Por: Fernando Álvarez
A veces llegar cartas con sabor amargo, cantaba Julio Iglesias, hace unas cuatro décadas. Y ahora se han puesto de moda las cartas amargas como la que exhibió el expresidente Andrés Pastrana Arango en la “Comisión de la Verdad”, según la cual los hermanos Gilberto y Miguel y Rodríguez Orejuela aceptaban, desde hace casi 20 años, que el dinero que recibió el expresidente Ernesto Samper Pizano para la campaña que lo llevó a la presidencia no fue a sus espaldas, sino que él sabía que el Cartel de Cali le había financiado su triunfo. No menos amarga fue la carta de respuesta de los Rodríguez en la que afirmaban que sí pero no y que Pastrana era más corrupto que Samper. Dejaron en el ambiente que Pastrana sabía que sus colaboradores también recibieron y que mejor hacerse pasito para no sacar más cartas de la manga.
Ahora acaban de mandar una carta bomba, súper amarga para los uribistas de a pie, algunos senadores del Centro Democrático que pretenden bombardear literalmente el proceso democrático que se acordó para elegir el candidato, o la candidata (y esto no es una reivindicación de género sino una necesaria explicación manifiesta). Al prácticamente cantar su voto anticipado con el ánimo de hacer creer que ya Oscar Iván Zuluaga es el que dijo Uribe, le meten un palo en la rueda al proceso y a la participación que se busca. Contrarían abiertamente el espíritu de la reunión que presidió el expresidente Alvaro Uribe Vélez en el sentido de abrir trasparentemente el abanico de aspirantes y promover un ejercicio democrático y cuantitativo para que se consulte a las bases de partido.
La jugadita de los senadores no deja de tener un tinte confuisionista y está dirigida a bajarle puntos a la senadora María Fernanda Cabal que ya picó en punta en las encuestas generales y la posicionan como la mejor aspectada como dicen los cabalísticos de los sondeos. El estudio de la revista Semana mostró que la gente uribista la prefiere por coherente y porque tiene carácter, ya que dice las cosas por su nombre y no sufre de complejos de derecha. Mientras que Oscar Iván Zuluaga, con todo y el apoyo de la gran prensa, no repuntó porque salió a prometer que iba a defender los Acuerdos de La Habana, lo cual en la práctica es la principal afrenta al ADN uribista.
El caso es que se equivocan de cabo a rabo los senadores que creen que su carta va a marcar tendencia, como se dice ahora en el mundo de los influenciadores. Su carta, mal jugada deja un sabor amargo porque introduce división y siembra dudas. Ninguno de los senadores firmantes es visto como un importante influenciador y más bien lo que dejan ver es que están bastante desconectados con las bases. Parece que se les olvida que tampoco son grandes electores porque en listas cerradas es fácil ocultar que los votos son de Uribe y no tanto de ellos y que su merito fue haberse ganado la confianza del expresidente para que pudieran quedar en los primeros 20 puestos.
Y si la carta con sabor amargo pretende influenciar a Uribe, si que están más fuera de lugar aún. Off side señores. Ese tipo de jugaditas no funcionan con el expresidente, que sabe que eso es como pegarse un tiro en el pie, para usar una frase que destaca en las cartas amargas. Uribe sabe que el juego limpio es el que garantiza la unión y que lo contrario genera el efecto inverso. Todo indica que el fuego amigo no es el buen consejero en esta coyuntura. Que si los uribistas quieren ganar tienen que renunciar a las prácticas de la politiquería de siempre. Que si es consulta es consulta. Que no se equivoque nadie, el enemigo no está adentro y no actuar en consecuencia es abrir las posibilidades del divisionismo y de la derrota. Hay que invitar a estos audaces senadores a arriar banderas para que las bases del partido no sientan que quieren jugar con las cartas marcadas porque eso si que les puede resultar un bumerán.
Entre otras cosas porque mucha gente siente que Oscar Iván Zuluaga es el candidato del presidente Iván Duque y este no ha pasado el año. Por lo menos en materia de la defensa de los tres huevitos de Uribe casi que lo rajan. Sienten que la seguridad no ha sido precisamente el estandarte de Duque y para mucha gente del partido este ha sido más bien tibio en temas de autoridad. Y Zuluaga parece ser de los que prefiere la tibieza en este tema y muchos de los uribistas consideran que esas actitudes conciliadoras, que incluso a veces dan la impresión de que son caludicantes, solo le sirven a la extrema izquierda, que sabe sacar provecho de las contradicciones en el seno del enemigo. Y de seguro que las bases uribistas ante la amenaza real de que la izquierda y la extrema izquierda se tomen el poder prefieren alguien que se ponga las botas.