Por: Gustavo Rugeles – Director de El Expediente
publicado 24 de octubre de 2025
Aunque hoy mantiene distancias públicas con Gustavo Petro, Francia Márquez fue su llave electoral y su salvoconducto simbólico. Pero en la práctica, su discurso antiestadounidense y sus gestiones paralelas —en nombre de la llamada paz total— la han convertido en el rostro operativo de la agenda más radical del petrismo: una política exterior emocionalmente militante, financieramente riesgosa y jurídicamente inestable.
Su insistencia en acercar a Colombia al bloque BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) no es un gesto de romanticismo multilateral. Es un acto de alineación estratégica con potencias que hoy enfrentan sanciones del Tesoro de Estados Unidos.
Basta revisar el mapa:
• Rusia acumula más de 15 000 designaciones OFAC bajo la executive order 14024 (invasión a Ucrania).
• China, a través de corporaciones tecnológicas como Huawei, ZTE y Hikvision, está bajo el régimen de sanciones por espionaje y transferencia de tecnología de doble uso (ear – export administration regulations).
• Sudáfrica figura en enhanced due diligence por su cooperación energética con Moscú.
Cada vez que la vicepresidenta promueve la adhesión de Colombia al brics, no está ampliando la agenda multilateral: está tocando la frontera del cumplimiento.
La fórmula del riesgo OFAC
Así se traduce el escenario en la jerga de Washington:
Designado + interacción + facilitation = riesgo directo.
No se necesita un contrato ni un depósito: basta con una asociación o beneficio indirecto (indirect benefit) para activar los filtros de las bancas corresponsales.
Por eso, cuando una alta funcionaria colombiana se sienta con emisarios rusos o chinos en foros paralelos, los bancos globales que procesan pagos del Estado colombiano lo registran como evento de cumplimiento de riesgo
En otras palabras: Francia Márquez puede hablar de emancipación, pero el sistema financiero la escucha como exposición.
Precedentes en la mira:
No es un escenario hipotético.
• En Venezuela, la entonces vicepresidenta Delcy Rodríguez fue sancionada en 2018 por mantener vínculos con delegaciones rusas y contratos petroleros bajo cobertura diplomática.
• En Sudán, el caso de Taha Osman al-Hussein (2017) mostró cómo un asesor no designado terminó incluido en la lista SDN por “asistencia política y logística” a individuos ya sancionados.
• En Nicaragua, OFAC amplió las designaciones a asesores de Daniel Ortega por “soporte institucional” a un gobierno considerado violador de sanciones multilaterales.
Mismo patrón, distinta latitud: cuando un alto cargo legitima, facilita o normaliza relaciones con regímenes bajo sanción, el siguiente movimiento es el secondary designation.
La línea invisible
Colombia no está bajo sanción, pero su vicepresidenta ya se mueve en una zona de fricción directa con la arquitectura del dólar.
Cada viaje de Márquez a África o a foros BRICS abre un archivo en Washington:
• ¿qué acuerdos se firmaron?
• ¿qué bancos intervinieron?
• ¿qué fondos públicos se usaron?
• ¿hubo contacto con entidades listadas por OFAC o el bureau of industry and security (bis)?
No se necesita una orden judicial para iniciar la trazabilidad: basta una alerta en swift o un cruce en el consolidated screening list.
Conclusión
Francia Márquez se vende como símbolo de emancipación, pero en el lenguaje del Tesoro de Estados Unidos su política de “autonomía” se traduce como exposición estructural. Si el presidente está en la lista OFAC y la vicepresidenta insiste en coquetear con gobiernos sancionados, el desenlace no es ideológico: es financiero.
La pregunta ya no es si Petro contagia a Márquez. Es si la ruta BRICS terminará llevando a la Vicepresidencia colombiana a una fórmula que Washington ya conoce de memoria: Designado + asociación + reincidencia = sanción.
El Expediente sigue la pista: próxima entrega: los diplomáticos en la línea de fuego – quiénes podrían quedar inhabilitados por contactos con el presidente sancionado.
