Por: Laura Pinzón
El deporte no solamente constituye una forma de desarrollo muscular, perdida de peso y mantenimiento de nuestra forma. Desde la antigua Grecia, este se consideraba como el conjunto de preocupaciones de sus ciudadanos por mantenerse estética y mentalmente bien, pues es una forma de conseguir mediante disciplina, diferentes objetivos y adquirir habilidades sociales que nos ayudan a ganar con gracia y perder sin rabia.
Así pues, cumpliendo con la tradición deportiva, el pasado viernes se inauguraron oficialmente los Juegos Olímpicos Tokio 2020, los cuales fueron aplazados un año a raíz de la pandemia del Covid- 19. Y, como debía ser, Colombia tuvo su representación a cargo de deportistas de alto rendimiento en disciplinas como natación, tiro con arco, atletismo, lucha, entre otros. Sin embargo, debemos recordar que durante años, poder entrenar de forma óptima, superar las barreras sociales y contar con los recursos necesarios para participar en tan altos escenarios, ha sido un reto enorme para los deportistas colombianos.
Para el 2020, el Ministerio del Deporte contó con una asignación de 567.141 millones y, para este año, la asignación aumentó a 696. 292 millones de pesos. Sin embargo, no es precisamente el Gobierno quien apoya mayoritariamente a cada uno de los deportistas, son los empresarios quienes se llevan la medalla de oro, pues, financian los implementos deportivos, entrenadores, viajes, uniformes, etc., de los deportistas ¿Un ejemplo? Yonatan Bursztyn, presidente y fundador de Totto, ha vestido al Comité Olímpico Colombiano durante años, asegura que su misión es social, pues es mediante el deporte, que niños y jóvenes pueden alcanzar mejores oportunidades. Como este empresario, también hay detrás marcas como Mundial de Tornillos, Postobón, Colsanitas, entre otros. Bueno, aunque por supuesto se tiene que ver la “otra cara de la moneda”; detrás de todo este apoyo, las empresas también manejan el marketing necesario que les permita hacer crecer sus marcas, pero al final, lo que importa es que apoyan la consecución exitosa de todos aquellos deportistas que sueñan con demostrar sus capacidades en diferentes escenarios mundiales.
Por otro lado, si analizamos la vida de los atletas olímpicos colombianos, casos como el de Óscar Figueroa, Fernando Gaviria, Yuri Alvear o Caterine Ibargüen, resaltan la situación social del país. Pues, hacer rifas de pollos para comprar el uniforme, entrenar con tenis rotos, practicar en canchas de asfalto, pedir préstamos para viajar o, correr a punta de “agua de panela” son las constantes entre el gremio, porque lastimosamente la poca conciencia deportiva que se tiene en Colombia impide ver que existen otros deportes más allá al fútbol que merecen ser apoyados. Si con las uñas nos han traído tantas medallas, imaginemos cuántas medallas más podría ganar Colombia con el soporte necesario a sus deportistas.
Celebramos el inicio de los Juegos Olímpicos, pues de seguro los atletas colombianos bañaran de oro nuestra bandera en Tokio. Pero, es ahora cuando todos debemos estar dentro de la competencia y trabajar en equipo, ponernos la camiseta, apoyar a todos aquellos deportistas que sueñan en conseguir sus metas y por supuesto, debemos cambiar la mentalidad que tenemos. El deporte es vida, el deporte crea dentro de nosotros como individuos dentro de una sociedad, disciplina, pues como decía Aristóteles “somos lo que hacemos repetidamente: por tanto, la excelencia no es un acto, sino un hábito”.