Por: Andrés Villota
Iván Cepeda, está en la mira de la División Criminal del Departamento de Justicia de los Estados Unidos. Al parecer, fue muy cándido al asumir que un funcionario del sistema federal de prisiones iba a cambiar los procedimientos carcelarios sólo porque un congresista colombiano así se lo pedía. Cepeda citó a un debate sobre el “paramilitarismo” en el año 2014 con base a unos supuestos testimonios de narcotraficantes que habían heredado de manera natural el negocio de sus antiguos patrones de los Cárteles de Medellín y Cali que, por ser miembros de sus ejércitos privados, fueron bautizados con el nombre de “paramilitares” después que partieron cobijas con las FARC y dejaron de ser socios, y se convirtieron en la piedra en el zapato para las intenciones de las FARC por consolidar su monopolio criminal.
Esos “testimonios” quedaban consignados en unas “actas” que el mismo Cepeda redactaba a su antojo sin que tuviera relación con los testimonios reales por lo que el presidente Álvaro Uribe denunció a Cepeda por manipulación de testigos. Cepeda en contubernio con los que recibieron la denuncia del presidente Uribe, voltearon la denuncia en contra del presidente Álvaro Uribe, acusándolo de lo mismo que Uribe había acusado a Cepeda, con la diferencia que Cepeda no tenía pruebas y por eso se las inventó y con ese montaje terminaron llevando a Uribe a prisión. Acaban de devolver el proceso a su estado inicial, por eso amenazaron con denunciar penalmente al fiscal que realizó compulsa de copias en contra de Iván Cepeda.
Iván Cepeda, ícono del Foro de São Paulo, perdió la cara ante la opinión pública internacional que lo dejó sin margen de maniobra en Europa y en los Estados Unidos. Todo por culpa de esa rara obsesión que tiene el malhechor colombiano promedio de pretender masificar las amenazas y los enemigos personales para convertirlos en las amenazas y los enemigos de toda la sociedad para que se perciba que los colombianos están del lado de los delincuentes y no de la legalidad e institucionalidad. Lo hizo Pablo Escobar con la extradición, lo hizo las FARC con los «paramilitares» y lo hizo La Primera Línea con la policía antimotines. Sus enemigos son los de todos.
En medio de ese panorama, Gustavo Petro cayó dramáticamente en las encuestas, cambiando de manera irreversible la tendencia a un año de las elecciones presidenciales y se están presentando rupturas irreparables al interior de los movimientos políticos miembros del Foro de São Paulo en Colombia que lo está atomizando, más. La alcaldesa progresista Claudia López culpa a Gustavo Petro del fracaso y del desastre de su gestión (la de ella). El progresista actor Bruno Díaz culpa a Gustavo Bolívar del suicidio de su hijo. Gustavo Bolívar acusa a Claudia López de mutilar a los jóvenes miembros de “La Primera Línea” como lo hizo el rey Leopoldo II con los aborígenes del Congo Belga. Claudia López acusa a Gustavo Bolívar de financiar el terrorismo y de pagarle $20 dólares diarios a los jóvenes progresistas por quemar buses, bloquear vías y decapitar a los trabajadores. Una guerra intestina que será el auto exterminio del progresismo colombiano.
El proceso contra revolucionario en Cuba avanza de manera irreversible aunque no sea noticia en los medios de comunicación afines al foro. La caída de la dictadura cubana puede ser determinante para la caída del Foro de São Paulo. Misteriosamente murieron en las últimas semanas, 7 generales, miembros del alto mando militar cubano, lo que deja enormes interrogantes. O pretenden tumbar a la dictadura y fueron ajusticiados. O se resistieron a acatar las órdenes del dictador Díaz-Canel de exterminar a los elementos subversivos. O esos militares fueron los chivos expiatorios a los que Díaz-Canel pretende culpar de todas los violaciones a los derechos humanos ocurridas durante la represión al levantamiento popular en contra de la tiranía, así como en su momento Fidel Castro ordenó fusilar a 4 militares de alto rango cuando la DEA descubrió que Fidel Castro era socio de Pablo Escobar y tocaba culpar a otros para bajar la presión en contra de la dictadura.
Para el resto de integrantes de tan selecto grupo de partidos políticos de izquierda, el futuro no es el mejor. Diosdado Cabello, máximo líder del partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), provocó gran descontento entre las bases del partido al desconocer los resultados de unas elecciones internas para escoger a los candidatos de las próximas elecciones regionales. El dictador Nicolás Maduro hace dos meses que no aparece en actos militares, lo que podría mostrar que ya no confía en los únicos que lo mantienen en el poder. En Chile, otro de los movimientos afines al Foro de São Paulo, el partido Lista del Pueblo ha sido acusado por fraude y corrupción en los gastos de la campaña que llevó a 27 de sus miembros a la Convención Constitucional lo que haría espuria su participación en la redacción de la nueva Constitución chilena.
Lo de Daniel Ortega en Nicaragua es una antología grotesca de los abusos y aberraciones de otros dictadores de izquierda. Ortega ordenó encarcelar a todos los candidatos que serían sus oponentes en las próximas elecciones presidenciales porque sabe que la única forma para ser reelegido es ganando por doble u. El otro que se ha dedicado a encarcelar a sus opositores ha sido el boliviano Luis Arce, la marioneta de Evo Morales, que en solo tres meses ha elevado la cifra de presos políticos a casi 200. Alberto Fernández es una oda a la incompetencia que llevó a la quiebra a la economía argentina haciendo lo único que saben hacer los miembros del foro, emitir billetes para pagarlo todo sin necesidad de trabajar y producir. Lo de incumplir con las reglas que ellos mismos impusieron durante la pandemia, sólo ayuda a que sea percibido como un perfecto tirano que la sociedad argentina, en su gran mayoría, repudia.
A la algarabía que produjo entre los del foro el anuncio del presidente Pedro Castillo del retiro de Perú del Grupo de Lima le ha seguido gran preocupación por la crisis institucional que pone en entredicho los resultados electorales que lo llevaron a la Casa de Pizarro. El ultra marxista canciller, Héctor Béjar, renunció y dejó solo a Castillo a los pocos días de haberlo nombrado. Ha sido tan deplorable la labor de Castillo y es tan grande su falta de gobernabilidad que el director del Instituto Interamericano por la Democracia, Carlos Sánchez Berzain, dijo que Castillo podría no llegar a los 100 días en la presidencia peruana y Steven Levitsky, director del Centro David Rockefeller de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Harvard, dice que Castillo está haciendo todo para que lo tumben.
Tal vez, la estocada final al Foro de São Paulo, podría llegar con la caída de Joe Biden que perdió el control (o nunca lo tuvo) de los Estados Unidos en menos de 6 meses. Por su avanzada edad tuvo que irse de vacaciones a Camp David mientras enfrenta múltiples crisis como la de Afganistán, la crisis sanitaria por culpa de la mortal variante Delta, la crisis de inmigrantes en la frontera sur, una crisis financiera en ciernes, un camino incierto para su agenda progresista que disfrazó de ley para la infraestructura y un juicio político por fraude electoral. El presidente Donald Trump le pidió la renuncia a Biden y los miembros de su partido lo están dejando solo. Biden es el presidente más impopular en los últimos 50 años. La marioneta de los Obama, se suponía, iba a jugar un papel clave en el destino político del foro que había destinado a sus mejores hombres y gran parte de sus recursos a conseguirle 80 millones de votos a Biden porque sabía que la recompensa a esa gestión significaba la consolidación del foro a nivel mundial.
La caída del Foro de São Paulo se está gestando desde el mismo pueblo que se hastió de los crímenes, corrupción, saqueo, abusos, injusticias, hambre y pobreza que llevó a la miseria a todas las sociedades que han tenido la desgracia de caer en las garras de algún miembro del foro. No extraña que las propuestas políticas que vienen desde la otra orilla, tengan tanta acogida y sean altamente populares entre los que no quieren seguir siendo esclavos de la minoría comunista que se organizó en forma de bloque continental para aparentar que son muchos más de los muy pocos que son en la realidad. Bloque que tambalea y amenaza ruina.