Por: Fernando Torres Mejía
Dos palabras que nos llenan de esperanza, tranquilidad, alegría y amor, pero que en nuestro país y por cuenta del gobierno Santos y ahora por el de Petro, las “prostituyeron” y se empezó a perder el verdadero significado del mensaje real que representan, que nos envían y nos llega a lo más profundo de nuestro corazón y conciencia.
Es que no hay un solo momento, un solo sermón o discurso, en el que por cuenta de la “paz total” que pregona el gobierno se deje de mencionar la palabra “paz” como si fuera una marca, una estrategia de cualquier departamento de mercadeo de una multinacional que nos quieren meter a la fuerza un producto, en algo así como lo que utilizan y se conoce como el “top of mind o el top of heart“, pero no, no es así, la paz se logra con autoridad, con justicia, sin impunidad, se alcanza haciendo los correctivos que se requieren con honestidad, sensatez y con los compromisos de no repetición, pero no con amenazas y violencia como se volvió costumbre en nuestra querida Colombia.
Ni que hablar de la otra palabra que nos ocupa “perdón”, que también se volvió paisaje y pretenden que por todo se pida “perdón”, pero no a quien se le ha causado un mal o una ofensa, no, ahora se nos quiere imponer y exigir que se lo pidamos a los delincuentes, a los grupos alzados en armas e incluso hace poco el Canciller, manifestó, “Santrich fue víctima de un entrampamiento, pese a que tomó la decisión de rearmarse y abandonar el proceso de paz que se firmó en La Habana (Cuba)”, ojalá no se le vaya a ocurrir sugerir que le pidamos perdón.
De igual forma, el impredecible ministro del Interior, Alfonso Prada, envía un mensaje a los Colombianos, para que “le pidan perdón a los venezolanos”, como si la responsabilidad de la desgracia que están viviendo por cuenta del “dictador” Nicolás Maduro, fuera culpa nuestra. Que la señora Bertha Fries, vocera de las víctimas del atentado en el club el Nogal, quien dice “no solamente las Farc deben acudir a pedir perdón por lo ocurrido allí, sino que además lo debe hacer el Estado”.
Pero es que además suceden cosas absurdas, como que a la policía y a nuestras fuerzas armadas, las han obligado a pedirles perdón a sus victimarios. Falta ver en que terminara el entramado que está organizando el gobierno Petro, para lograr la liberación de los “pobres angelitos” de “la primera línea” que ahora los llaman “presos políticos sociales” para liberarlos de toda responsabilidad por los actos terroristas que protagonizaron. Solo falta que también tengamos que salir a pedirles “perdón”.
Para terminar, el Canciller, Álvaro Leyva, salió a decir “Mi posición es la misma siempre (…) el señor Ortega es uno de los violadores de derechos humanos por excelencia”, cuando días antes fue noticia de primera página, la ausencia de la delegación colombiana en la sesión extraordinaria del consejo permanente de la Organización de los Estados Americanos (OEA), en la que los países condenaron la represión del gobierno de Daniel Ortega en Nicaragua, y en la que muy seguramente, le íbamos a tener que pedir perdón al gobierno de este dictador, por no acatar el fallo de la Haya. No podemos continuar agachando la cabeza contra los violentos y acabando con el significado que encierran las palabras Paz y perdón.