Egos

Por: Roberto Trobajo

Llevar a Cereté en el alma, impregnado de pueblo, es garantía de saber el valor de la gente y mantenerse recargado de humildad.

Lo contrario es, desde una mansión en Chía o perfumado de Paris, colmarse de comodidades queriendo más, mientras se echa discursos que sólo creen algunos tras repetir imposibles para que incautos caigan.

Siempre he tenido claro que si uno quiere sentirse grande, basta con ser igual a los demás, y así las empatías naturales que surgen lo empinan a uno, agigantando.

Dos costeños colombianos, aunque muy distintos, aspiran a presidir a Colombia. ¿A cuál creerle? Soy de los que no comen cuentos y veo con luz propia.

Por sus frutos los conoceréis, dice la Biblia, y en uno sólo se ha visto incendiar al país que empuja a un caos sobre el que se vendería “salvador”, mientras que en el otro –el cereteano- conservador de valores que anda promoviendo en medio de turbulencias, he visto abrazos y miradas a los ojos siempre hablando de dar soluciones realistas sin que medien promesas para cuando llegue a la presidencia.

Si bien es cierto que el ego define a una persona con autoestima alta, también crea trampas donde cae el ególatra que termina sintiéndose superior a los demás e incapaz de ponerse en los zapatos de otros.

El cienaguero, quien desde Chía manda vídeos y cuando sale es para payasear en plazas, para pasearse por avenidas parisinas o gozar de lujos habaneros que solamente están dispuestos para turistas, se siente como pez en el agua creyéndose en personalidades disimiles presidenciables.

Intoxicado por el poder se dará tremendo totazo cuando se vea quemado otra vez.

El narcisismo del Petro, comportamiento que lo hace excluir, radicalizar, utilizar, en su afán por votos, genera traiciones y desconfianzas en los que hizo creerles a punta de labia y abrazos.

Desde ya se ve el golpetazo, en caída imparable, que se dará en unas elecciones donde si logra algo serían unos veinte senadores máximo y otros tantos cámaras, porque volverá a quedarse sin la presidencia. La lógica del “tú me usas y te utilizo” se impondrá, máxime el sentido común de la inmensa mayoría de los colombianos.

Otra suerte correrá Barguil, un David que volverá a vencer al Goliat por muy gigante que se pinte, y porque sabe integrarse en un Equipo por Colombia de lujo del que saldrá –un Fico o el Char- emergiendo la dupla ganadora, para bienestar de los millones que necesitamos del mejor país que merecemos.

Es que cuando se es de pueblo, la humildad mantiene conexiones con la gente, y el poder es real: sin esforzarse las personas perciben verdades y fácilmente identifican inteligencias capaces de liderar para todos y por el bien de todos.

Cuando no se tiene problemas de egos, porque no se necesita que se les ensalce para ser importantes a los demás, es olido, palpable, y emanan simpatías que se tornan en fidelidades.

David, Fico, Char, saben que son capaces de impulsar grandes obras, de crecerse con hechos (David no temió a los bancos y pudo pararles en sus abusos, Fico estuvo consagrado por una Medellín que entregó sin retrocesos, Char impulsó a que Barranquilla hoy brille como nunca antes) Ellos no creen sabérselo todo, pero saben trabajar sumando voluntades y multiplicando fuerzas que potencian pues no son de los que excluyen y dividen.

El Petro logró tomarse la alcaldía bogotana dividiendo y qué resultó: el peor gobierno en la capital del país; para sus fans, esos que dicen que nunca lo dejaron gerenciar, deberían tener claro que él recibió de lo dio. Bogotá casi se acaba y Colombia no puede ser arriesgada.

Los ególatras como ese tipo -quien ahora se inventó un Pacto que ya está quebrándose por culpa de sus manipulaciones, traiciones, exclusiones- tienden a ser muy inestables y pueden hacer colapsar todo lo que tocan o donde estén; y ¡ojo! pues este personaje tiene un ego colosal.

Quienes están dominados por el ego viven engañados pues piensan el mundo como les gustaría que fuera y no como es en realidad; se la pasan engañando a los demás porque el ego es una máscara social y esos enmascarados necesitan halagos y la aprobación de los demás, empeñados en tener el control de las personas y para eso quieren sentirse poderosos porque en lo más profundo del ser tienen miedos.

El miedo al fracaso personal les hace malvivir frustrados  y para sobrevivirse se la pasan alimentando al ego, a costa de los demás y por eso estimulan rencores, odios, anhelos truncos, porque así creen erigirse –creídos más que otros- “fortaleciéndose” a costa de quienes ponen a aplaudirles como focas.

Es que si el ego no es alimentado por el exterior, el ególatra se siente mal y empiezan a tener todo tipo de sensaciones negativas como la rabia que encubre sus miedos; entonces ahí se ve que se trata de una falsa seguridad disfrazada.

Cuando la persona recibe críticas, que nunca son aceptadas, es cuando la máscara se cae y podemos darnos cuenta que en realidad no se es como pensábamos.

Para el ególatra su identidad depende de lo que los demás piensen de él.

En definitiva el ser humano no es tan simple ni tan complicado. Si dejamos a un lado nuestros temores y condicionantes externos que nos empujan a retrocesos deshumanizantes, descubriremos nuestra esencia.

El nuevo año nos hará elegir opciones de vida y toca decidir bien, desechando egos y espantando ególatras, porque están en juego nuestras vidas.

 

 

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