Por: Duván Idarraga
Uno de los aspectos que valoran los mercados financieros e inversionistas locales y extranjeros es la certidumbre y la tranquilidad de lo que suceda en el país a donde desean hacer sus inversiones o a donde quieren ofrecer recursos. Incluso, las Calificadoras de Riesgo tienen como función principal evaluar las condiciones de esos países para determinar una calificación y a partir de ella el mercado interpretar qué tan elevado puede ser el riesgo y contrarrestar ese mayor riesgo con unas mayores tasas de interés en los créditos que se colocan, lo que se denomina primas de riesgo.
Eso de manera sencilla implica que, si un país está mal calificado, la prima de riesgo es más alta; por supuesto que puede acceder a financiación, pero debe pagar una mucho tasa más alta. En Colombia, durante el gobierno Pedro esa incertidumbre se ha disparado de manera considerable. Por un lado, por los deficientes resultados en materia de crecimiento económico que he mencionado en columnas anteriores; pero especialmente y también como ha sido algo donde he hecho mucho énfasis en mis escritos, en el elevado nivel de déficit fiscal del país del año.
El año pasado cerró en el 6.8% del producto interno bruto, superando los niveles de pandemia en el año 2020 cuando llegó al 6.6% y por supuesto sin cumplir la regla fiscal. Para rematar el desolador panorama e incrementar los niveles de incertidumbre, tenemos el hecho que en la Cartera de Hacienda no haya estabilidad, otro elemento negativo que los mercados evalúan para Colombia.
Con 31 meses de este gobierno se está posesionando el cuarto Ministro de Hacienda. Adicionalmente, otro elemento que se incluye en esas valoraciones, está relacionado con la trayectoria, formación y experiencia del titular de este importante ministerio.
El primer Ministro de Hacienda de este gobierno fue a Alfonso Ocampo, con trayectoria de años frente a organismos multilaterales, además de haber sido Ministro de Hacienda de gobiernos anteriores. En un voto de confianza el Congreso, pese a las circunstancias y las posturas en contra de muchos empresarios y otras personas en Colombia, logró la aprobación de la reforma tributaria del año 2022.
No obstante, al señor Petro la experiencia, conocimiento y de alguna manera la autonomía de Ocampo no le gustó y fue uno de los primeros ministros que salió de su gabinete, cuando Ocampo empezó a tener posturas basadas en su estructura académica y experiencia pero que estaban en contra de los intereses y deseos del mandatario.
Posteriormente, fue nombrado Ricardo Bonilla que no tenía el mismo palmarés de Ocampo pero que desde sus primeras entrevistas expresó un respeto por las condiciones del mercado, por la autonomía del Banco de la República; podemos decir que en estos aspectos cumplió su cometido.
Bonilla intentó una segunda reforma tributaria pero las condiciones del país y de la economía eran muy diferentes y nada favorables a esa iniciativa; como resultado se dio una resistencia fuerte por parte de El congreso que con la autonomía que debe tener, gracias a la independencia de poderes de nuestro Estado de Derecho, decidió rechazarla.
Bonilla se fue en medio de escándalos relacionados con la corrupción de la UNGRD, siendo reemplazado por el ministro Diego Guevara, con experiencia en la cartera (había sido vice ministro de Bonilla) pero que duró muy pocos meses; adicionalmente, de acuerdo a lo expresado en medios de comunicación, se retiró del gobierno por no atender los caprichos y deseos de Petro.
De esta manera se reafirma lo que que se ha mencionado con insistencia, en el sentido que al señor Petro no le gusta que le digan que no; que busca en cargos claves de su gobierno personas con poca formación técnica y experiencia, pero ampliamente ideologizados con sus esquemas e ideas de gobierno; además, que siempre le digan si.
Ahora, ha designado a su cuarto Ministro de Hacienda el señor Germán Ávila que, de acuerdo a lo que se conoce a través de medios de comunicación, tiene ejecuciones en cargos públicos anteriores con algunas inquietudes; adicionalmente, sin la formación y trayectoria de Ocampo. En sus primeros anuncios ha comentado la necesidad de una nueva ley de financiamiento o reforma tributaria, sin tener en cuenta las difíciles condiciones macroeconómicas del país; de acuerdo a lo expresado por el nuevo ministro, el enfoque de la misma es centrarse en determinados sectores productivos que, según lo ha comentado, no están pagando lo que para ellos se consideraría justo.
Bastante inquietante esta postura; no solo porque el país no está en condiciones de pagar mas impuestos (lo que espantaría aun mas a inversionistas) sino por el hecho del enfoque en sectores productivos, sin tener claridad que puede él y su equipo considerar justo. Otro de los aspectos que pueden trasmitir bastante inquietud al mercado de capitales es su comentario sobre la posibilidad de revisar la deuda pública de Colombia, tanto interna como externa. A primera mano es un tema que puede generar mucha incertidumbre y aumentar el temor de los actuales tenedores de dicha deuda.
Hubiera sido mucho mas sensato hablar de la necesidad de reducir considerablemente el déficit fiscal, generando verdadero ahorro en los gastos de funcionamiento del Estado (que desde 2022 se han incrementado en mas del 45%) y con ello contribuir a mejorar las perspectivas para que las tasas de interés que se pagan por esa deuda pública disminuyan y así aminorar el impacto del pago de deuda en el Presupuesto General de la Nación.
Otro tema que genera inquietud con el nuevo Ministro son expresiones como que el país no puede seguir pensando que la figura del Minacienda debe ser una talanquera u opositor a los intereses del presidente, ya que en su concepto debe propender por apoyar las apuestas del gobierno y trabajar en coordinación con los intereses del presidente.
Lo que necesita el mercado es tener la tranquilidad que el jefe de esta cartera de Hacienda actuará con rigor técnico y que no cederá a los caprichos del presidente; alguien que a todo diga si a los caprichos del mandatario no es buena opción. No ayuda para nada al panorama fiscal y macroeconómico de Colombia la constante incertidumbre, los cambios en el Ministerio de hacienda; adicionalmente, en que no se hayan logrado cohesionar una política en las finanzas públicas clara y que apunte a reducir de manera significativa el déficit fiscal.
Por el contrario, se mantiene la tendencia del gasto desbordado con una expectativa de recaudo de impuestos ligeramente superior a la del 2024; después de todo, las empresas del país (que aportan más del 90% de los impuestos del país) tuvieron un mejor resultado en sus estados financieros para dicho periodo. Amanecerá y veremos.