Por: Jorge Cárdenas
No se puede pactar con el diablo porque en su naturaleza está el incumplir lo acordado.
Muy hábilmente, como el jugador de póker que es, Juan Manuel Santos le vendió al país y al mundo la idea de que la paz con las FARC estaba basada en la verdad sobre lo sucedido, la justicia en contra de quienes habían delinquido y la reparación a las víctimas del conflicto.
También prometió, y lo repetían a cada instante los miembros de su gobierno y el líder negociador en La Habana, Humberto De la Calle, que los acuerdos solo se implementarían si era la voluntad popular expresada en las urnas.
Lo que empezó con mentiras no podía resultar de manera distinta que como lo estamos viviendo actualmente.
Y es que todo lo que ha rodeado al expresidente Santos se ha caracterizado por el engaño.
Antes del 2010 no había sido sometido a ningún cargo por elección popular. Había pasado de gobierno en gobierno, de ministerio en ministerio, casi que de un partido a otro para irse ubicando en cargos cada vez más relevantes hasta que llegó al ministerio de defensa del presidente Álvaro Uribe Vélez y su seguridad democrática. Este cargo lo llevó a tener los mejores resultados en la lucha contra los grupos narcoterroristas de las FARC y el ELN y a hacer parte del gobierno que logró la desmovilización de las AUC que reunía los grupos paramilitares del país y cuyos lideres, que quisieron seguir delinquiendo, fueron encarcelados y extraditados.
Los golpes más contundentes, como el bombardeo al campamento del líder de las FARC Raúl Reyes en Ecuador, lo llevaron incluso a enfrentar a la justicia ecuatoriana que lo pidió en extradición para cumplir una condena por haber atacado a un país cuyo gobierno le daba abrigo a ese grupo terrorista como también lo hacía y lo hace Venezuela y del cual se pudo salvar gracias a la gallardía y el apoyo de su presidente y mentor quien asumió la responsabilidad de la orden.
Las operaciones que dieron con la baja de “EL mono Jojoy” y Alfonso Cano venían gestándose desde el gobierno de Uribe. A lo mejor, de no haber sido así ellos estarían ocupando 2 de las curules que les regaló a los terroristas.
De la operación Jaque se dice que no se la informaron y que se aprovechó el que estaba de viaje para realizarla. Eso explicaría el porqué no era la primera opción para el presidente Uribe a la hora de encontrar el candidato para reemplazarlo en La Casa de Nariño.
Esa primera opción era, claramente, Andrés Felipe Arias. Por eso no me cabe duda de que, si halaran el hilo del escándalo de Agro Ingreso Seguro, muy posiblemente llegarían a Santos como autor intelectual.
No quiero entrar en la polémica de la inocencia de Arias, en la cual confío, pero creo que las razones de tanta persecución y el tiempo que lleva encarcelado por acusaciones bastante dudosas tienen como mayor beneficiario a quien después sería elegido para continuar con las políticas de Uribe. En todo crimen o complot, el primer sospechoso es quien mejor partido saca del asunto.
Se parece un poco al caso del asesinato de Álvaro Gómez Hurtado. Ese enorme político asesinado por denunciar y exigir la renuncia del corrupto presidente Ernesto Samper; elegido con dineros del cartel de Cali al cual, una vez en el poder, encarceló y desmanteló.
Ojalá antes de morir, los hermanos Rodríguez Orejuela contaran su versión de los hechos. No sé si su silencio sea producto de la intimidación, pero, de ser así, imagínense el poder de alguien capaz de silenciar a los lideres del que fuera uno de los mayores carteles de droga de la historia.
Ahora sale Piedad Córdoba queriendo desviar la atención hacia una posible participación de las FARC en ese crimen. Deja muchas dudas, pero todo es posible.
Siguiendo con nuestro “Nobel, sorprendió mucho lo rápido que cambió de bando, lo pronto que reestableció relaciones con el dictador venezolano Hugo Chávez; a quien el gobierno del que hizo parte había denunciado por su complicidad en los crímenes de las FARC; pero que tendría sentido cuando salió a la luz su “proceso de paz”, el cual venía adelantando con el grupo terrorista a espaldas de la ciudadanía que masivamente había manifestado su rechazo a esos criminales y el apoyo a las políticas de Uribe.
En pocos meses pasó de dedicarle el discurso de posesión a su antecesor a convertirse en su acérrimo opositor e incluso perseguidor.
Hay que recordar que él y su familia han sido parte de los medios de comunicación desde principios del siglo pasado. La manipulación de la información es algo que tiene en su ADN. Él sabe qué contar y cómo contarlo para enviar el mensaje que le resulte más conveniente.
Así se puede explicar porqué, cuando hablan de los llamados “Falsos Positivos” nunca nombran al ministro de defensa que realmente impartía las ordenes a militares y policías. Y él, a diferencia del expresidente Uribe que lo defendió ante el mundo, jamás ha querido desmentir la imagen de matarife que le endilgaron por esos hechos de manera tan mentirosa.
Logró dividir a un país que estaba unido en contra del que ha sido su enemigo común en enemigos y amigos de la paz. Una paz que no va a existir mientras ellos sigan coexistiendo con quienes siguen traficando, matando y extorsionando a nuestros conciudadanos.
Mientras se nieguen a aceptar y pedir perdón por el reclutamiento forzado del cual hay miles de victimas que son testigos reales de su existencia. De igual manera con la violación a menores y los abortos que forzaban a practicar a quienes quedaban embarazadas, so pena de ser fusiladas si se rehusaban. De eso también hay miles de testimonios.
Mientras no confiesen el narcotráfico del cual se han surtido de recursos durante décadas. Crimen del que pasaron de ser cuidadores a ser el mayor cartel de la historia.
Como premio tras sus “acuerdos”, Colombia paso de 50.000 a 230.000 hectáreas cultivadas. Quizá sea por eso su frentero apoyo a la legalización de las drogas. Podría tener algunas acciones en una empresa prospera al momento en que sea aceptado.
Si siguiéramos el hilo de la injusta persecución de las cortes en contra de Álvaro Uribe; si se siguiera investigando lo que ya está saliendo a la luz sobre la manipulación y compra de testigos por parte de Iván Cepeda confabulado con la Corte Suprema que ocultó pruebas y testimonios que, claramente, lo exoneran; posiblemente también se llegaría, cuando menos como partícipe, al jugador de mirada mentirosa. Porque de qué otra manera se puede entender, tras escuchar los testimonios de paramilitares ante magistrados donde exoneraban la participación del expresidente en masacres y desplazamientos en los que el senador Cepeda lo quiere vincular y que no fueron aceptados por ellos mientras que a los de Monsalve le dieron la credibilidad que le darían a un santo. ¿Quién le dio tanto poder al senador de las FARC como para prometer traslados de cárcel, bonificaciones económicas y hasta asilo en el exterior para los familiares?
Cada declaración que ha estado dando en las últimas semanas más hacen pensar de su cercanía con los conspiradores. La reunión en casa del infame Cristo Bustos con lideres de las FARC de la que han dicho no es la primera ni será la última deja muchas dudas, pero también confirma la hipótesis.
Tampoco es casualidad que tan solo unos días después de esa reunión y al otro día de advertir en una entrevista que las marchas y el vandalismo continuarían se hayan incendiado de manera coordinada tantos CAI utilizando como pretexto una deplorable muestra de brutalidad policiaca que resultó en el asesinato de un ciudadano tras el cual, por la violenta reacción, ha habido más de una docena de muertes.
Los acuerdos; que no fueron refrendados en el plebiscito, que fueron implementados fraudulentamente gracias a la compra de conciencias más descarada de la historia nacional; están destinados a romperse por la soberbia de quienes los gestaron.
La forma inmisericorde en que los lideres desmovilizados han tratado a las victimas. La grosería de llamar a su partido con el nombre de quienes han torturado y masacrado impunemente al país solo demuestra que de arrepentimiento no hay nada.
El negar el reclutamiento de menores, las violaciones y abortos forzados como práctica sistemática pese a la enorme cantidad de testimonios que lo confirman serían razones suficientes para que perdieran las garantías que de manera maliciosa les regaló el gobierno anterior.
El silencio que muestran ante los crímenes de sus mal llamadas disidencias son clara muestra de su complicidad.
El que algunos de sus lideres hayan huido de la justicia, se hayan rearmado y amenacen abiertamente a la sociedad muestra que lo único que buscaban era legalizar su accionar criminal.
Ese adefesio llamado Justicia Especial para la Paz o JEP; creado para absolverlos y ponerlos al nivel, y hasta por encima, de quienes los combatían; con jueces elegidos a dedo por los mismos criminales a los que iban a juzgar; debe desaparecer o, al menos, ser reformada y reemplazada por un órgano que imparta verdadera justicia y brinde garantías a un país que ha sido victima de esos desadaptados durante más tiempo del que cualquier otra nación aguantaría.
Dependerá del mismo pueblo el exigir esos cambios y enderezar el camino o seguiremos siendo cómplices silentes de lo que sabemos que nació torcido.