Por: Andrés Villota
Los “Perseguidos por Petro”, los PEPES, son la macabra repetición de los “Perseguidos por Pablo Escobar”, del siglo pasado. Los PEPES, son todos los colombianos, los gremios y las instituciones que no pertenecen o que no han caído en las garras del Pacto Histórico, así como en su momento, los PEPES, fueron todas las instituciones y todos los colombianos que no pertenecían al grupo terrorista de Los Extraditables.
No es solo una coincidencia fonética. Se trata, sin duda, de enormes coincidencias entre Pablo Escobar Gaviria y Gustavo Petro Urrego, dos marihuaneros comunistas con vidas mellizas, con los mismos objetivos vitales y las mismas estrategias de destrucción y de muerte para lograr exterminar las estructuras que no favorecen a sus intereses personales. La Dialéctica de Hegel, en su versión de vereda.
Gustavo Petro, está retomando el legado de Pablo Escobar y concretando los más profundos anhelos que tenía Escobar, justo antes de su muerte, cuando se iba a incorporar al grupo terrorista ELN, vislumbraba que Juan Manuel Santos iba a convertir al narcotráfico en un delito político.
Gustavo Petro está abriendo la Ventana de Overton que habían construido Pablo Escobar, Carlos Lehder y Gonzalo Rodríguez Gacha, pero que jamás lograron abrir en una sociedad que los enfrentó y evitó que la abrieran. Una sociedad colombiana radicalmente opuesta a la actual, que es amoral e ignorante, lo que la hace proclive a aceptar todas las atrocidades posibles.
Sus vidas se cruzaron y se fusionaron para siempre desde el momento en que el Cártel de Medellín desmontó el grupo Muerte a Secuestradores (MAS), tras negociar con el terrorista del M19, Iván Marino Ospina, el final del secuestro de Martha Nieves Ochoa y sellar un pacto de no agresión, confederación y ayuda mutua entre el Cártel de Medellín y el M19 de Gustavo Petro.
La primera muestra de buena voluntad del M19 de Gustavo Petro fue presentarle a su camarada Fidel Castro y abrir una ruta comercial por Cuba para llevar alijos de cocaína a través de la isla. Esa sociedad criminal tenía un estafeta de lujo que se llamaba Gabriel García Márquez.
El M19 de Gustavo Petro, también, creó la ruta comercial de Nicaragua, llevando a Pablo Escobar a sentarse a pactar un tratado de libre comercio con el grupo terrorista Sandinista de Daniel Ortega, el dictador vitalicio de Nicaragua.
La gratitud de Cuba y de Nicaragua con Gustavo Petro es total porque el M19 salvó de la extinción a la dictadura cubana y nicaragüense por culpa del colapso de la Unión Soviética. Los enormes ingresos por narcotráfico que le llevó el M19 de Gustavo Petro, a Cuba y Nicaragua, salvaron las arcas personales de los dictadores comunistas de ese par de repúblicas bananeras.
El epítome de esa relación incestuosa, terrorista, fue el intento de Golpe de Estado en contra de Belisario Betancur, para implantar un gobierno de coalición del M19 de Gustavo Petro y el Cártel de Medellín de Pablo Escobar que, estaba bastante molesto con Betancur por haber revivido la extradición, a pesar de haber volteado el resultado de las elecciones presidenciales de 1982, a favor de Betancur, institucionalizando la compra de votos y el soborno a las autoridades electorales.
Hijos de maestras de escuela pública, crecieron en medio de ambientes delincuenciales, en entornos de hampones que forjaron las coincidencias ideológicas y las afinidades terroristas. Desde niños, líderes negativos, cafres, desadaptados sociales, mini delincuentes.
Los dos terminaron en la cárcel, muy rápido, probable origen de su odio irracional en contra de la policía, en contra de la fuerza pública y en contra del ordenamiento jurídico e institucional.
Su obsesión por exterminar a la policía, eliminar la acción de la fuerza pública, excarcelar a los más temidos hampones y acabar con la extradición de nacionales, son las más grandes coincidencias que existen entre Escobar y Petro.
El “Plan Pistola” de Pablo Escobar, pretendió exterminar a los miembros de la Policía Nacional de Colombia. Lo mismo que promovió Gustavo Petro desde la intentona golpista del 2019, cuando él y todo el comunismo colombiano exigió que se le quitara la financiación a la policía, paso previo para su desaparición (la de la policía).
También, el desarme de la sociedad, ha sido una obsesión para Gustavo Petro. No quiere que nadie lo persiga, que nadie defienda a la sociedad y que nadie se pueda defender de la acción de los criminales. Una sociedad inerme, ignorante y que se siente bendecida por ser resiliente, la sociedad colombiana ideal para, Escobar y Petro, poder doblegarla y dominarla fácilmente, sin resistencia.
Los dos han sido intocables. La Ley nunca puede estar en su contra. Los que osaron evitar el Golpe de Estado de la Toma del Palacio de Justicia, han sido perseguidos durante décadas. Los que intentaron defenderse de los terroristas de La Primera Línea y de los grupos paramilitares aborígenes como Andrés Escobar que usó una pistola de juguete, son perseguidos por Petro y su aparato estatal del que hoy, se cree su dueño.
El discurso de odio en contra de los Estados Unidos por su política antidrogas, en contra de la extradición de narcotraficantes, en contra de la erradicación y la fumigación de cultivos ilícitos, en contra de la interdicción de naves dedicadas a transportar alijos de drogas ilícitas y en contra de la presencia de unidades militares de élite de las Fuerzas Armadas estadounidenses en Colombia, es otro elemento común a la dupla de facinerosos.
El ofrecimiento hecho por Pablo Escobar y sus secuaces, de pagar la totalidad de la deuda externa colombiana, fue el primer intento por legalizar el narcotráfico y por hacer depender a la economía colombiana, en su totalidad, de la producción y del tráfico de marihuana y cocaína.
El Plan Nacional de Desarrollo 2022-2026, tiene el mismo objetivo, hacer depender a la economía colombiana del narcotráfico, destruyendo el aparato productivo existente y llevando al Estado a la quiebra, con el aumento imparable del gasto público inútil e improductivo.
Ese plan, no parece redactado por el profesor Jorge Iván “El Sabio” González, sino que es el plagio vulgar del manifiesto de Carlos Lehder y de Los Extraditables, «La cocaína es la bomba atómica de América Latina», en el que hace una apología al cultivo de coca y exige la protección a ultranza de todos los bandidos que intervienen en la cadena de abastecimiento, producción y comercialización del alcaloide.
Pablo Escobar, defendía y justificaba la existencia de su ejército de sicarios, porque eran jóvenes sin oportunidades y él los redimía pagándoles por matar gente. Jhon Jairo “Popeye” Velásquez Vásquez murió convencido que él no era un asesino psicópata, sino un trabajador asalariado que cumplía órdenes de su empleador.
Fotocopia de la justificación para la conformación del ejército de “Gestores de Paz”, pandilleros pagos con el dinero de los contribuyentes. No olvidar que el primer acto de gobierno de Petro, una vez “elegido” como presidente fue, exigir la libertad de todos los terroristas que habían sido capturados, justo después que Sofía Petro Alcocer, amenazó a todos los colombianos que, en caso de no votar por su papá, serían exterminados por las hordas salvajes de La Primera Línea.
Pablo Escobar persiguió y fue inclemente en contra de El Espectador y de todos los periodistas que se atrevieron a denunciarlo o a contar la verdad sobre el origen ilícito de sus recursos. La persecución sistemática emprendida por Gustavo Petro en contra de todos los periodistas que lo critican y que lo cuestionan, según denuncia la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP). Otro punto en común.
Escobar y Petro, han impuesto sus intereses y caprichos personales, que se encuentran muy por encima de los intereses de todos, con el objetivo de dominar a la sociedad colombiana, sin embargo, y a pesar de sus delirios megalómanos, es evidente el dominio ejercido sobre ellos, por sus esposas, Victoria Eugenia Henao Vallejos y Verónica Alcocer García. Tal vez, los colombianos, somos los PEVES.