Por: Fernando Álvarez
Algún lider en alguna parte del mundo dijo alguna vez que los pueblos son superiores a sus dirigentes. Y esta vez lo muestran fehacientemente las bases de los partidos. No las de los calanchines de cada politiquero que a veces fungen como representantes de las amplias masas, sino esas bases de los partidos que esán totalmente desencantadas de la clase política, de sus caciques, sus padres de la patria, los manzanillos, los traficantes de votos, los mercaderes del sufragio universal y los suplantadores de la democracia, que mejor no ha podido quedar retratados en el caso Merlano. Esa gente que ya no siente ni el trapo rojo ni la tela azul, esa juventud que no traga entero y que mastica todo lo que ve en el mundo mediático y en las redes sociales.
Hoy hay un voto de opinión que no quiere seguir los lineamientos de quienes los han traicionado desde tiempos inmemoriales. Y que no le come cuento a los promeseros de puentes donde no hay rios, como cantaban Garzón y Collazos. Hoy hay una juventud que le pregunta a casi todos los candidatos “¿A quién engañas abuelo?”. Hay desde luego una juventud ingenua políticamente, ignorante de la historía de nuestro país y de las tragedias de la humanidad por cuenta del carreto del comunismo, hoy vestido de Socialismo del Siglo XXI; desconocedora de la realidad de lo que le significó a medio mundo el haber creído que el marxismo leninismo era el pasaporte a un mundo mejor y, sobre todo que ignora que al día de hoy no se puede exhibir en ningún ricón del planeta que las ideas mamertas hayan logrado triunfar exitosamente o que hayan logrado algún tipo de bienestar colectivo.
Hay una juventud ingenua y facilista que cree ilusamente que el Estado le debe proveer todo y por supuesto lo culpa de sus fracasos personales o de sus primerizos intentos fallidos en algún tipo de emprendimiento. Pero tambien hay una juventud que cree en que hay que basarse en sus propios esfuerzos para salir adelante, que está convencida de que lo que debe hacer es buscar la forma de prepararse para el trabajo, luchar por esa oportunidad y esforzarse por emprender algun tipo de actividad productiva. Que sabe que lo que hace falta es pedir facilidades de crédito, reducir el número de trámites burocráticos para quienes quieren construir su propio negocio o empresa, exigir medidas pertinentes para que estas no sean el obstáculo del emprendedor, en fin, que hay que conquistar espacios y oportunidades para que cada uno pueda labrarse su futuro digno bajo su propio diseño y en pleno goce de la libertad.
Esa juventud no es de extrema izquierda, no comparte los paros, los bloqueos ni las primeras filas. No destruye transmilenios ni le prende fuego a los policías. Es democrática porque es responsable y ya ha estudiado bien que la democracia es imperfecta pero que lo contrario resultaría diabólico. Esa juventud sabe que las tiranías, las dictaduras y los totalitarismos no son sino una forma de reemplazar los males que se han padecido por unos peores. Saben que los experimentos de izquierda ha demostrado que fue peor el remedio que la enfermedad. Y es una juventud que quiere participar políticamente porque no le quiere dejar ese espacio a los de siempre. Ya sabe que la indiferencia es complicidad. Siente que si no elige, eligen por ella. Pero desafortunadamente no ha encontrado con quién.
Por miedo a la posibilidad de que en un acto suicida e irresponsable Colombia termine en manos de Gustavo Petro esta juventud se ha ido hacia la derecha. No confían en lo que se llama centro izquierda porque el canibalismo de este sector prácticamente tiene tendido en la lona a Sergio Fajardo, que a todas luces era la verdadera expresión de lo que sería un gobierno de izquierda moderado, pero sus buenas maneras y su falta de capacidad para deslindarse frontalmente de la extrema izquierda lo dejaron en el peor de dos mundos. Para los izquierdistas furibundos es de derecha y hay incluso algunos petristas que lo acusan de ser un uribista camuflado; y para la derecha es un izquierdista tibio que terminará por rendirse a las presiones de Petro y de las FARC ante la mínima señal de que la comunidad internacional no lo vea como progre. Y si a eso se le suma el daño que le ha hecho la Contraloría y otras iras en materia de desprestigio por un caso que es más mediático que jurídico, casi ha quedado noqueado no la derecha sino por la ineptitud.
Esto en Suecia hablaría muy bien de Fajardo pero en Colombia donde la polarización ofende pero suma, la bonhomía no da ningún resultado y un candidato de centro puede ser víctima del efecto licuadora, o sea que cuando las fuerzas centrifugas de los extremos encienden motores el riesgo del centro es desaparecer. Pero aún faltando un mes para las elecciones algunos que no han perdido las esperanzas todavía confían en que este candidato pueda sacar a relucir su casta y quedarse con el voto de la Coalición de la Esperanza. Sobre todo porque los jóvenes de centro izquierda saben que los demás de esta coalición son más de lo mismo. Un hijo de Luis Carlos Galán cuyo único mérito político es haber sido hijo del martir del narcotráfico y un candidato casi perfecto que si no hubiera sido porque es la prefabircación de tres expresidentes que se la juegan contra el expresidente Alvaro Uribe, hubiera despegado. Lo demás no suma.
Estos jóvenes miran hacia el centro derecha porque cuando miraron a la derecha se encantaron con María Fernanda Cabal. Una candidata que inicialmente les parecía pintorezca porque decía las cosas tal cual las sentía pero que durante su camapaña fue ganando respeto y credibilidad por ser la única que estaba dispuesta a pararle el macho a Petro y a las FARC, al mejor estilo de su jefe espiritual, el expresidente Alvaro Uribe Vélez. Ella llama al pan pan y al vino vino y no ahorró esfuerzos para ser la única que denunció lo que llamó la toma guerrilera del ELN en Cali, disfrazada de paro. Pero por arte de birlilirloque María Fernanda no fue la candidata de la derecha y en el Centro Democrático terminaron en un ejercicio de desagravio con Oscar Iván Zuluaga como el escogido, pero este ya para la fecha no tenía ni los arrestos ni la menor capacidad de seducir a la juventud de derecha, que lo ve como un abuelo de los que hay que preguntarle que a quién pretende convencer bailando reguetón.
Esa juventud quiere votar y tiene razón María Fernanda Cabal al pedir que la gente se manifieste en la escogencia de quién será el candidato de Equipo Colombia porque para ella y para los jóvenes a la segunda vuelta hay que llegar con un tigre capaz de derrotar el polpulismo de Petro con el apoyo de la izquierda latinoamericana y ese no es precisamente Oscar Iván Zuluaga, y menos si su apoyo fundamental es el actual presidente Iván Duque, quien a pesar de que haya hecho bien muchas cosas, su nivel de impopularidad hoy quita más que poner. Por eso hay que apoyar la idea de Juan Lozano, periodista y analista político que por no tener apasionamientos cuenta con la capacidad de ver lo que los demás no ven. En Su columna del 13 de febrero llama a los uribistas a votar para escoger el candidato de Equipo Colombia, porque sabe que nada está aún definido y que las palmaditas de Uribe en la espalda no son un suficiente espaldarazo.
Chapó para Juan Lozano por sus opiniones que merecen ser copiadas literalmente: “Las encuestas –que se han equivocado tanto– generan confusión con la carrera de caballos de todos contra todos donde compiten hasta 18 candidatos. Ese es un escenario falaz que nunca se va a dar y que, por desconocer las coaliciones, arroja dos conclusiones equivocadas: que Petro está prácticamente elegido y que el único capaz de derrotarlo es Rodolfo. Eso es falso”. “Si el uribismo quiere de verdad detener a Petro, un camino realista y sensato sería votar copiosamente el día de las consultas por el Equipo Colombia. Por eso, desde esa perspectiva son equivocados los llamados a las bases uribistas y a las del Centro Democrático para alejarse de las consultas”. “ Paradojas políticas. Aunque no hagan parte del Equipo Colombia, si a esta coalición le va mal, al uribismo y al Centro Democrático les va peor”. “Si no dejan votar a las bases uribistas en las consultas, se pueden quedar sin por quién votar en la segunda vuelta. Sin el pan y sin el queso”.
No hay más que decir, solo que mientras en el Centro Democrático se vuelven a jalar las mechas a ver si autorizan o no a las bases y sobretodo a la juventud, si votan o no votan la consulta, a los jóvenes de ese partido, que no quieren darle el paso a la extrema izquierda y que no creen que Petro sea la salida de Colombia les va tocar llamar a la desobediencia contra la dirigencia de su partido. Y como no hay un un tribuno al estilo José Acevedo y Gómez, al que conocen bien porque estos jóvenes si leen la historia, que levante con orgullo las banderas de la libertad, tendra que aprecer alguien que les diga con toda claridad que si pierden estos momentos de efervescencia y calor miren las cadenas y los grillos que los esperan. Entonces oirán el llamado de urgencia manifiesta: Jóvenes si quieren libertad no obedezcan a sus jefes, al fin y al cabo el voto es secreto y el derecho al voto es individual.