Por: Argiro Castaño
Comencemos por decir que vengo de las épocas donde el voto no era secreto y mucho menos se hacía a conciencia…
Eran los tiempos de la tinta indeleble, mancha electoral o tinta fosfórica, del pequeño sobrecito con el voto arreglado por los caciques electorales desde el día anterior en cada municipio, vereda o corregimiento. Hace muchos años, al pasar por el parque para ir a ejercer nuestro derecho al voto, nos abordaban los politiqueros de turno y nos entregaban el famoso sobrecito previamente arreglado y nos decían “métalo así mijo» y así lo metíamos sin protestar. Llegábamos al centro de votación donde nos metían el dedo pulgar en el famoso frasco con la tinta indeleble color merthiolate. Metíamos el sobrecito en la caja tipo alcancía sin haberlo destapado o sin saber su contenido y pa’ la casa. Así elegimos presidente y senadores de esta amada patria por muchos años, aunque no supiéramos ni sus nombres.
Creo que nosotros disfrutábamos metiendo el dedo en la tinta mientras los políticos nos metían el dedo en el culo, como casi siempre en todas las épocas de la vida republicana de este país. Comían marrano de gratis porque en esos tiempos ni un buñuelo nos daban y nosotros los montañeros no entendíamos ni culo que era la política y mucho menos pa’ que servía. Simplemente nos poníamos la camisa blanca y salíamos a votar, dizque a cumplir con nuestro deber democrático. Lo único que nos dejaba la política a los montañeros de esa época era el dedo pintado como por 15 días y la satisfacción de haber ido a votar.
Después de las elecciones los políticos se perdían, pero volvían a aparecer saludando de mano y de abrazo a los 4 años siguientes. Así era nuestra democracia dónde elegíamos a un presidente sin conocerlo y mucho menos conocíamos a nuestros senadores. El presidente electo que gobernaba desde Bogotá y solo venía a estas provincias en épocas electorales siendo candidato. ¡Sí! Ahí sí venían de sombrero y ruana tratando de hablar como las personas de la región. ¡No les faltaba sino venir con el machete terciado y las botas pantaneras!
Después de hacerse elegir posaban su refinado culo en la silla presidencial en la Casa de Nariño y desde allá elegían a dedo gobernadores de cada departamento. Y así los gobernadores de cada departamento a los alcaldes de cada municipio, y los alcaldes de cada municipio al que les daba la puta gana.
Mejor dicho, ¡el presidente sí era un pequeño dictador en esos tiempos porque tenía el poder absoluto! Ponía y quitaba mandatarios locales a su antojo y los mandatarios locales hacían lo mismo; Se manejaban todo tipo de compadrazgos y de favorcitos políticos entre ellos, únicamente entre los de su círculo más cercano.
Es que desde las épocas de los romanos hemos sido sometidos por nuestros gobernantes siempre. Incluso en esa época del imperio de Roma se creía que el César era algo divino. Era comparado con un ave sagrada “AVE CESAR» algo así como el Espíritu Santo en forma de paloma o como decíamos los antioqueños “la vaca que más caga».
– “Si me eligen su mandatario, ¡en menos de un año tendrán el puente en su municipio!»
– Pero querido candidato, por este pueblo no pasa ningún río…
– «¡También les haré un río del tamaño del Magdalena!»
Es que las promesas de los políticos son tan antiguas como la costumbre de cagar sentados. Esa es la esencia del político, la del negocio socio… la de la maquinaria… su razón de ser, de existir: las promesas.
Llevamos más 130 años de vida republicana y siempre, en cada época electoral, los nuevos políticos, que son los tataranietos del político que prometió el cambio para Colombia, llegan prometiendo el mismo cambio que prometió su tatarabuelo hace más de 130 años y todavía no se ha cumplido.
¡¡¡EL MISMO CUENTO DE SIEMPRE CON DIFERENTES CULEBREROS!!!
Pero las cosas en este país de políticos corruptos y de bandidos en la política algo ha cambiado. Ya por lo menos no nos “arreglan el voto”, ya no comen marrano tan fácilmente, ya no nos pintan el dedo y la inmensa mayoría no nos dejamos pintar la cara. Podemos elegir libremente al candidato de nuestros afectos con el cual nos identificamos.
Ahora, gracias a las redes sociales, podemos conocer un poco mejor de la vida, obra y gracia de la mayoría de los candidatos. Porque eso sí, gracias a las redes ya sabemos hasta qué torta se comió el día de la primera comunión el candidato de nuestra preferencia y cuáles son sus virtudes y también sus pecados. Gracias a las redes sociales que nos pusieron en igualdad de condiciones para opinar, denigrar o despedazar al político que se asome por ahí y que tenga rabo de paja. Por lo menos ya no comemos callados, ya no nos arreglan el VOTO a la inmensa mayoría de ciudadanos.
Cuando a un político pícaro y ladrón se le destapa una cochinada, le amargamos la vida, lo ponemos a correr, a dar explicaciones vía Twitter o en los noticieros nacionales. Cuando no es que se les cae la vuelta y terminan de culos en la Fiscalía o en la cárcel. Y eso es gracias a la magia de los teléfonos inteligentes y de la comunidad que los denuncia.
Ahora hasta el campesino más humilde no es güevón y no come cuento porque también tiene su información, investiga y tiene claro que significa su VOTO en estos momentos, no como en los tiempos en los que nos arreglaban el VOTO en el famoso sobrecito a los montañeros de pueblos, veredas y corregimientos.
Pícaros y corruptos han existido siempre en todos los partidos políticos de este país; desde las épocas de los godos y los manzanillos donde los de arriba se robaban a este país y los de abajo se picaban a machete por el color de un trapo. Después llegaron los mesías, los salvadores, los que tienen la solución a todo. Los de la izquierda… ¡que llevan 56 años tirando piedra y no han hecho un culo! fuera de acabar empresas con sus sindicatos o adoctrinando la juventud a través de FECODE.
Pero qué va, también y gracias a nuestra linda democracia los de izquierda han tenido sus “palomitas” manejando ciudades y departamentos. La mayoría de ellos han salido con un chorro de babas, más corruptos y peligrosos que cualquier político tradicional de este país. Los de izquierda viven prometiendo ríos de leche y miel. Les pintan a sus seguidores un país perfecto tipo carátula de revista como La Atalaya que reparten los testigos de Jehová, donde se ve en sus páginas hermosos dibujos de praderas con una comunidad rodeada de lindos paisajes, de ríos, de árboles y bosques, dónde se ven las familias conviviendo en un mundo perfecto, dándole de comer a tigres y leones de sus manos. Eso es lo que nos pintan los ahora llamados “progresistas».
Pero esas promesas de cambio se les olvidan apenas llegan a gobernar y prueban las mieles del poder. Los políticos de izquierda cuando se ven con el poder absoluto en sus manos sacan las uñas, pelan el cobre y mandan a comer mierda a todos sus opositores.
Como el caso del señor Quintero en Medellín que lo único que tiene claro es que sabe pa’ qué es el poder y que él es quién manda, así mande mal. Tiene con los pelos de punta a los cacaos del GEA donde están los hombres artífices del desarrollo empresarial de Antioquia.
Entonces mis amigos… ¡más sabe el diablo por viejo que por diablo! No nos dejemos engañar por cantos de sirena venidos desde la izquierda. Las promesas de cambio son cálculos políticos para tomarse el poder y atornillarse en él. Ahora a la tal lucha social y del cambio que pregona Gustavo Petro llegaron los impolutos César Gaviria, Piedad Córdoba, Roy Barreras, Armando Benedetti, Luis Fernando Velasco. Eso solo por mentar unos pocos de una recua de políticos corruptos de toda la vida que no necesitan presentación. Políticos a los que solo les ha importado participar de la torta burocrática de este país. De pronto, de la noche a la mañana, resultaron siendo de izquierda estos acomodados de la política colombiana. Pero lo más grave es que también lo acompañan otros personajes más oscuros y peligrosos como Nicolás Maduro y toda la banda de los “Comunes” de las FARC.
Entonces con Gustavo Petro, ¡sepan que nada va a cambiar! Mejor dicho, de salir elegido presidente este señor, ¡sí van a cambiar todo! Es muy fácil sostener una caña comunista por 4, 8 o 12 años. Simplemente no se vuelve a invertir en la infraestructura de este país, en su desarrollo vial o en su riqueza minera. Todos esos billones de pesos se van a llenar cajas con un mercado para los más humildes, con un subsidio de desempleo, con un kit escolar, con una matrícula gratis y rebajas de todo tipo en la canasta familiar: el gas, los arriendos y la energía.
Después de 12 años de inventar con la economía de este país quedaremos todos en igualdad de condiciones, todos llevados del ifueputa, en la pobreza más malparida. ¡Porque los que generamos empresa y trabajo ya no tendremos ni mierda, ni empresa ni trabajo para ofrecer! Pero de seguro el mesías y su círculo cercano ya tendrán sus jugosas cuentas en dólares fuera de Colombia.
Hace años que en este país hay subsidios de todo tipo y que sus gobiernos se preocupan por los más humildes con miles de gabelas y de ayudas. Ahora los políticos son un poco mejores porque tienen millones de ojos que los estamos vigilando; obviamente falta mucho por hacer, pero eligiendo bien seguro los gobiernos lo seguirán haciendo. Pero dejemos algo claro: no es acabando con la economía de este país como se van a acabar los pobres. Llevándonos a todos a la ruina no es como se gobierna.
¡Elijamos bien! Miremos bien y analicemos cada candidato y sus propuestas. Muchos tienen hojas de vida intachables. Podemos detenernos a mirar buenos políticos, buenos seres humanos, buenas personas que tengan la capacidad intelectual para ocupar el cargo para el que los elegimos. Para mí, un político debe de ser primero un buen ser humano y si es buen ser humano, será un maravilloso político siempre, sin ninguna duda.
Tenemos muchas opciones para elegir bien este domingo a nuestros senadores y representantes. Para las presidenciales tenemos grandes seres humanos y unos buenos gerentes que son grandes estadistas para que manejen este país y así siga habiendo oportunidades para todos por igual.
Necesitamos un PRESIDENTE que a la vez sea un gran gerente para este país. Que proteja a los POBRES y que cuide a los RICOS.