Por: Luis Manuel Ramos Perdomo
Dudo mucho que la mayoría de protestantes propalestinos Colombianos que el 7 de octubre de 2025 (justo 2 años después de lo ocurrido en el sur de Israel durante el Nova Festival, con el homicidio de cerca de 1200 personas y el secuestro de centenares por parte de HAMÁS), se volcaron a las calles para mostrar su solidaridad y rechazo a lo que se viene publicitando como genocidio en GAZA, tengan ideas claras del complejo proceso histórico, religioso, étnico, geográfico y político que caracteriza e individualiza el conflicto en el que toman partido o los instrumentalizan para el efecto.
Incluso creo que muchos de ellos no saben siquiera ubicar a Cisjordania, Gaza o Israel en un mapa o que conozcan con meridiana claridad lo ocurrido en las Naciones Unidas con el rechazo de la Resolución 181 de 1947 o acontecimientos posteriores como la Guerra de 1948, la Guerra de los Seis Días de 1967, la creación de la OLP, las negociaciones de Camp David de 1978, la Declaración de Argel de 1988, la Conferencia de Paz de Madrid de 1991, el Acuerdo de Oslo de 1998, el Plan de Paz de Clinton de 2001, la oferta de Olmert de 2008, el papel de George W. Bush, Barak Obama y Donald Trump en las más recientes iniciativas de paz para la región, las que incluso llevaron al otorgamiento del Premio Nobel de Paz a Obama, episodio que podría repetirse con Trump ante la aceptación en el día de hoy de la mayoría de los términos de su propuesta por parte de HAMÁS de liberar secuestrados y de Israel de retirar tropas, en los términos de la primera fase del plan de paz de Trump.
Lo cierto es que, por cuenta del asunto, nos encontramos frente a una tragedia de la humanidad que se ha perpetuado pese o los más o menos sinceros esfuerzos de la diplomacia internacional por poner fin a un costoso y extenso conflicto, con más vencidos que vencedores, en el que abundan los señalamientos, recriminaciones, reivindicaciones, responsables y oportunistas. Dicho conflicto ha tenido también como protagonista en primera línea al Terrorismo.
Esta columna se centra sobre el oportunismo y la instrumentalización que se viene haciendo mediante invitaciones soterradas de miembros del Gobierno de Colombia, especialmente su Presidente y personas vinculadas al partido de gobierno, para apoyar la causa palestina mal entendida, el antisemitismo, el antiamericanismo y una presunta apología del terrorismo que ha generado públicas felicitaciones y reconocimientos por parte de sectores y facciones vinculadas a grupos terroristas internacionales.
En mi opinión dichas invitaciones son un acto de provocación propio del estilo pendenciero, belicoso, caótico y anarquista que la progresista administración Petro le imprime a casi todo lo que hace, dice hacer o promete hacer y quizás, por tal circunstancia creo que, el propio Petro se percibe como la figura o imagen que en el contexto internacional ha superado a la del narcotraficante Pablo Escobar Gaviria como referente de colombianidad en el “top of the mind”.
Una Gazapera es básicamente una madriguera de conejos en la que se cuida y protege a los gazapos (conejos pequeños), no de la especie de conejo que Juan Manual Santos le hiciera a los Colombianos con las resultas del plebiscito por La Paz, que impuso la realización del Acuerdo de La Habana y su lesiva implementación plagada de apología e impunidad. En ese “proceso de Paz” encontramos un antecedente indiscutible del favorecimiento no solo al terrorismo, al narcotráfico con su legitimación de capitales, a varias formas de criminalidad y su expansión internacional sino también, la bienvenida institucional al progresismo y marxismo cultural ideológico con todos sus sesgos y consecuencias, las que han permitido que en Colombia se desarrolle la tormenta perfecta para una revolución molecular disipada con su tránsito al escenario de Guerra Molecular a la que algunos llaman “Paz Total”, nacida del “Pacto de la Picota” y que por estos días se encuentra en la activa búsqueda de información para desacreditar a candidatos presidenciales de la Derecha.
En lo coloquial, por Gazapera se entiende el alboroto o tumulto que, en este caso, caracteriza las protestas que, anunciadas como legítimas y pacíficas terminan generalmente en vandalismo y terrorismo desarrollado por revoltosos y agitadores a quienes los determinadores del caos consideran infiltrados para desviar la atención y evadir responsabilidades, tal y como ocurriera con la denominada Primera Línea durante el “estallido social” que llevara a la Presidencia a Gustavo Petro y que ha sido considerado como terrorismo por autoridades judiciales.
No se trata de manifestaciones de islamofobia o discriminación pero no se pueden ocultar las estrechas relaciones que facciones fundamentalistas islámicas sostienen con distintos grupos terroristas entre ellas HAMÁS, grupo responsable de los homicidios, secuestros, violaciones y otros vejámenes en contra de ciudadanos del Estado de Israel, incluidos menores de edad, de los cuales fue testigo el mundo gracias a la difusión en noticias y redes sociales de videos e imágenes por parte de los terroristas.
El momento no puede ser más inoportuno e inconveniente, la guerra que el Presidente Donald Trump ha declarado al Narcotráfico impacta negativamente a Colombia por el incremento sostenido de cultivos de hoja de coca en el país y los vínculos de organizaciones narco terroristas colombianas con el Cartel de Soles que, según Estados Unidos, se encuentra integrado y dirigido por altos funcionarios del Régimen Ilegítimo de Nicolas Maduro Moros y el apoyo apologético al terrorismo antisemita desde el Gobierno Petro poco ayuda, como tampoco lo hacen la impunidad de sus políticas de Paz o las sanciones propias de la justicia transicional en favor de criminales de lesa humanidad.
No se puede olvidar la cercana vinculación de las FARC con el Castrochavismo, el Régimen de Maduro y el Cartel de los Soles, ni el apoyo que, según el Pollo Carvajal y Diosdado Cabello recibiera Petro de dicho Régimen.
HAMÁS, HEZBOLLAH y otros grupos fundamentalistas terroristas islámicos han hecho presencia en Venezuela y existen evidencias documentales y ciertas de su presencia en Colombia, algunas que dan cuenta de presuntas relaciones con las FARC, tal y como ocurriera con las reuniones que se adelantarían con Raul Reyes en fechas cercanas a su muerte y en otros capítulos de la historia de dicha organización terrorista.
Por supuesto que una cosa es GAZA, otra es PALESTINA y otra muy distinta el TERRORISMO, sin embargo lamentablemente y por fuerza de las circunstancias convergen espacialmente y por cuenta del fundamentalismo y el fanatismo se presentan confusiones e instrumentalizaciones que llevan a desenlaces lamentables. Algunos partidos políticos y organizaciones religiosas lamentablemente agregan fuego a la hoguera. La utilización de la Población Civil como Escudos Humanos, las acciones a propio riesgo o autopuesta en peligro de algunos, generan pérdidas humanas que incluso en el contexto de un daño colateral resultan dolorosamente lamentables.
A lo anterior no se le puede dejar de agregar la sediciosa invitación que megáfono en mano arengaba Petro recientemente en Nueva York para promover la insubordinación de los militares a Trump, luego de su intervención en las Naciones Unidas y, según se ha difundido en medios de comunicación, como parece ser su tradición y costumbre, haberse “perdido” durante algunos días en la Gran Manzana.
Bajo ninguna circunstancia se podrá olvidar quién y cuándo empezó el más reciente capítulo de esta historia que de no ser por Donald Trump, parecería de nunca acabar. Indiscutiblemente habrá lugar a valorar en distintos escenarios las consecuencias de la reacción defensiva de Israel en relación con su legitimidad y proporcionalidad, sin olvidar el componente privilegiado de la defensa de quien repele al invasor de su propia casa.
Lo observado ayer en Bogotá, Medellín, Cali y Bucaramanga dista mucho de ser una protesta pacifica, la fecha, la invitación y su motivación son una clara provocaciónpero en cualquier caso es la prueba irrefutable de que se ambienta y avecina no solo un complejo proceso electoral, sino un también, un innecesario y amañado proceso constituyente.
Por fortuna, la exitosa campaña de Trump y Rubio en pro de la verdadera paz empieza a dar resultados, dejando sin oportunidad y motivación a los incendiarios.
Mientras todo eso ocurre, la violencia desmedida amenaza a Colombia entera mientras el Gobierno ausente, distante y desentendido de la realidad nacional se esfuerza por aferrarse al Poder con la ayuda de cortinas de humo que parecen empezar a asfixiarlo.
Se puede ser solidario con GAZA pero no se puede olvidar que se debe empezar por CASA.
