Por: Jorge Cárdenas
No voy a posar de sociólogo, psicólogo, historiador ni de ningún pergamino que no ostento.
Este artículo es simplemente producto de la observación y de haber vivido en países donde han explotado, cuando menos uno – y en muchos varios- líderes populistas.
Vivo en México donde hace año y medio subió al poder un político populista que durante años denunció el robo a unas elecciones que le habrían permitido lograrlo hace más de una década. Armó plantones, denunció la corrupción de los partidos de gobierno, puso el dedo en la llaga de cuanto problema había en el país hasta que, con una inmensa mayoría, logro llegar al primer cargo de la república.
En este tiempo demostró que; pese a haber luchado para llegar durante años; una vez en el poder, no sabe que hacer con él.
Se rodeó de incompetentes, la corrupción está peor que nunca, el crimen está en alza y todos los problemas que denunciaba no han tenido ninguna solución, por el contrario, están peor que antes. No lo digo yo, lo dicen las cifras de resultados.
Entre 2012 y 2013 viví en Venezuela. Me tocó ser testigo de la última etapa de Hugo Chavez, su última elección, la designación por parte suya de su sustituto (dando claras muestras de un absoluto irrespeto por la democracia) y las sospechosas elecciones donde Nicolás Maduro llegó al poder.
Fui testigo de su muerte – la que al parecer había sucedido meses antes de que la anunciaran – que llenó de dolor y angustia a la mitad del país y de celebración, júbilo y esperanza a la otra mitad. Esperanza infundada porque ya hemos visto en qué han convertido a ese maravilloso país. El que fuera una potencia petrolera con los mayores yacimientos en el mundo, ahora es el país más pobre de América Latina.
Pero lo que más me ha aleccionado para reconocer un populista y permitirme el atrevimiento de escribir lo que aquí les cuento es el hecho de ser colombiano y ver como, desde hace varios años ya, han surgido algunos de estos esperpentos que prometen paraísos de maná y miel para capturar la atención de los inconformes con la esperanza de llegar al poder y repetir en nuestro país lo que ha sucedido en Cuba, Venezuela, Bolivia (de Evo Morales), Ecuador (de Correa), Nicaragua y otras naciones donde populistas como ellos han conseguido el poder, se han empotrado en él sin cumplir sus promesas y han dejado sus naciones peor de lo que estaban.
Lo primero que hace un populista es reconocer qué es lo que más inconformidad genera entre sus conciudadanos. Qué los aqueja, qué quisieran cambiar a toda costa. Para esto no hay mejor herramienta que lo que yo llamo los “super-valores”. Esos anhelos que son casi utópicos y que son los que mayores conflictos han causado en la historia. Esos que han permitido justificar miles de guerras y crimenes horribles pese a ser valores supremos, los más altos ideales de la humanidad.
La libertad, la paz, el amor, la igualdad, la justicia, la moral y algún otro que se me pueda escapar y que ustedes a bien me puedan recordar. Todos ellos con los que soñamos han sido manipulados para beneficiar las ambiciones de los populistas de izquierda y de derecha en todos los países del globo.
Como es más facil destruir que construir, el populista exacerba a las multitudes poniendo la lupa en cuanto problema haya, critica a los gobernantes y se vende como el elegido para corregir el rumbo. Todo esto sin proponer nada que pueda realmente solucionar los problemas o, peor aún, con propuestas imposibles de llevar a la práctica generadas para crear esperanza entre los ingenuos e ignorantes.
Por supuesto que sería ideal dejar de depender de combustibles fósiles y pasar a energías limpias y renovables pero esto no es algo que se logre de la noche a la mañana. Se requiere de tiempo y muchisimo dinero para lograrlo. Pero pasar de la explotación de carbón a la exportación de aguacate no parece estar muy relacionado ni es una solución verdadera; sin embargo ya se postuló por parte de un populista nacional.
Sorprende como el presidente mexicano, pese a ser de la misma línea del anterior, encaminó todo el presupuesto nacional a la recuperación de la empresa petrolera con el fin de lograr la recuperación económica; soñando quizá con vivir las mejores épocas de la Venezuela de Chavez pero olvidando que los precios del petroleo jamás volverán a esas alturas y que había otros renglones de la economía que valía la pena fortalecer. El resultado ha sido un deficit fiscal enorme que ha incrementado la desigualdad ante la imposibilidad de sustentar la inversión social.
Otro recurso populista es el de dividir al país entre amigos y enemigos de algo. Ojalá ese algo haga parte de los “super-valores” para que el populista se postule como el adalid de su defensa.
Dividir la nación permite segmentar, reducir la población a la cual convencer y que esa porción se encargue de amplificar el mensaje. En términos populares, pescar en rio revuelto.
En Colombia, por ejemplo, el 4 de febrero de 2008 millones de colombianos marchamos pidiendo a una sola voz “ NO MÁS FARC”.
Cansados de la violencia, los secuestros, los asesinatos; se pedía justicia ante todos los abusos perpetrados por esa banda de narcoterroristas. 2 años despues, en secreto, empezaron los “dialogos de paz” y el país quedó dividido entre quienes apoyaban la impunidad como condición para el fin del conflicto y los que pedían justicia y reparación verdadera ante tantos crímenes. El resultado ha sido la mayor cantidad de hectáreas cultivadas de coca en la historia mientras algunos de sus cabecillas ahora están sentados en el senado creyendose con el derecho de perseguir a quienes los combatieron.
Se generó un caldo de cultivo perfecto para poder controlar y ganar adeptos.
El populista de izquierda suele dividir el país entre ricos y pobres y culpa a los primeros de la condición de los segundos. Promete subsidios para todo, mesadas sin trabajar, salud gratuita e integral, educación de calidad de primer mundo a costo cero; todo esto mientras amenaza la propiedad privada bajo el enunciado de que la riqueza del empresario es a costa del trabajo del obrero. Postulados de Marx que solo han funcionado para aniquilar economías, subir al poder a vivarachos y extender el hambre y la miseria entre los ciudadanos.
Acogen cuanta revuelta pueda existir. Marchas en defensa de los derechos de los homosexuales; pero esconden la cantidad de fusilados en Cuba o China debido a su orientación. Dicen luchar por los derechos de las minorías pero uno no ve que en los países donde han triunfado las cosas sean muy distintas de lo que eran antes de que llegaran al poder. En fin, cualquier excusa que permita armar un motín lo usan como plataforma para desestabilizar, caldear los animos y esparcir la semilla de la división.
Si logran, como es el caso de Colombia, hacer parte de su lucha a los educadores entonces adoctrinan a los más pequeños para que cuando crezcan tengan ya inoculada su idiología, que sean aún más manejables y voten por ellos. Si no cuentan con esa suerte lo hacen una vez llegan al poder, cambian la historia para acomodarla a su conveniencia y adoctrinan a partir de esa nueva “realidad paralela”; como pasó en Venezuela, China, la ex URSS y Cuba.
Cuando consiguen hacerse al poder cambian la estrategia del enemigo interno y buscan uno externo al cual culpar de todos los males que no han podido solucionar. El imperialismo Yanqui, la migración de extranjeros hacia su territorio (ojalá del país vecino), bloqueos económicos, el FMI,… Cualquiera es culpable de la debacle menos ellos. Ellos son una victima más. Para la muestra Cuba que tuvo decadas de bloqueo al que culpaba de la razón de la miseria de sus ciudadanos, Obama redujo el bloqueo y la miseria continuó. Ni siquiera el haber exprimido la teta venezolana se vio reflejado en beneficios para los cubanos de a pie, solo para sus líderes.
Hagan la tarea. Busquen fotos de Dubai y Caracas en 1999 y comparenlas con las del 2020 en cada una de ellas. Vean lo que ha sucedido en 2 ciudades de paises petroleros con 2 tipos de gobierno diferentes. El primero con una monarquía constitucional y el segundo con una democracia en cabeza de un gobierno populista. Les doy una pista adicional, las reservas de petróleo venezolanas eran mucho mayores que las del emirato. Saquen conclusiones.
Ojalá observemos estos comportamientos entre quienes se postulan para dirigir los destinos del país en el futuro cercano; analicemos sus posturas y propuestas y logremos entrever sus verdaderas intenciones antes de depositar nuestro voto.
Este es solo el prólogo de las estrategias populistas. Podríamos escribir enciclopedias completas sobre sus estratagemas y las mañas que utilizan para conseguir sus objetivos.
No quisiera que nuestra nación pasara a ser una más de la lista de países que han caído seducidas por culebreros que las han saqueado impunemente.