Por: Alejandro Ramírez
No podía empezar esta columna, sin manifestar total solidaridad con el presidente de la República Iván Duque, por el atentado que sufrió el viernes junto a su comitiva en Cúcuta, Norte de Santander. Son dos graves ataques en poco más de una semana, si tenemos en cuenta que el 15 de junio, la narcoguerrilla del ELN estalló un carro bomba en la brigada 30 del Ejército Nacional, en Cúcuta. Al igual que ese reciente atentado contra las instalaciones desde donde se dirige la lucha narco terrorista en el oriente del país, el reciente intento de asesinato de que fue víctima el Presidente de la República, demuestra una grave falla en la Inteligencia y Contrainteligencia de nuestra fuerza pública.
Como bien lo dijo el presidente Pastrana, la Inteligencia y Contrainteligencia del Ejército fueron desmanteladas por Juan Manuel Santos para complacer a la narcoguerrilla, pero revivirlas es hoy un asunto de Seguridad Nacional inaplazable. Los anillos de seguridad del Presidente Duque fueron vulnerados por milicianos armados con metralletas, como se puede ver en los videos, y tampoco fueron confrontados en tierra por los militares recientemente desplegados en la zona con ocasión de los atentados a la Brigada 30 del Ejército Nacional, pese a tratarse de un ataque desde viviendas cercanas al perímetro del aterrizaje. Hasta ahora, nos han informado que los fusiles utilizados para atentar contra el Presidente pertenecían a las Fuerzas Armadas de Venezuela, lo que no es extraño en una frontera donde abunda el tráfico de armas desde ese país, al son de la impunidad y el apoyo que provee el mafioso régimen de Maduro a la narcoguerrilla de las farc y el ELN, pero debe ser objeto de análisis por parte de la Inteligencia, si de evitar un nuevo ataque a nuestras fuerzas Militares se trata, o al Jefe de Estado, como sucedió en ésta oportunidad.
Es importante recordar que en recientes operaciones de control territorial, los soldados del batallón energético y vial No. 1 del Ejército Nacional, encontraron en la vereda Peralonso de Arauquita, departamento de Arauca, un cohete tierra – aire Skyfire 70 con cabeza de guerra AVC 70 HE-M1, de la Aviación Militar Bolivariana de Venezuela. Armamento cuya comercialización está restringida a los países, comprobando el tráfico ilícito de armamento de uso exclusivo de fuerzas militares desde Venezuela a la narcoguerrilla en Colombia. Imagínense lo que hubiera sucedido si una grave falla de registro en la zona, como la que sucedió el viernes, hubiese permitido el ataque al helicóptero que transportaba al Presidente con este tipo de armamento. No se trata entonces de un error menor.
Tal parece indicar, que la capacidad de infiltración del ELN ha vencido a la contrainteligencia de nuestras fuerzas militares en el departamento. Lo que tampoco es gratuito: en reciente informe de la Oficina Nacional para la Política de Control de Drogas (ONDCP, por sus siglas en inglés) de la Casa Blanca, reveló que el año pasado, en Colombia alcanzamos el terrible récord de 245 mil hectáreas de cultivos de coca, con un potencial de producción superior a las mil toneladas métricas de clorhidrato de cocaína. Pero otro informe, el SIMCI (Sistema Integrado de Monitoreo de Cultivos Ilícitos) señalaba a Norte de Santander como el primer productor de cocaína en Colombia con 47 mil hectáreas, habiendo superado al Departamento de Nariño, cuyo hectareaje calculó en 37 mil. El asunto es tan grave, que en uno solo de sus municipios, el municipio de Tibú, se calcula que existen 27 mil hectáreas de cultivos de coca. Para que nos hagamos una proporción del problema, el Departamento de Norte de Santander superó de lejos el hectareaje en coca de todo Bolivia, el tercer país productor del mundo; pero más grave aún, estos dos departamentos tendrían mas cultivos de coca que todo el Perú, el segundo país productor. Con semejante influjo de dinero, al narcotráfico no le queda difícil permear todas las instituciones en el departamento, como no le ha quedado difícil hacerlo en el Departamento de Nariño; ni en Bolivia, ni en Perú. La fumigación de estos cultivos también es un asunto de Seguridad Nacional.
No sucedió igual cuando la columna Teófilo Forero de las FARC quiso atentar contra la vida del presidente Uribe en un vuelo cerca a Neiva, porque su avanzada descubrió los explosivos, evitando de esta manera, que detonaran una casa completa de ellos cuando pretendía aterrizar el avión del presidente. Son labores imprescindibles de inteligencia y contrainteligencia las que permiten detectar los puntos más vulnerables y evitar las amenazas a la Seguridad Nacional, a la democracia, como pudimos atestiguar que fallaron en la reciente visita del presidente Duque a Cúcuta. Tan inaplazable es revivir nuestra inteligencia y contrainteligencia, como la fumigación inmediata de todos los cultivos ilícitos en Colombia.
*Ex Director de la Justicia Penal Militar y Policial, MDN.