Por: Roberto Ortiz
La ciudad ha vivido en los últimos meses episodios de violencia física y verbal que compromete no solamente la percepción de la seguridad ciudadana, sino también, episodios que tienen que ver seriamente con las relaciones interpersonales y el respeto en la forma como se tratan algunos contratistas del Municipio afines a la familia Ospina que maneja los destinos de la ciudad.
Como si la capacidad de asombro de los ciudadanos no fuera diariamente alterada por atracos, feminicidios, violencia infantil, acoso sexual y sicariato, ahora nos toca soportar el espectáculo grotesco de la violencia verbal que protagonizaron en días pasados en las redes sociales dos reconocidos bailarines de salsa de la ciudad. Personajes, quienes no se ahorraron insultos mutuos, expresiones de alto calibre y desafíos a la violencia física para dirimir sus diferencias, que parece; se originaron de los beneficios que ambos han recibido de parte del gobierno de los Ospina.
Es una lástima que los caleños tengamos que acostúmbranos, a que lo más notorio que ocurre en el CAM, tenga que ver con escándalos bochornosos, acusaciones de presuntos actos de corrupción, favorecimiento y beneficios en la contratación de los amigos del círculo familiar de quienes ostentan el poder.
Es evidente que todos los secretarios del despacho distrital que hasta ahora han abandonado el barco fueron antecedidos de investigaciones y sanciones en primera instancia de la personería por violación al régimen de contratación pública; pero ahora, la renuncia del director de CORFECALI Alex Zuluaga, se dio en medio de un escándalo por la insólita fiesta de violación a las medidas de bioseguridad en la que participo con sus amigos danzantes, y por el favorecimiento de amigos y las irregularidades en la sobre contratación de eventos sin autorización de la junta en la pasada feria de Cali virtual, como lo señalo en su informe la firma auditora Millán y Asociados auditores, sin que hasta el momento de su renuncia, se hubiera conocido una rendición de cuentas de los escandalosos contratos que beneficiaron a orquesta internacionales, discotecas y bares de la ciudad, y muy seguramente; a los bailarines de salsa el Mulato y Ricardo cabezas; protagonistas del grotesco espectáculo de madrazos y malos tratos.
Pero en medio de la incapacidad que ha demostrado este gobierno por contener la ola de violencia física y atracos que vive la ciudad, apareció el flamante secretario de Paz y Convivencia de Cali muy atento a mediar las diferencias entre los bailadores en conflicto, y los invito a la reconciliación y a fumar la pipa de la paz, pues parece; que el alto funcionario calculo muy bien que este escándalo conduciría a destapar una Caja de Pandora, que seguro se esconde detrás de la contratación de la feria de Cali y el alumbrado navideño, como empieza a saberse por los informes de las firmas auditoras y la contraloría municipal.
Nunca el secretario de Paz y convivencia Danys Rentería, había estado tan presto para mediar conflictos como en el caso de los danzantes; pues no se le ha visto mediar conflictos entre jóvenes pandilleros en los barrios de Cali, nunca se le ha visto preocupación alguna por poner en funcionamiento mecanismos de resolución de conflictos entre vecinos, ni mucho menos se le ha visto disposición alguna a trabajar por la reconciliación de los caleños, ni por apoyar con contundencia la lucha contra la criminalidad.
Esperamos que estos escándalos de la administración distrital no oculten el necesario proceso de rendición de cuentas que esperamos conocer los caleños; cuentas que se están haciendo invisibles debido a las renuncias y destituciones de los funcionarios involucrados, que, en una especie de “pacto de gran silencio”, se han tenido que ir a la calle guardando los secretos de su tormentoso paso por la administración pública distrital, pero que para fortuna de los caleños, se empiezan a conocer las irregularidades gracias a las investigaciones de auditorías y órganos de control y al ejercicio del control político que hacemos desde esta curul de oposición en el Concejo Distrital.