El cónclave corrupto, ¿Quién dio la orden?

Por: Fredy Garzón

Mientras el país entero observa con indignación cómo se desmorona el discurso del “Cambio”, el escándalo de la UNGRD deja al descubierto la verdadera cara del poder, una élite política que se protege a sí misma mientras negocia con los recursos públicos como si fueran propiedad privada.

El famoso cónclave entre Ricardo Bonilla, Luis Fernando Velasco y Carlos Ramón González no fue una simple reunión de coordinación política, según los testimonios que ya obran en poder de la justicia, fue el centro de operaciones de una trama para comprar reformas con el dinero que debía atender desastres naturales, un pacto entre altos funcionarios para garantizar gobernabilidad «Progresista» a punta de sobornos.

Hoy, Sneyder Pinilla, Olmedo López y Sandra Ortiz están tras las rejas, Iván Name y Andrés Calle son capturados por orden de la Corte Suprema de Justicia; pero los peces gordos no se tocan.

Bonilla y Velasco siguen moviéndose libremente, como si no tuvieran nada que ver y González ya huyó del país; todo mientras la Fiscalía, que debería estar actuando con firmeza, guarda un silencio que ya no es sospechoso, sino cómplice.

El país entero asiste al derrumbe moral de un gobierno que prometió dignidad y terminó podrido por dentro. No es solo corrupción, es traición a la palabra empeñada, al pueblo que creyó, a la historia que se atrevieron a invocar. El “Cambio” terminó siendo una mala copia de lo peor del pasado, pero con más soberbia y con menos vergüenza.

Mientras no caigan los peces gordos no vamos a saber quién dio la orden.

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