Por: Duván Idarraga
En semanas recientes y en especial en estos días próximos a la posesión del nuevo presidente, se volvió constante que tanto integrantes del equipo de empalme, como aliados y hasta supuestos analistas económicos transmitan (los primeros en sus entrevistas y los segundos en redes sociales) el mensaje de que reciben un país desastroso, unas finanzas públicas catastróficas y utilizando la expresión de que encuentran “la olla raspada”; dando entender el gobierno actual los deja sin ningún tipo de recursos, lo cual obviamente no es cierto.
Dentro de esas falacias que venden unos y otros hablan de que no hay recursos para financiar los programas sociales del gobierno, en especial para “Ingreso Solidario”; lo que no dicen es que ese programa termina en diciembre de 2022 porque así lo contempla la ley con el cual fue creado; además, para lo que resta del año todos ellos están completamente financiados, tal como lo aclaró la Directora de Planeación Nacional Alejandra Borrero Barco: El Ministerio de Hacienda dejó el presupuesto requerido para financiarlos. Si el nuevo gobierno desea retomar Ingreso Solidario, debe presentar respectivo proyecto de ley al congreso donde tienen las mayorías necesaria para sacarlo adelante.
A pesar del catastrófico panorama económico del país que venden, es imposible ocultar las cifras que son de conocimiento público y que controvierten esas expresiones: En primer lugar, el sobresaliente resultado económico del 2021 (10,6% creció el PIB) que será la base de los ingresos del Estado en 2022 (a mayores utilidades de las empresas, mayores impuestos); además, los primer del trimestre (8,2%) y la expectativa de crecimiento del Fondo Monetario Internacional del 6.1%. Por el lado de las finanzas públicas, es claro que hay un elevado Déficit Fiscal (producto de las mayores erogaciones generadas para atender necesidades pandemia y el menor ingreso ante la caída del ingreso tributario, por los bajos resultados de las empresas); no obstante, el Marco Fiscal de Mediano Plazo establece para finales de 2022 el déficit llegue al 5.6% y que para 2023 se reduzca al 3.6%, cumpliendo con dicho marco.
Aquí es importante mencionar que para lograr estos resultados se debe continuar con todos los programas económicos que ha venido implementando el equipo de gobierno del presidente Duque; adicionalmente, continuar incentivando a la industria privada qué es la que genera los mayores recursos del Estado vía impuestos. Reitero, si a las empresas les va bien, al Estado le va bien y a Colombia le va bien. Otros aspectos que desmienten las falacias que trasmiten, tienen que ver con el incremento del recaudó tributario:
En cifras del Ministerio de Hacienda, frente a 2021, subió el 15% lo que refleja los muy buenos resultados económicos del país y de las empresas; por el otro, que el estado tendrá suficientes recursos para atender las necesidades de este año. Frente al presupuesto de 2023, qué ejecutará completamente el nuevo gobierno, es importante mencionar que se ha presentado al Congreso el proyecto para esa vigencia en $391 billones de pesos, cifra jamás vista.
Tienen las mayorías suficientes para aprobarlo. Frente a esos mensajes desastrosos del equipo de empalme de nuevo presidente, sus congresistas y algunos seguidores, es importante mencionar lo que en mi concepto es la justificación a los mismos: En primer lugar, poco a poco se han aterrizado las costosas, desproporcionadas e inaplicables ofertas de campaña; el propio Ministro de Hacienda designado Jose A. Ocampo ha dicho que muchos de esos proyectos no son financiables. Segundo, es una manera de ambientar la necesidad de la reforma tributaria que han venido planteando donde aspiran recoger entre $50 y $70 billones, cifras absolutamente absurdas y qué significaría ahorcar a empresas y a la clase media.
Frente a la necesidad de la nueva reforma tributaria, escuché hace un mes aproximadamente al exministro de Hacienda Juan Carlos Echeverry, quién hacía un símil con la necesidad de un paciente que está hospitalizado de una cirugía; decía que la cirugía era el último recurso, que mientras hubieran condiciones para sacarlo adelante se debería evitar esa cirugía; igual sucede con la reforma tributaria: Si se hace un adecuado manejo de los recursos actuales, si se controla el gasto, no sería necesaria. Por último, en el nuevo gobierno están conscientes que frente a sus promesas desproporcionadas de campaña, los incumplimientos serán enormes; una manera de justificarse, desde ahora, es culpar al gobierno actual y por eso el mensaje que “dejó la olla raspada”.
Definitivamente, el presidente electo y sus aliados son expertos en la post verdad, alimentando una falsa realidad en cada expresión que tienen en medios y redes sociales; menos mal los hechos y datos los desmienten.