Por: Fernando Torres Mejía
Escribir columnas con este tipo de contenido no es fácil, pues no faltaran los lectores que la quieren interpretar a su manera y así también los que no entienden o mejor, se hacen los que no la quieren entender con tal de defender a la persona o la forma de actuar de esta, pues no tienen la dignidad de reconocer que se está actuando de manera incoherente entre lo que se dice y lo que se hace.
Esto mismo le ocurrió a la senadora María Fernanda Cabal, que, al pronunciarse sobre este tipo de comportamientos, no falto el Gustavo Petro o la Catherine Juvinao, quienes la pusieron en la picota pública y manifestaron que la Cabal era clasista, que no soportaba que alguien humilde o de color, viviera en el mismo condominio donde vive su señora madre, muy seguramente también recibiré esta clase de críticas e insultos.
Personalmente, me alegra que cualquier persona, sea blanca o negra, grande o pequeña, gorda o flaca, etc., le vaya bien en la vida y si viene de abajo y logra superarse, mucho mejor, y este es el caso de Francia Márquez, quien, gústenos o no, llego a uno de los cargos más importantes de este país, sin contar su reconocimiento internacional como defensora de derechos humanos y del medio ambiente que le han hecho merecedora de varias distinciones por sus actividades sociales y ambientales, entre ellas los premios Goldman de medio ambiente y Joan Alsina de derechos humanos.
La mayoría de personas que logran un reconocimiento importante, se tornan prepotentes se les sube el ego, y la Márquez no fue la excepción, lo cual ha quedado demostrado y se puede evidenciar en cada una de las entrevistas que ofrece.
Ahora bien, las críticas y comentarios que recibe a diario no son por su condición social, o por su color, estas se dan por su total incoherencia entre lo que prometió y manifestó en campaña, e incluso es ella la que se inventó el embeleco del Ministerio de la Igualdad, el cual además de ser un nuevo fortín político y burocrático, demostrando que no existe en las acciones de este gobierno, ninguna igualdad.
El caso del helicóptero que prácticamente está asignado a la vicepresidente, que lo pagamos todos los colombianos, tiene unos costos significativos, entre estos, cada minuto en el aire, nos cuesta $700.000, es decir, por cada desplazamiento para llegar a su residencia en Dapa, estamos pagando más de $42 millones, entonces nos preguntamos, si tiene su casa asignada en Bogotá, ¿Por qué no vive allá mientras se le termina su “reinado”?.
Circula en “Twitter” un mensaje que dice “Y entonces la Francia nos salió bien «aviona». La resentida oportunista cree que los colombianos nos tragamos todos sus cuentos. Es una cómplice de la corrupción de este nefasto gobierno”, y esto nos deja un sin sabor porque como explicar que Francia esté viviendo en una propiedad del señor Hember Moreno Patiño, quien es propietario de la firma de vallas publicitarias en Cali, conocida como Metrovia S.A.S. quien tiene más de $10 mil millones en contratos con el Estado y quien hizo aportes económicos a las campañas del Pacto Histórico, ¿será entonces que este empresario les está “pagando” o “cruzando” favores a la vice?
Entre otras cosas, ni siquiera es porque ella se traslade en helicóptero de la seca a la meca, sino por sus incoherencias al referirse a la desigualdad, entonces cuando el gobierno del “cambio” habla de acabar con la corrupción, que debemos enfrentar el cambio climático, que “el mismo Covid es una consecuencia del cambio climático, que el mundo se va a acabar porque seguimos consumiendo petróleo, que necesitamos reformas para lograr una igualdad no me queda la menor duda que Francia Márquez es, La ministra de la “desigualdad” y la incoherencia.