Por: Andrés Villota Gómez
Según el Banco Mundial, la Capitalización Bursátil colombiana, pasó de USD$ 208.502 billones en el año 2010, a solamente, USD$ 103.848 billones en el año 2018, en dólares actuales. Es decir, si vendiéramos todas las acciones de las empresas que cotizan en la Bolsa de Valores de Colombia, al precio de mercado de cada acción, el mercado estaría dispuesto a pagar el – 41,73% de lo que estaba dispuesto a pagar hace una década. El mercado considera que el valor de las acciones más representativas de la economía colombiana, ahora valen casi lo mismo que valían en el año 2007. Lo anterior contrasta con lo ocurrido durante el periodo comprendido entre el año 2002 y 2010, en el que la Capitalización Bursátil aumentó en el 412, 87%.
Sin haber publicado aún las cifras correspondientes al año 2019 y sin saber la caída que tendrá el precio de las acciones, como consecuencia de la Crisis del Virus Chino, los datos pueden empeorar. Como si lo anterior fuera poco, los inversionistas minoritarios del Mercado Accionario, liquidaron sus posiciones y salieron del Mercado de la Bolsa de Valores de Colombia. Se calcula que, en los últimos ocho años, se ha retirado más de la mitad de los inversionistas.
Paradójicamente, todo eso pasa en un Mercado que ha sido ejemplo regional en Regulación Prudencial. Con un Mercado de Valores que cuenta con altos estándares de Auto Regulación que, incluso, ha sido catalogado como el Mercado con la mejor regulación en protección a los inversionistas. Entonces, por qué a pesar de tener Colombia un Mercado hiper regulado, no tiene Colombia el mejor Mercado de Valores posible? Por qué no se cumple el objetivo del Mercado de Capitales de convertir el ahorro en inversión?
Porque en los Mercados de Valores globales, la regulación es la variable que menos importa al momento de tomar decisiones de inversión. Lo que más le interesa a los inversionistas, es la estabilidad económica, política y jurídica que genere la confianza y la estabilidad del entorno que, asegure el retorno de la inversión en el largo plazo.
Con la desaparición del mutualismo de la Bolsa de Valores y la irrupción de otras entidades a las actividades propias del mercado de valores; la función de los Comisionistas de Bolsa quedó relegada al Mercado Accionario que pasó a representar un porcentaje marginal del total de las operaciones bursátiles diarias. El Mercado Bursátil local terminó atendiendo las necesidades de financiación del Estado y por el contrario, se dejó de atender las necesidades de financiación de las empresas colombianas, pilar de la actividad de una Bolsa de Valores.
Los Bancos Comerciales, terminaron siendo los dueños de la BVC, su principal competidor. Una emisión de Bonos o Acciones va en contravía de una colocación de un crédito bancario, aunque en el papel, sea menos costosa la Emisión de Valores. Ante la tozudez del banquero de no reconocer rendimientos al ahorrador, la mayoría del ahorro de los colombianos no esta en los Bancos, sino en los Fondos de Inversión Colectiva que, en gran parte, solo pueden invertir en Valores.
Se plantea una situación en la que solo puede acceder al ahorro que está en los FICs, las Empresas que hacen emisiones de Valores. Pero como los colombianos son adversos al riesgo (salvo que se trate de un Esquema de Ponzi), los FICs en su gran mayoría solo invierten en TES. En ese contexto, en los Bancos, solo están los depósitos de las empresas que por su actividad no tienen una vocación de permanencia en el tiempo, por lo tanto, no pueden ser colocados en créditos de largo plazo, lo que rompe la posibilidad de acceso al crédito para las empresas medianas y pequeñas, tan afectadas en este momento.
Al Primer y Segundo Mercado de la BVC deben llegar las Empresas grandes, medianas y pequeñas. Emitiendo acciones para disminuir sus costos financieros en esta coyuntura difícil y de recuperación. Los fundadores de esas Empresas deben romper con esa falsa idea que, para ser el mayor accionista, “toca” ser el dueño del 99,9% de las acciones en circulación de la Empresa. La función de asesoría de los Comisionistas de Bolsa, se debe recuperar, para administrar los riesgos frente a estas nuevas emisiones. Menos robots y más seres humanos.
En los Mercados más evolucionados el mayor accionista tiene en promedio el 10% de las acciones en circulación. Eso fomenta, la atracción de inversionistas porque el capital flotante sobre el total de las acciones es alto. Lo que afecta de manera positiva la gobernanza corporativa, la toma de decisiones estratégicas y elimina los administradores en la sombra. En Colombia el capital flotante no supera el 15% en una empresa como Ecopetrol, por ejemplo.
Pregunto: Es mejor ser el dueño del 99,99% de una empresa que tiene un patrimonio de COP$ 1.000 millones? O ser el dueño del 10% de una empresa con un patrimonio de COP$ 20.000?. O miren lo que valía la participación de Mark Zuckerberg en Facebook, antes y después de enlistarla en NASDAQ.
La democratización en la propiedad de las Empresas, permite disminuir la exposición al riesgo en coyunturas como las actuales, cuando se compromete el 100% del patrimonio del propietario de una empresa, y más, en caso de ser una empresa que pertenezca a uno de los sectores económicos más afectados con la caída en la demanda, derivada del aislamiento preventivo.
Las grandes empresas colombianas ya se prepararon para salir a los mercados internacionales cumpliendo con los estándares que, sobre sostenibilidad, demandan plazas tan exigentes como Londres o Nueva York. Algunas ya han hecho emisiones exitosas de ADR y de Bonos. Es el momento de la llegada de la PYMES al Mercado Público de Valores colombiano. Varias de las primeras Empresas en cotizar sus acciones en la Bolsa de Valores de Bogotá, hace más de noventa años, eran las PYMES del momento.