Por: TC (r) Gustavo Roa
Los colombianos de más de 50 años, tenemos dos pecados capitales muy graves, que han permitido el surgimiento y crecimiento inusitado de los que ayer fueron protagonistas, de los más impresionantes actos violentos, contra la sociedad colombiana, en el territorio nacional.
1.Hemos olvidado, no sé si a propósito o como parte de la psicología del engaño, la historia criminal de los grupos subversivos, con ideologías nacidas en la extrema izquierda hispanoamericana, permitiendo que las nuevas generaciones de colombianos cohabiten, admiren y elijan sin dilaciones, a estos antiguos subversivos, para cargos públicos de elección popular.
Estas perversas estrategias, las logran progresivamente a través de engañosas pantomimas, presentándose como las nuevas fuerzas renovadoras y de cambio. También es evidente, que han creado una estrategia complementaria, maquinada desde la dirigencia política de izquierda, dentro del nuevo modelo de educación dirigida y manipulada sórdidamente, contra nuestra juventud.
Esta metodología está ampliamente influenciada, por diversas organizaciones de izquierda, con el fin de colocarle, una venda en los ojos tanto a la niñez, como a la juventud, evitando de esta manera, que se conozca la realidad de la historia de violencia social y política del país, especialmente la que hace referencia, al ámbito rural y alejados rincones del país, donde las informaciones se tergiversan, se cambian y se manipulan.
2. Los colombianos mayores, no les hemos transmitido a las nuevas generaciones, la historia veraz, de la violencia en Colombia, ocurrida en campos y ciudades, durante las décadas de los 70, 80 y 90, donde nuestro país, padeció el terrorismo, genocidios, narcotráfico y violencia a manos de los carteles de la droga, pero también de grupos subversivos como el M-19, cuyos dirigentes hoy están en el poder, el de las FARC, que hoy hacen parte del poder legislativo, sin recibir un solo voto del favor popular, el del ELN, criminales mimados, por el actual gobierno, los del EPL, reintegrado progresivamente a otros grupos narcoterroristas y el Quintín Lame, conformados en su mayoría, por indígenas que hoy, han infiltrado ideológicamente a sus comunidades, especialmente las del sur del país.
Muchos indígenas y homosexuales, que hoy siguen con apasionado fanatismo a la izquierda colombiana y vitorean a sus antiguos agresores, cuyos antiguos integrantes, hoy hacen parte del gobierno, “del cambio”.
Estos grupos llamados “marginados” por los hipócritas progresistas, desconocen los violentos antecedentes donde muchos colombianos, fueron violentados, desplazados y “ajusticiados” por estos terroristas, como ocurrió en 1985, donde el M-19, cometió el terrible genocidio de Tacueyó, en el cuál el cabecilla Hernando Pizarro León Gómez, protagonizó el asesinato de más de 164 militantes del M-19 entre ellos, muchos indígenas.
Hoy los integrantes de estos antiguos grupos, hacen uso de la filosofía del engaño y con cinismo mentiroso, continúan utilizando una dialéctica victimizante, llena de promesas, mentiras y engaños, las cuales son aceptadas inocentemente, por jóvenes que desconocen la verdadera historia de nuestro país y apoyan a la extrema izquierda con impresionante ceguera, fruto del odio, rencor y resentimiento, sembrado por esta ideología contra el Estado Colombiano y sus instituciones, a pesar de haberse beneficiado de sus indultos, amnistías y perdones.