Por: Fernando Torres Mejía
Para este próximo 26 de septiembre se está convocando a la “GRAN MARCHA NACIONAL” la cual busca, entre otras cosas, protestar por las reformas, tributaria, electoral, contra la erradicación del agro mediante expropiaciones disfrazadas de impuestos, contra el adoctrinamiento de nuestros niños y jóvenes, que la policía nacional no la vayan a convertir en un fortín político, en otras palabras, que no nos sigan engañando con la promesa de vivir “SABROSO”.
Claro está que los que van a asistir a este evento, NO son los “jóvenes” que hacen parte del comando inhumano y destructor denominado “primera línea”, mucho menos personajes de los grupos guerrilleros y narcotraficantes, que se hacían pasar por seres humildes de estratos bajos, tampoco van a contar con el “patrocinio” de políticos que les encanta la violencia, la destrucción y el vandalismo como quedó demostrado con los apoyos que les dieron en las marchas o mejor en las tomas guerrilleras de 2021, donde senadores e incluso el actual presidente de este país, instaban y agitaban al pueblo a salir a las calles a protestar y recurrir a hechos de violencia con tal de hacer oposición y allanar el terreno para lograr su objetivo de ganar las elecciones presidenciales de 2022.
No, en “LA GRAN MARCHA NACIONAL” del próximo 26 de septiembre, participarán personas de bien, quienes al igual que en la “marcha del silencio” se protestó pacíficamente, sin ningún acto de violencia, no abra afectación a la infraestructura, no se bloquearan vías, se permitirá el paso de las ambulancias para evitar la muerte de inocentes, no se obstaculizara el paso de los buses de servicios públicos, no se tendrá que recurrir al escuadrón antidisturbios (ESMAD), porque se marchara decentemente y será solo por ese día y no por más de dos meses como ocurrió con la toma guerrillera de 2021, porque para rechazar y protestar, solo se necesita caminar y manifestar con la voz y no a través del uso de la violencia ni mucho menos con vías de hecho.
Claro que hay razones para salir a marchar y protestar, pero es que, en este país, se hizo costumbre que para poder lograr y alcanzar lo que se quiere, se tiene que recurrir a la violencia y a una oposición férrea como la que tuvo el presidente Duque, quien desde el mismo día en que gano las elecciones, su contrincante, Gustavo Petro, le declaro una “guerra” sin cuartel y pidió a sus “borregos” mantenerse en las calles y hasta le sentencio que no terminaría sus cuatro años en el poder. Como olvidar que los peores grupos delincuenciales, lograron «arrodillar” al gobierno de Santos, se ganaron 10 curules y el premio mayor, la impunidad total.
Sumado a lo anterior, la mayoría de los congresistas se les “vendieron” al nuevo gobierno, con lo cual con esa “aplanadora” no hay nada que hacer y todos los proyectos de ley y reformas que se le antoje los sacara adelante, al mejor estilo de Santos con sus famosos “fastrack” con los que logro el mayor negocio de lavados de activos en la historia de Colombia.
Es una situación triste para el país, donde todos se acomodan al mejor estilo de Roy Barreras, sin importar las consecuencias perversas que este tipo de cambios que se están presentando, nos llevara a transformarnos en un estado fallido.
Igual la invitación está y muy seguramente la convocatoria será muy concurrida, porque se debe dejar un precedente, pero desafortunadamente y tengo que decirlo sin temor a equivocarme que no pasara absolutamente nada con las protestas que se quieran hacer, los colombianos tuvieron la oportunidad de elegir distinto, pero dejaron que solo 11 millones de sus compatriotas, nos impusieran un modelo autoritario donde está en juego la democracia, por eso, tengo que reafirmar que la convocatoria del próximo 26 de septiembre, será “Una marcha sin futuro”.