Una mujer al poder en Colombia

Por Johana Baldovino

Como nunca antes se había visto esta vez la contienda electoral para la presidencia de Colombia parece estar marcada por la disputa política entre varias mujeres que tienen serias aspiraciones para subirse al centenariamente masculino solio de Bolívar. Aunque falta todavía algún trecho para que se prenda realmente la contienda de cara al 2026, la decisión de la valiente colega Vicky Dávila de renunciar a la dirección de Semana para medírsele a la candidatura presidencial le agrega un matiz más al tinte femenino que se viene gestando y pone a pensar a los colombianos en la posibilidad de que el cabeza a cabeza final sea entre dos mujeres de distinto color político, de talantes diferentes y por qué no decirlo, de estilos muy variados.

Casi siempre hemos visto cómo una mujer se destaca en los amplios abanicos masculinos que comúnmente madrugan a buscarse un aval de los principales grupos de poder político, porque ya no es que se puedan llamar partidos a aquellas organizaciones que marcaron casi un siglo de hegemonía, donde se enfrentaban con un trapo rojo o con un pañuelo azul y que hace varios lustros perdieron las fronteras ideológicas y cada vez son más iguales en sus prácticas politiqueras y usanzas manzanillas, hasta el punto en que ya ni siquiera se diferencian como antes en que los conservadores iban a misa de 7 am y los liberales a la ceremonia eucarística de las 12 pm. Para la juventud eso es más de lo mismo y no quiere apostarle a esa ruta.

Y no es por feminismo gratuito pero a una mujer con buenos pergaminos en la actividad política prácticamente le arrebataron su posibilidad cuando el entonces presidente Alvaro Uribe Velez prefirió, para que lo sucediera, los encantos de la aristocracia bogotana en cabeza de quien lo traicionó después, el expresidente Juan Manuel Santos, nieto del ex presidente Eduardo Santos, en lugar de la exministra Nohemi Sanin, quien tenía todas las de ganar y de haber continuado su legado, además de que, de seguro, no lo había traicionado porque esa es una condición que se da muy poco en el ámbito femenino, por lo menos estadísticamente hablando.

Y no se necesita ser muy lince ni muy experimentada en el análisis político para advertir que en este momento el sonajero es mas femenino que masculino. A pesar de que suenan voces aún destempladas de candidaturas biches en el espectro tradicional de los señores de la política, como la del nieto del expresidente Julio Cesar Turbay, Miguel Uribe Turbay, o del nieto del expresidente Carlos Lleras Restrepo, Germán Vargas Lleras, o del Nieto del expresidente Laureano Gómez, Enrique Gómez Martínez, para solo mencionar unos, on mas sonoros los nombres de Claudia López, por el lado de la izquierda y de María Fernanda Cabal por el lado de la derecha, y en su partido, el Centro Democrático, se escucha también con mucha fuerza el nombre de otra mujer, Paloma Valencia, nieta del expresidente Guillermo León Valencia.

Por el lado de la izquierda más radical suena con cierta potencia el nombre de María José Pizarro, hija del famoso guerrillero del M19 Carlos Pizarro, jefe e inspirador en su momento del entonces guerrillero Gustavo Petro, y cuyo principal mérito es la lealtad al presidente y a las ideas de su padre, más conocido como el “comandante papito” porque en el mundo femenino de la época se le reconocía más por churro que por sus ideas o por su liderazgo. Aunque para completar el panorama hay en el sector de la izquierda y en los más cercanos al presidente Petro la idea de impulsar otra mujer, la vicepresidente Francia Márquez, que, aunque no se ve muy carismática, hay quienes le ven potencial. Pero todo indica que por el lado de la izquierda la favorecida en las encuestas y que tendrá finalmente el guiño de Petro terminará siendo Claudia López, ya que para intentar mantener continuidad el petrismo deberá optar por una candidatura más de centro que de izquierda radical y que ojalá tenga el suficiente temple para enfrentar la derecha que se viene con toda.

Y con Vicky Dávila al frente, la pelea se pone como para alquilar balcón. En contra de Claudia López están sus saltos del petrismo al antipetrismo, del peñalosismo al antipeñalosismo, además de su temperamento camorrero. Esa inolvidable característica de gritona casi vulgar que pareciera más un recurso para emular con los machos alfa de la política que una estrategia para generar simpatías femeninas, como por ejemplo de lucha con ternura, o con inteligencia femenina, que casi siempre es mucho más sutil. Vicky Dávila, si los astros la siguen acompañando promete ser una buena candidata de derecha, enérgica pero femenina, valiente pero tierna y capaz de aprender de los que saben. Pero, sobre todo, tiene a su favor, que se muestra con ganas de no tranzar con los corruptos para asumir las asignaturas que deja pendiente este gobierno. Ya comenzó a marcar de primera en las encuestas y amenaza con ser la outsider que parece que reclaman a gritos las nuevas generaciones.

Y ya ha dicho Vicky categóricamente que no es de izquierda, lo que hace suponer que se la va a jugar a fondo por la derecha y a tratar de sumar al centro derecha y al centro medio tibio, porque difícilmente buscará al centro izquierda. Y con las pataletas del presidente Gustavo Petro, que se las da de llanero solitario con síndrome de Gulliver y se atreve a desafiar torpe e ilusamente al también estrambótico y ruidoso presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, es muy probable que Vicky termine recogiendo ese sentimiento antipetrista que se crece cada vez más cuando los trinos del presidente ponen a trinar a los colombianos que ven como se les pueden cerrar fronteras y sueños o puede terminar por arrasar con los sectores productivos del país. Quizás ha llegado la hora de que una mujer que no sea populista, ni traidora, ni se sienta la salvadora del mundo, cuyas emociones vayan más por el lado de la sensibilidad social que por las apariciones emocionales en X, aterrice en el Palacio de Nariño sin necesidad de caer en paracaídas y sin tener que aliarse con los corruptos de siempre para llegar al poder.

Salir de la versión móvil