Por: Laura Caicedo
Hace menos de una década, nadie imaginaba que el magnate inmobiliario Donald Trump llegaría algún día a la presidencia de los Estados Unidos de América, su excéntrica vida pública se limitaba a su exitoso y multimillonario negocio empresarial, y, a su participación cada vez más frecuente en las actividades sociales del Jet Set de su país. Aun cuando todo lo que llevó a Donald John Trump a la Casa Blanca, el 20 de enero de 2017, como el presidente número cuarenta y cinco de los norteamericanos, y que este hecho a simple vista parece perfectamente espontáneo y accidental, en mi opinión no lo es tanto, y nada de lo ocurrido hasta hoy es producto de la casualidad.
Por años, Donald Trump se encargó de mantenerse presente en el imaginario social americano; es dueño de numerosas propiedades en el mundo que son sinónimo de riqueza y todas llevan su nombre, su participación en series de televisión, programas de entretenimiento y en el reality El Aprendiz lo llevaron a ser parte de la cotidianidad del norteamericano del común; y con su estilo osado, irreverente, desenvuelto, abiertamente anti-establecimiento, su mordacidad y la manera directa y tosca, casi grosera de decir las cosas, llamó la atención de una enorme masa electoral profundamente desilusionada. Los Republicanos no imaginaban que él ganaría las Primarias del 2016 por su partido, por encima de
Ted Cruz y de Marco Rubio, y que, también precipitaría la salida de Jeb Bush de la contienda electoral.
La pregunta es: ¿cómo pudo lograr esto?, es evidente que Trump recogió la insatisfacción del pueblo americano con sus gobernantes y sus lánguidos gobiernos, presentándose ante los sufragantes como alguien que haría realidad el sueño de grandeza al que los estadounidenses no habían renunciado. Con ese talante, en plena campaña por la candidatura republicana, y con la temeridad que lo caracteriza afirmó lapidariamente: “No soy Demócrata. No soy Republicano. Ambos partidos nos están fallando”.
Ya una vez superadas las Primarias, fue contundente en la carrera por la presidencia, retomó un eslogan utilizado treinta y seis años atrás por la campaña de Ronald Reagan, con el que definió la ruta para la obtención del Despacho Oval en la Casa Blanca, y lo ha seguido utilizando como el motor exitoso de su gobierno. Y es que no podía ser distinto, el poderoso «Make America Great Again» (MAGA), caló profundamente en el electorado de su país, en lo más profundo del sentimiento patriótico, y fue así como un hombre que nada tenía que ver con la política y sin tacto diplomático, llegó a dirigir la mayor potencia del mundo, dando resultados satisfactorios e insospechados; debo reconocer que me entusiasmó mucho, que en el primer mes de su administración, firmara una orden que prohíbe el desembolso de recursos gubernamentales para grupos proaborto, y esa alegría se repitió meses después, cuando anunció el retiro de Estados Unidos del Acuerdo de París (acuerdo sobre cambio climático), decisiones muy impopulares que van en contravía del Nuevo Orden Mundial (NOM).
Desde el comienzo de su campaña medios de comunicación y, el Partido Demócrata, respaldado financieramente por el multimillonario George Soros, ejercieron acoso constante contra Trump utilizando su vida personal y su familia, para destruir la creciente aceptación del público por su proyecto político, buscando con esto derrotarlo y obtener la victoria de Hillary Clinton, pero, a pesar de todo y contra todo pronóstico, Trump logró hacerse con el triunfo. Y, desde el primer día de su administración no faltaron multitudinarias marchas, criticas en los medios de comunicación que habían apoyado a Clinton y el acoso incesante de ONG financiadas en su mayoría por Soros como Open Society Foundations y Human Rigth Whatch entre muchas otras, y es que, George Soros no se ha caracterizado por ser un hombre virtuoso y de principios éticos pulcros, este controvertido especulador millonario, ejerce su influencia en muchos países del mundo; controló durante ocho años a Estados Unidos a través de Barack Obama y pretendía mantener ese dominio con Hillary Clinton, además de ejercer presión sobre países de la Unión Europea desembolsando millones a través de sus organizaciones “filantrópicas”. Soros ha sido un fuerte opositor del Brexit, se ha declarado antinacionalista y a favor de un Sistema Mundial Único que determine la política, el tipo de sociedad, la economía y la ideología, una verdadera tiranía global.
Desde múltiples frentes, los más de tres años del gobierno Trump, han estado saturados de constantes e indiscriminados ataques de organizaciones financiadas
directa e indirectamente por el húngaro-estadounidense, que son replicadas por la prensa y periodistas hostiles a su gobierno, y es que ha sido exacerbada y notoria la intención de destruir a Trump, tanto, que este hecho tan evidente fue el factor determinante en la creación de la teoría del fenómeno Q-Anon, que tuvo origen en un popular foro de internet conocido como 4Chan. La hipótesis fue planteada por un usuario anónimo que se identificaba como Q, cuya sustentación generó un cuestionamiento generalizado produciendo un debate que despertó en la sociedad americana el sentimiento patrio que, muchos lo han interpretado como la lucha del bien contra el mal, los patriotas contra el cabal, presentando a Trump como el soldado que lucha en contra del Estado Profundo, “Deep State”.
Admito que, no sé si es una nueva y exitosa estrategia de Trump para lograr la reelección, pero, me complace este despertar nacionalista que ha provocado, revivir el amor por lo propio, resucitar ese sentido de pertenencia y la necesidad de liberarse del yugo socialista que poco a poco y por muchos años ha venido asfixiando al mundo, trayendo destrucción, mediocridad, odio, división y, me entusiasma mucho más ver como este fenómeno ha traspasado fronteras dando esperanza.
Me emociona y espero con impaciencia el “despertar patriota” en nuestra querida y desentendida patria, en la que el perverso Soros ejerce su influencia y a Colombia poco le importa o lo ignora, no sé si estemos a tiempo para este renacer porque el 2022 ya está cerca y no se percibe un frente común en contra de la peor expresión del socialismo que degrada nuestro país, tenemos que drenar nuestro propio pantano, por ello, urge un candidato que despierte el sentir patriota que aglutine al electorado en torno a la defensa de lo nuestro, que cumpla lo que promete y que despierte una conciencia de respeto mutuo y amor por nuestra patria.
¿Logrará el fenómeno Q-Anon la reelección Donald John Trump? Aún no lo sé, pero yo, espero que sí…
Laura Daniela Caicedo Sánchez @LauraCaicedoS1