Por: Mayor General (RP) William René Salamanca Ramírez
Hoy quiero aprovechar la celebración de Halloween o noche de los brujitos y las brujitas para hablarles a los niños y niñas de Colombia:
Primero que todo, deseo felicitarlos por su buen comportamiento, respeto hacia sus mayores y autoridades, civismo, compromiso para preservar la naturaleza y proteger los animales e infinito amor por nuestra patria. Con personas como ustedes el futuro del país es promisorio, es esperanzador.
Hacen parte de los valores más preciados de nuestra sociedad y, por ende, no son propiedad de los adultos, ni mucho menos pueden ser instrumentalizados o utilizados para cometer conductas contrarias a la convivencia o delitos.
Su protección especial está consagrada en la Convención sobre los Derechos del Niño, adoptada por la Asamblea General de Naciones Unidas en 1989, ratificada por Colombia en la Constitución de 1991 e incorporada en nuestra legislación nacional desde 2006, a través del Código de Infancia y Adolescencia. Incluso, en mayo pasado entró en vigencia la Ley 2089, que prohíbe el uso del castigo físico, los tratos crueles, humillantes o degradantes y cualquier tipo de violencia como método de corrección.
El propio Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, más conocido como Unicef, señala que es un imperativo de la sociedad generar un entorno de protección en el que ustedes puedan crecer libres de toda forma de violencia, sin tener que separarse innecesariamente de sus familias; en el que las leyes, los servicios, las creencias, actitudes, conductas y prácticas de los adultos a su alrededor reduzcan al mínimo su vulnerabilidad, aborden los factores de riesgo conocidos y fortalezcan su capacidad de adaptación.
Durante mi carrera policial siempre busqué su protección, con el respaldo incondicional a programas tan importantes como ‘Abre tus Ojos’, mediante el cual la Policía de Infancia y Adolescencia capacitó a más de cinco millones de niños y niñas en temas tan importantes como educación sexual, valores cívicos, prevención en consumo de bebidas alcohólicas y estupefacientes, maltrato, trabajo infantil, amor por la naturaleza y uso adecuado de internet.
Además, con el apoyo del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos (ICE), se hicieron las gestiones necesarias para que nuestro país se convirtiera en el primero de América Latina en pertenecer a Virtual Global Taskforce, una comunidad internacional de agencias estatales y organizaciones que luchan contra la pornografía infantil en línea.
Para empezar, es importante que tengan en cuenta que el hogar no puede seguir siendo uno de los sitios más inseguros para muchos de ustedes. Tiene que ser sinónimo de protección, cuidado, afecto y amor. Nada, absolutamente nada, justifica que sean agredidos, ni física ni sicológicamente.
El maltrato no es el camino para educar, formar o reprender, porque esas prácticas lo que hacen es perpetuar el ciclo de la violencia y ver crecer seres humanos inseguros, llenos de angustias, resentimiento y rencor. Para eso existe el diálogo sincero y racional, la disciplina, el respeto, el argumento, el buen ejemplo y las buenas maneras de decir y hacer las cosas.
Está demostrado que los maltratadores alguna vez fueron maltratados y, por eso, son propensos a repetir la fórmula que utilizaron contra ellos para corregirlos o llamarles la atención. Son personas que crecieron en un entorno familiar o social donde se asume como verdad que “la letra con sangre entra” o se acepta la violencia como ejercicio de autoridad.
Si bien es cierto que para ustedes es saludable ayudar en las tareas del hogar y hasta en los negocios familiares, también lo es que por ningún motivo deben ser utilizados como mano de obra que ponga en peligro su integridad física y emocional, tal como les ocurre a 160 millones de niños en el mundo.
El trabajo infantil es una práctica inaceptable que perpetúa la pobreza individual y familiar, que condena a los niños a la ignorancia, al alejarlos de la educación, y que afecta su salud física y mental.
Mucho menos pueden permitir ser utilizados para pedir limosna, expender drogas, limpiar parabrisas, reciclar o con fines de explotación sexual, y tampoco ser reclutados para participar de conflicto armado alguno. No se dejen tentar por el dinero fácil, ni por regalos que ofrecen extraños.
Manténganse alejados del licor y otras sustancias peligrosas, que no solo afectan gravemente su salud, sino que ponen en riesgo su futuro y hasta sus vidas.
No olviden que una de las mayores riquezas de nuestra sociedad radica en ser mestiza, compuesta por indígenas, afrocolombianos, raizales y palenqueros. Por eso, es importante valorar a cada ser humano por lo que es y no caer en conductas racistas o discriminatorias, en especial por su color de piel.
También es importante proteger al más débil, sobre todo a quienes sufren algún tipo de discapacidad, y rechazar cualquier acto tendiente a distanciarlos o a someterlos a prácticas tan condenables como el bullying, acoso que por ningún motivo tampoco deben aceptar por parte de sus compañeros. Por el contrario, hay que denunciarlos a la mayor brevedad.
Pero recuerden que así como hay derechos también hay deberes. El primero es ser buenos hijos, respetuosos de sus padres, abuelos, profesores, vecinos y compañeros, lo mismo que de las leyes, y cumplidores de sus tareas, entre ellas mantener su habitación en orden, intentar ser los mejores estudiantes y autocuidarse de peligros tan complejos como los que acechan en las redes sociales, que van desde contenidos inapropiados hasta la presencia de abusadores sexuales, estafadores y extorsionistas, quienes siempre están en la búsqueda de nuevas víctimas.
No permitan que el teléfono celular y los videojuegos se conviertan en su único mundo. Es indispensable ayudar a consolidar la unión familiar, salir al parque a practicar cualquier deporte o a pasear la mascota, interactuar cara a cara con sus compañeros y amigos y disfrutar de las maravillas de nuestra naturaleza, acciones que les permitirán madurar emocional y socialmente.
También es fundamental alimentar el hábito de la lectura, porque contribuye a desarrollar la memoria, la concentración y la imaginación, como lo hace El principito, libro traducido a más de 250 idiomas y dialectos. Les recomiendo este maravilloso relato que valora la vida, la amistad y el amor.
Por último, frente a cualquier intento de abuso, agresión o chantaje nunca se dejen amedrentar, ni guarden silencio. Cuenten lo que les pasa a sus padres, familiares, profesores y amigos o llamen a cualquier hora del día o de la noche a la línea de emergencia 123.
Como padre y amigo de los niños les deseo la mejor de las noches, teniendo en cuenta recomendaciones básicas, como siempre estar acompañados de un familiar o adulto responsable, no recibirles dulces a desconocidos y no excederse en su consumo, evitar las grandes aglomeraciones de personas, tener cuidado al transitar las vías y llevar consigo escritos los datos propios y los de sus padres o pedir la ayuda de su Policía Nacional en caso de emergencia. ¡Feliz noche de Halloween!