexual. Una mujer del partido Demócrata, afrodescendiente, está muy por debajo en la pirámide WOKE que, un transgénero del partido Demócrata, afrodescendiente. Si dicen que Michelle Obama es un hombre que se cree mujer, será intocable, incuestionable, o se expone a ser tratado de transfóbico todo aquel que tenga la osadía de cuestionarla o juzgarla, y de paso asegura todos los votos de la generación WOKE en el futuro pues ellos consideran a los transgénero como verdaderos seres superiores, unos perfectos iluminados.
Al revés de Joe Biden en el Congreso con la no aprobación de la ley del fraude electoral, se le suma el resultado de las auditorías electorales forenses que se está llevando a cabo en varios estados, mostrando enormes irregularidades en el proceso electoral de noviembre del 2020 lo que hace inminente la salida de Biden por la puerta de atrás de la Casa Blanca. El nuevo embajador de Colombia en Washington, Juan Carlos Pinzón, afirmó que el impase electoral ya había sido superado. Creo todo lo contrario, el impase electoral no será superado hasta que sean juzgados todos los que participaron, incluidos los extranjeros, en la financiación y ejecución del fraude que le robó la reelección al presidente Donald Trump. Lo mejor está por venir.