Continúa el vergonzoso espectáculo en la Universidad Externado de Colombia

En el otrora faro moral de la libertad, desde hace décadas no se debate sobre la sistemática y violenta intervención del estado (con minúscula) en la vida de los ciudadanos, ni se promueve la defensa de la propiedad privada, la libertad personal, la libertad de pensamiento ni mucho menos sobre libre mercado. 

Es francamente lamentable ver como una universidad con tanto prestigio y cuyas energías deberían estar enfocadas en la investigación académica, la promoción de la función empresarial y, en razón a sus valores fundacionales, la defensa de la libertad de los individuos por sobre todas las cosas, por estos días sea noticia por discusiones burocráticas y penosas campañas políticas. 

Todo empezó cuando unos personajes, completamente desentendidos de las ideas de la libertad, iniciaron una batalla pública por remover al rector Henao. Lejos de tener un ánimo propositivo, estas personas promovieron un sabotaje escandaloso. No pensaron en la institucionalidad de la universidad que por tantos años le permitió tener independencia y prestancia. Bajo el argumento falaz de “democratizar” al Externado y valiéndose de la representación estudiantil (que entre otros fungieron como idiotas útiles) estos liberales de mentiras apelaron a la división y a la salida electorera para “renovarlo”.  

Los reparos a una gestión, que son completamente legítimos, se pudieron desarrollar desde la concertación y el diálogo. Con altura. Pero no. Sometieron a la universidad al “abuso de la estadística” apelando al populismo y al vulgar argumento ad populum.

En los años en los que Fernando Hinestrosa estuvo al frente de la universidad, ninguno de los que hoy posan de liberales “radicales” (o incluso de los canallas que hoy hablan del fin de la “dictadura Hinestrosa”) se animó a controvertir la composición del consejo directivo ni el cargo de rector. No se puede esperar gratitud por parte de estos personajes que, hoy en la lucha por el poder, dicen cualquier cosa, acusan de lo que sea, levantan la voz o escriben algún tuit sin emitir un solo argumento bien sustentado, e incluso se someten a situaciones patéticas (como lo haría cualquier político promedio) con tal de conseguir unos votos. 

El profesor Hinestrosa no estuvo ahí tantos años ni validó la permanencia del consejo porque fuera una especie de adicto al poder con intenciones macabras de no querer renovarlo. Todo lo contrario. Están documentadas las tantas veces en las que Hinestrosa mostraba con orgullo la estabilidad del Externado. Fue esa estabilidad la que permitió que la universidad trascendiera y lograra la potencia académica y económica que hoy mantiene. 

La decisión final la tomará el consejo directivo. Pero eso no importa. Ninguno de los candidatos tiene la más mínima idea de las ideas de la libertad. Y al ver las hojas de vida de los integrantes del consejo, tampoco es que los aportes en pro del liberalismo sean destacados. 

La discusión en este momento debería estar en convertir el cargo de rector en algo meramente decorativo sin mayor trascendencia o, al menos, en cómo limitar el poder de los que vengan (porque ninguno de los postulados tiene ni tendrá la categoría de Hinestrosa). En vez de estar metidos en este bochorno, los directivos deberían pensar en cómo crear un sistema de organización basado en el consenso y los valores de la universidad, en cómo convertir a la universidad en un centro de reflexión liberal fundado en el conocimiento abierto al debate de las ideas y no en una fábrica de diplomas; en retomar la discusión sobre la inconveniencia de la intervención estatal en cada aspecto de nuestras vidas y, en general, en reivindicar el talante del Externado. 

Desgraciadamente el caos al que sometieron a la universidad derivará en que, cada tanto, estará sometida a la dinámica desquiciada de conseguir votos y no a la razón o las ideas y el entendimiento que permitan tomar buenas decisiones. En adelante lo que se verá son: promesas insulsas, peleas grotescas entre los mismos externadistas, divisiones por cazar votos, aliados y enemigos, componendas, chismes, burocracia, puestos, pago de favores, discusiones ridículas, etc. 

Es impresentable y triste para la Universidad Externado de Colombia terminar siendo un instrumento de poder. Es una traición a la razón de ser de su existencia.

(Visitas Totales 2.065 )
Salir de la versión móvil